La Fortuna del Hombre

Grande es el arrepentimiento, porque acerca el hombre a su Creador. Mientras mayor sea la distancia de uno, más cercano y bien amado uno puede llegar a ser a través de ella…

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Chaim Clorfene y Yaakov Rogalsky

Posteado en 06.04.21

Grande es el arrepentimiento, porque acerca el hombre a su Creador; y, de hecho, mientras mayor sea la distancia de uno, más cercano y bien amado uno puede llegar a ser a través de ella…

 
Retornando a Di-s / El Arrepentimiento – Parte 3:
 
El concepto de Libre Albedrío
 
 
[*¡Deben revisarse las referencias!]
 
 
1. A toda persona le ha sido entregado el poder de autodeterminación. Si desea dirigir su vida hacia lo bueno y justo, el poder está en su mano. Si desea conducirse por el camino de perdición, es, también, su decisión. [1]
 
2. En este aspecto, el hombre es único, no hay otra creación que se le asemeje: el intelecto del hombre le permite distinguir entre lo bueno y lo malo. Hace lo que desea hacer y nadie puede impedir que escoja entre hacer lo bueno o lo malo.
 
3. Uno debería descartar la idea “ingenua” de que Di-s ha decretado (desde su nacimiento) el destino del hombre, como justo o malvado. No hay tal cosa. Toda persona tiene la capacidad de convertirse en justo o malvado, bondadoso o cruel, generoso o egoísta en cada situación que se le presenta.
 
Lo mismo respecto a los otros defectos de personalidad y habilidades para vivir conforme a las normas de conducta (o ética) que Di-s ha provisto para el hombre.
 
Es verdad, sin embargo, que un individuo podría haber nacido con alguna tendencia hacia un determinado problema de comportamiento; pero, en todas las instancias, está en su poder vencer tales tendencias naturales. Nadie nace con el adjetivo de ladrón o desviado sexual. [2]
 
4. Si Di-s hubiera predeterminado el destino del individuo, ya sea para el bien o para el mal, ¿sobre qué base podría el justo ser recompensado y el malvado ser castigado? Así como el Creador dispuso que nuestro planeta girara y que todas las otras criaturas del mundo actuaran de acuerdo con la naturaleza que Di-s escogió para ellas, de igual manera Di-s deseó que el hombre tuviera libre albedrío para determinar sus acciones. [3]
 
5. Por tanto, el hombre es juzgado de acuerdo a sus actos. Si hace lo bueno, bueno le es hecho a él. Si hace lo malo, mal le es repagado. Y en un tiempo futuro, tendrá que someterse a Juicio por sus pensamientos, palabras y acciones. Si una persona cumple con los Siete Mandamientos Noájidas, haciendo por tanto lo bueno en este mundo, habrá de ser recompensada con ilimitado bien de parte de Di-s.
 
6. La recompensa por hacer el bien es cientos de veces mayor que el castigo por hacer el mal, pues está escrito: “porque Yo el Señor tu Di-s soy un Di-s celoso, que visito la iniquidad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de aquellos que Me aborrecen; y que muestro misericordia hasta mil generaciones en aquellos que Me aman” (Éxodo 20:5-6).
 
 
El individuo y la Divina Providencia; La fortuna del individuo dependiente de sus actos;
 
Métodos para alcanzar el arrepentimiento:
 
1. Cuando una persona comete concientemente una transgresión (bajo deseo propio), corresponde que sea castigado por ello de manera que reciba el repago por sus actos. Di-s sabe cuál es el repago exacto. La sentencia podría establecer que el castigo sea recibido en este mundo con aflicciones del cuerpo (enfermedades o “accidentes”). Por otro lado, el castigo podría tomar la forma de una pérdida (de propiedad o dinero), o los hijos del pecador podrían verse afligidos a causa de las malas acciones de su padre. Hay también pecados para los que la sentencia dictamina que sean repagados en el Mundo por Venir, y de esta manera ningún perjuicio le acontece al transgresor en este mundo. Y hay pecados que deberán ser repagados tanto en este mundo como en el Mundo por Venir. [4]
 
2. Uno debería considerar una bendición [5] el ser castigado en este mundo, puesto que el Mundo por Venir es eterno y todo en él es eterno. Esto da alguna luz para entender el porqué los justos sufren y los malvados prosperan. Es como si Di-s dijera acerca del malvado, “Lo poco de bueno que ha hecho en este mundo se lo repagaré en este mundo así que no le queden restos de la recompensa en el Mundo Eterno; y, que el repago por sus pecados lo espere en su dimensión completa”. Y respecto al justo, es como si Di-s dijera, “Por sus pocos pecados yo lo castigaré en este mundo, donde las aflicciones son transitorias; y por su gran número de méritos Yo retendré la recompensa en este mundo para verter sobre él la bondad eterna del Mundo por Venir en su más excelsa medida”.
 
