Fe – ¡La Mayor Mercancía!

Enseñaron los Sabios que la primera pregunta que se hace al hombre después de morir es: “¿Negociaste durante tu vida con fe?”...

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Rabino Shalom Arush

Posteado en 06.04.21

Enseñaron los Sabios que la primera pregunta que se hace al hombre después de morir es: “¿Negociaste durante tu vida con fe?”…

Grandeza e insignificancia
 
El profeta dice (Samuel I, 16:7): “El hombre ve el exterior, mientras que el Eterno ve el corazón”. En otras palabras, carecemos de las herramientas para ver la fe del otro y saber su verdadero estatus. La gente tiende a valorar a los demás según su sabiduría, belleza, título, fortuna o linaje; tales criterios son tanto falsos como inexactos. Con frecuencia, se refieren a una verdaderamente gran persona como insignificante, o viceversa.
 
Una persona simple e inculta puede poseer un nivel superior al de un médico, o profesor universitario, especialmente si la primera cree y conoce al Creador y la segunda no. La que posee una profunda noción del Creador supera completamente a quien no tiene idea de Quien le creó y Quien le dirige, aunque el primero sea un barrendero y el otro un físico nuclear.
 
En realidad, quien no conoce a su Creador, se encuentra en un nivel espiritual más bajo que el de un animal. Tal como se ve cuando el profeta Isaías reprueba al pueblo de Israel por olvidar su fe y le dice (Isaías 1:3): “El buey conoce a su dueño y el asno el pesebre de su amo, pero Israel no conoce (a su Señor), Mi pueblo no tiene entendimiento”. En otras palabras, el buey y el asno están conscientes de quien lo sustenta, pero quien anda ciegamente tras una vida de placeres físicos nunca encuentra al Creador.
 
Lo esencial en el hombre es su conocimiento. El que está privado de él, no puede ser llamado ser humano; es como un animal con apariencia humana. El gran Maestro Moisés – que era compasivo, se ocupaba de civilizar el mundo, es decir que enseñaba conocimiento para que el mundo esté habitado por “hombres”, por poseedores de conocimiento.
 
Fe – la mayor mercancía
 
A la luz de lo aprendido, toda la ocupación del hombre en este mundo debe concentrarse en lograr y adquirir la fe, pues es lo más importante de todo.
 
Enseñaron los Sabios que la primera pregunta que se hace al hombre después de morir es: “¿Negociaste durante tu vida con fe?”. Como ya mencionamos en el libro “En el Jardín de la Fe”, la interpretación literal de esta pregunta es si el hombre actuó recta y honestamente en sus negocios – si no engañó, robó o mintió. Pero en un más alto nivel, la pregunta es: “¿Acaso la mercancía que negociabas se llamaba fe? – ¿Adquiriste la fe?; ¿estudiaste la fe?; ¿vendiste la fe?; ¿enseñaste la fe?”.
 
El sagrado libro del Zohar enseña que el Creador mueve mundos enteros para que dos personas puedan encontrarse y hablar sobre su finalidad. ¡La conclusión de lo antedicho, es que todos los encuentros en la vida del hombre son para que aprenda la fe o para que la enseñe!
 
Vemos entonces cómo la fe es la clave para la auténtica felicidad y éxito en este mundo y en el Mundo Venidero. Sus beneficios y virtudes son ilimitados e infinitos. Dichoso es quien adquiere la completa y clara fe.
 
Conclusión final
 
“La práctica hace al maestro”. Quien ha leído el libro “En el Jardín de la Fe”, debe de repasarlo una y otra vez del principio al final. Cuanto más se interioriza los principios de la fe, más fácil será aplicarlos en la vida diaria.
 
Es importante subrayar que los buenos consejos dados en el libro, dependen esencialmente del conocimiento que “Todo es para bien” – que es el más grande regalo de este mundo. Y como dijo el gran Justo, el Rabi Najman de Breslev: “Cuando el hombre sabe que todo lo que le sucede es para su propio bien, esta percepción es como un anticipo del Mundo Venidero”. Alcanzar tal conocimiento es imposible sin un diario examen de conciencia durante el “Aislamiento”, donde se examina todo lo que se hizo – desde el de ayer, hasta el de hoy. Así se logra ese gran regalo.
 
Por lo tanto, cada uno debe afanarse y multiplicar sus plegarias, para lograr cada día una hora entera de “Aislamiento”, y así merecer ser una persona creyente que no haya sobre ella ningún Juicio, y merecer todas las bendiciones posibles, como está escrito (Proverbios 28:20): “El hombre creyente está colmado de bendiciones”.
 

(Editado y extraído del libro "En el Jardín de la Fe" por Rabi Shalom Arush, Director de las Instituciones "Jut shel Jésed" – "Hilo de Bondad")

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