No pienses sobre la Última jugada

Si un boxeador se va a desanimar cada vez que recibe un golpe, no hay duda de que perderá la batalla, porque mientras piensa en sus heridas, su contrincante lo abatirá a golpes.

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Rabino Yaakov Hertzberg

Posteado en 06.04.21

Indudablemente, si un boxeador se desanimará cada vez que reciba un golpe, perderá la batalla. Mientras piensa en sus heridas, su contrincante lo abatirá a golpes…
 

Mira hacias el futuro
 
Rabi Najman de Breslev nos enseña que el hombre siempre debe mirar hacia delante, sin quedarse en el pasado. Dijo de sí mismo que dejará de pensar sobre lo sucedido, y no volverá a pensar más en ello.
 
Debemos esforzarnos al máximo para imitar este tipo de idea. Cuando transgredimos o fallamos al realizar un Precepto, debemos tratar de no vivir con nuestra equivocación, ni “ahondar” en ella. En cambio, debemos continuar con nuestro servicio a Di-s con todas las fuerzas y alegría que teníamos antes de la trasgresión.
 
Simplemente hablando, ésta es una táctica para combatir la mala inclinación. Algunas veces, cuando ella nos vence, la guerra se convierte en una batalla para sobrevivir. Puesto que estamos en guerra, no hay tiempo para volver atrás e investigar los golpes sufridos. En cambio, debemos concentrarnos en continuar la pelea, evitando así nuevos ataques.
 
No cabe duda que si un boxeador se desanimará cada vez que reciba un golpe, perderá la batalla. Mientras piensa en sus heridas, su contrincante lo abatirá a golpes.
 
Por supuesto que debemos lamer nuestras heridas y aprender nuestra lección, pero todo tiene su tiempo y lugar. Si nos equivocamos, indudablemente que tenemos que hacer "Teshuvá" – arrepentimiento – pero en el momento apropiado, no en medio de nuestra batalla. Por el contrario, debemos esperar hasta tener un momento de tranquilidad para retirarnos a orar o dirigirnos a Di-s por medio de la Hitbodedut – utilizando ese tiempo para arrepentirnos.
 
Durante la Hitbodedut, pensamos en todo lo que nos aconteció, revisamos nuestros actos y los juzgamos con ojo de auto superación. Sin embargo, fuera de ese tiempo asignado, debemos concentrarnos en preguntarnos: "¿Qué puedo hacer en el futuro para evitar volver a cometer esta equivocación?"
  
Vigilando la ciudad
 
El Judío que cumple la Torá y los Preceptos es llamado "Shomér" cuidador, alguien que vigila – la Torá y los Preceptos, porque en hebreo, observancia significa lo mismo que vigilante. El propósito de un guardián es vigilar un campo o ciudad y evitar que el enemigo derribe las defensas. Sin embargo, en caso de que el enemigo entra al campo, tiene que permanecer en guardia para impedir que entren otras fuerzas enemigas. Hace sonar la alarma y luego permanece en su puesto, vigilante y alerta.
 
Esta idea se aplica al "Shomer HaBrit" – "Guardián del Pacto", que se refiere a proteger nuestros ojos de ver escenas prohibidas y evitar que en nuestra mente entren pensamientos indecentes. Digamos, por ejemplo, una persona camina por la calle, tratando de cuidarse de ver escenas prohibidas. Cuando se descuida y mira algo indebido, en lugar de quedarse pensando en lo que hizo, debe olvidarlo y concentrar sus esfuerzos para evitar hacerlo en el futuro. Aún así es considerado un "Shomer HaBrit", porque vigilar se refiere al futuro y no al pasado.
 
La Torá compara al hombre con una ciudad, como está escrito: “El hombre que no domina sus deseos es como una ciudad destruida, sin muralla”. El hombre que nunca combate la mala inclinación es similar a una ciudad conquistada, puesto que está totalmente influenciado por la inclinación al mal, no ve la necesidad de combatirla. Está bajo la dictadura de un tirano.
 
Existe otro tipo de ciudad – Yerushalaim (Jerusalen) – correspondiente al hombre perfeccionado en el temor de Di-s. Yerushalaim = Yeru – temor del Cielo, y shalaim – perfección.
 
La idea se aplica a todos los demás Preceptos, bien sea "Shmirat Shabat" (cuidar el Sábado – Shabat), "Shmirat HaLashón" (cuidar el habla), o "Shmirat Habrit" (cuidar el Pacto). Debemos comportarnos como un guardián, siempre vigilantes. Si “bajamos la guardia” y cometemos un error, debemos despertar y aumentar nuestra vigilancia. Si nos concentramos en el error, probablemente abandonaremos nuestro puesto.
 
En nuestra ciudad no hay lugar para el temor y la tristeza. La depresión no nos beneficia en nada. Debemos deshacernos de ella, como del enemigo que espía a nuestro alrededor para destruir nuestra moral y debilitar nuestros combatientes.
 
Al reconocer la batalla y seguir el consejo de Rabi Najman, ganaremos la batalla y tendremos el mérito de reconstruir la santa ciudad de Jerusalen, que simboliza el corazón perfeccionado en el temor de Di-s.

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