3. Cuando hablamos de un hombre pagando por sus malas acciones, esto presupone que no se ha arrepentido ni las ha abandonado. Pero si se arrepiente, se considera que hay un escudo entre él y el castigo. Así como un hombre peca debido a su propio entendimiento y libre elección, puede también arrepentirse a través de su entendimiento y libre elección. [6]
 
4. Hay una circunstancia en la que Di-s no ofrece a una persona la oportunidad de arrepentirse: cuando con su propio entendimiento y libre voluntad, ésta comete un pecado extremadamente grave o un número abrumador de pecados (tales como provocar que muchas otras personas pequen al guiarlas a la idolatría o al encaminarles para que sigan una falsa doctrina religiosa). En este caso, la oportunidad de abandonar su maldad no le es garantizada con el propósito de que esta persona se pierda en sus propios pecados. Sin embargo, esto simplemente quiere decir que el arrepentimiento no le es hecho fácil a aquella persona. De hecho, está escrito que nada puede permanecer de pié entre un hombre y el arrepentimiento, porque una persona puede siempre vencer los obstáculos y, mediante fuerza de voluntad, retornar a Di-s en arrepentimiento completo. [7]
 
5. Toda persona debería de forma constante considerarse cercana a la muerte; entonces, al encontrarse a sí mismo en estado pecaminoso no tardaría en arrepentirse de sus faltas. No debería apelarse a la idea de que, “Cuando envejezca, me arrepentiré”. Quizás muera antes de llegar a la vejez…. [8]
 
6. Uno no debería decir que el arrepentimiento se aplica sólo a pecados don- de hay una “acción” de por medio, tal como el robo y relaciones sexuales prohibidas. De la misma manera que el hombre debe arrepentirse de estas (acciones), debe estar atento a sus defectos de personalidad [9] y arrepentirse por ellos: por su enojo y su odio, por sus celos y disparates, por buscar en exceso la riqueza y el honor, por su glotonería excesiva, etc. Por todos ellos, debería retornar a Di-s; porque para una persona que está inmersa en estos defectos es más difícil abandonar pecados más graves que sí involucren (malas) acciones. [10]
 
7. Un penitente sincero no debería preocuparse de que, como resultado de sus pecados, esté a una distancia considerable del estatus exaltado de los justos. La verdad es que él es amado y atesorado por el Creador como si no hubiera cometido pecado alguno. Más aun, cuando se arrepiente, su recompensa es enorme: ha probado el pecado y se ha alejado de él, y ha conquistado su inclinación hacia el mal. Esto le hace con mucho más grande que aquel que jamás ha probado el pecado, porque ha conseguido una victoria espiritual de mayor envergadura. [11]
 
8. Deberán ser los caminos del penitente la humildad y una gran modestia. Si tontos y/o patanes lo molestan por sus actos del pasado diciéndole, “Ayer estabas haciendo tal y tal cosa, y ahora tratas de presentarte tan alto y exaltado”, no debería prestarles atención, sino escucharles en silencio y regocijarse al saber que tales vejámenes están trayéndole un gran mérito. Cuando un penitente está avergonzado por sus actos del pasado y es humillado por estos, sus méritos se incrementan y su nivel espiritual es exaltado. [12]
 
9. Es un pecado grave decirle a un penitente, “recuerda tus obras del pasado”, o mencionarle algo de sus caminos pasados con el propósito de avergonzarlo, o mencionar ideas o incidentes que le puedan recordar lo que hizo.
 
10. Grande es el arrepentimiento, porque acerca a una persona a su Creador; y, de hecho, mientras mayor sea la distancia de uno, más cercano y bien amado uno puede llegar a ser a través del arrepentimiento. “Ayer era despreciable delante de Di-s; estaba distanciado, provocaba disgusto y abominación. Y hoy, es precioso, cercano y apreciado…”. [13]
 
 
Continuara…
 
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[1] Mishné Torá, Leyes sobre el Arrepentimiento, capítulo 30, ley 1.  [2] Sija, del Lubavitcher Rebe, Purim 5746 (1986). [3] Mishné Torá, Leyes sobre el Arrepentimiento, capítulo 5, ley 4.  [4] Mishné Torá, Leyes sobre el Arrepentimiento, capítulo 6, ley 1. [5] O, una gran manifestación de misericordia. (Nota del traductor).  [6] Mishné Torá, Leyes sobre el Arrepentimiento, cap´ıtulo 6, ley 2.  [7] Mishné Torá, Leyes sobre el Arrepentimiento, capítulo 6, ley 3.  [8] Mishné Torá, Leyes sobre el Arrepentimiento, capítulo 30, ley 2.  [9] Malas características- (Nota del traductor). [10] Mishné Torá, Leyes sobre el Arrepentimiento, capítulo 7, ley 3. [11] 41 Mishné Torá, Leyes sobre el Arrepentimiento, capítulo 7, ley 4. [12] Mishné Torá, Leyes sobre el Arrepentimiento, capítulo 7, ley 8. [13] Mishné Torá, Leyes sobre el Arrepentimiento, capítulo 7, ley 6.
 

– Extraído con permiso del libro “El Camino del Gentil Justo”, traducido por Juan Mayorga Zambrano –

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