Aferrate a la alegría!

No dejes que la mala inclinación te mienta ni te arroje al pozo de la desesperación. Tienes que aferrarte bien fuerte a la alegría no importa lo que pase. Una vez Rabi Najman de Breslev les dijo a sus alumnos: “Aun en el caso de que cometiera el peor pecado del mundo, no perdería la esperanza. Simplemente me arrepentiría y seguiría sirviendo a Hashem con alegría”.

La gente no cree que puede alcanzar la rectificación de su alma simplemente aferrándose a la alegría. Tienen la noción equivocada  de que el arrepentimiento tiene que ser algo triste y melancólico, a pesar de que el Zohar dice que la tristeza proviene del “lado oscuro”. Por eso debemos orar ante Hashem para que nos purifique el corazón de toda tristeza y nos ayude a estar alegres todo el día, pues la alegría es la señal del verdadero servicio Divino.

La persona que se esfuerza por alcanzar la santidad personal debe tener especial cuidado de estar siempre alegre, pues la alegría no sólo es sinónimo de santidad, sino que ES la santidad misma. Tal como mencionamos antes, cuando la persona está alegre, Hashem personalmente le cuida su santidad. Con alegría, la persona tiene la voluntad de orar y de hablar con Hashem en forma extensa, pues la alegría es la mejor manera de conectarse con Hashem.

La persona que no tiene alegría se persigue a sí misma: “Mi plegaria personal fue terrible; mis rezos fueron sin sentimiento. Hashem no quiere escuchar a una persona como yo…”. Ser feliz es un precepto en sí mismo que no guarda ninguna relación con lo que hiciste o dejaste de hacer. Incluso si uno transgredió, eso no altera el hecho de que la Torá lo obliga a estar alegre. Uno siempre puede regocijarse en Hashem y obtener alegría de las mitzvot que puede hacer.

Uno siempre es libre de acercarse a Hashem y aferrarse a Él, tal como afirma el Rey David (Salmos 104:34): “Me alegraré en Hashem”.

Nuestros Sabios enseñan que una mitzvá acarrea más mitzvot, y que una transgresión acarrea más transgresiones. Si una mitzvá cualquiera tiene el poder de desencadenar más mitzvot, entonces la prodigiosa mitzvá de la alegría ciertamente conduce a realizar más mitzvot con gran deseo y presteza. Y viceversa. La tristeza puede arrastrar a la persona al pozo y hacer que siga cometiendo transgresiones, Dios no lo permita.

Uno puede estar alegre aunque le haya ido mal. Primero tiene que aferrarse a la mitzvá de estar alegre, no importa lo que pase. Una vez que logra mantener su alegría, entonces puede arrepentirse con facilidad, pues la mitzvá de estará alegre puede desencadenar la mitzvá de hacer teshuvá. Y si uno hace teshuvá con amor, entonces el pecado se transforma en una mitzvá. Por eso, al aferrarnos a la alegría, los reveses se transforman en triunfos.

Rabi Najman nos advierte que cuando uno está triste, la Presencia Divina lo abandona, pues la Presencia Divina es pura santidad, mientras que la tristeza es el epítome de la falta de divinidad. Por lo tanto, la tristeza en el matrimonio destruye la paz matrimonial, pues el hogar en el que reina la paz matrimonial debe ser un lugar de residencia digno de la Presencia Divina.

Con alegría, uno lo tiene todo en la vida, tanto material como espiritual. Se hace merecedor de buena salud, un adecuado sustento y hacer teshuvá por amor. Esto es medida por medida, ya que un momento de servir a Hashem con alegría es señal de que la persona no está meramente cumpliendo con una obligación sino que está sirviendo a Hashem con todo su corazón. La Redención,