Cepillando el Cerebro

Hoy vamos a aprender algo muy fácil y muy simple: cómo ser felices. Y no sólo eso, sino que vamos a olvidarnos de todos esos altibajos. ¡Podemos vivir de otra manera!

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Rabino Nissan Dovid Kivak

Posteado en 17.03.21

Hoy vamos a aprender algo muy fácil y muy simple: cómo ser felices. Y no sólo felices, sino estar en un estado en el que Le damos las gracias a HaShem y nos sentimos llenos de gratitud por tener lo que tenemos que ni siquiera queremos el Mundo Venidero. Sabemos que HaShem está contento con nosotros. Sabemos que “Esto es lo que ordenó HaShem”. Estamos felices de observar el Shabat, y no hay nada que nos moleste, ni el sustento, ni las deudas, ni los obstáculos que tenemos en el servicio de HaShem – nada. Porque estamos contando el efectivo: “Esto es mío para siempre – Le causé felicidad a HaShem y Él está feliz conmigo”. Esto nos da una tremenda alegría. La persona entiende que es una emisaria de HaShem: “Yo soy importante, y la soberanía de HaShem se posa sobre mí. ¡Estoy estudiando la Torá del Rey de Reyes! Este es mi propósito en la vida”.

Cuando Rabí Najman dice que es un gran precepto estar siempre felices, se estaba refiriendo a esta felicidad. Esto es lo que se llama dicha. El Rebe quiere abrirnos la puerta para que podamos percibir la luz de esta clase tan diferente de felicidad que revelaron los tzadikim. No se trata de la felicidad de obtener ganancias ni de tener éxito en algo ni de que las cosas vayan como planeaste. No es una felicidad de sentirte bien – Es una felicidad que nos revitaliza y nos hace bailar. Es una revelación de la verdad de que HaShem creó el mundo solamente para mí, para que yo pueda apegarme a Él. Esta es la definición de “felicidad”.

Tenemos que anhelar poder alcanzar esto, recibir este maravilloso regalo, entrar a una vida de dicha. Basta con todos esos altibajos. Podemos vivir de otra manera.

En el párrafo 3 de Likutey Moharán 1:5, el Rebe nos abrió la puerta y nos enseñó que el principal lugar de la alegría es el corazón. Cuando la persona tiene un corazón derecho y erguido, entonces tiene vida y tiene energía, es como una topadora. Está vivo. Cada día se renueva. No se oxida ni envejece. Está vivo. Pero cuando el corazón no es derecho, entonces hay algo torcido en el corazón y hay un espíritu de impureza que nos imposibilita estar alegres. Rabí Najman dice que hay una condición más para estar alegres: así como nos cepillamos los dientes para quitar las miguitas, también debemos cepillarnos el cerebro para sacar todas las miguitas espirituales y mentales – el jametz de la mente-   para poder purificarnos antes de Pesaj y alcanzar la alegría. El Rebe nos da una breve lista de cuáles son las migas prohibidas que tenemos que limpiar:

Pero es necesario limpiar la mente de todas las sabidurías ajenas – todas las que no se refieren a servir a HaShem.

Y de todos los pensamientos ajenos – todos los pensamientos mundanos, todos los pensamientos que no se refieren a Torá, a la plegaria, al temor del Cielo o a la alegría. Todo lo demás es foráneo.

De jametz – ¡No te dejes convertir en fermento! No seas un omelette de sabidurías extrañas, pensamientos extraños y una pizca de depresión…

La persona tiene que cuidarse de que su sabiduría no se vuelva jametz con conceptos extraños y apetitos corporales. Uno tiene que cuidarse mucho de los apetitos, del dinero y demás deseos corporales, para que la menta no se le vuelva jametz, fermentada.
 
Y todo esto es para que cuando  haga un ruido que le parta la mente, este cree un trueno. Un trueno que le aclarará la mente y lo despertará sobremanera, pero cuando la mente está sellada con impureza, tal como está escrito: “Y se impurificarán con ellos”, entonces su voz no se deja oír. Por eso, aunque grite en su plegaria, eso no penetrará su mente ni ejercerá ninguna influencia en ella.

Uno también tiene que cuidarse de aquello a lo que teme. Idealmente, no debería tenerle miedo a nada. Ni a un caso en la corte de justicia, ni a la policía, ni al ejército, ni a las dificultades con el sustento, ni a nada de lo que le pasa cuando trata de servir a HaShem – no debe tener miedo de nada! Porque cuando uno tiene miedo, entonces incluso cuando uno ore con fuerza y lleno de energía, no va a poder despertarse y enderezar el corazón. Y el Rebe concluye diciendo que “no debería pensar malos pensamientos”, que son jametz, que son fermento, el lado de la muerte.

Esto es el cimiento y la base para poder servir a HaShem. Tenemo que orar para poder hacer teshuvá todos los días. Para que podamos limpiarnos por completo. Los pecados hacen que nos enfermemos. Pensamos que estamos bien, porque seguimos viviendo, pero la verdad es que cada pecado es un veneno y que solamente por la gracia de HaShem estamos vivos. Tenemos que saber que los pecados no son para nosotros. Por culpa de ellos no podemos sentir el Shabat, no podemos sentir la Torá. HaShem nos ha santificado con la santidad de ser judíos. Podemos vivir una vida buena. Tenemos la fuerza. No tenemos que ser como el gran elefante que es conducido por el ratoncito. Conoce tu fuerza. Grítale a HaShem. Esta es la prueba que pasa la persona en este mundo. Grítale a HaShem y Él te dará fuerza. No tienes nada que ver con tu pasado. Empieza de nuevo una y otra vez.

¡Que tengan todos un Pesaj Kasher y feliz!
 

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