Basta de malos pensamientos!

Todos sabemos que los malos pensamientos son algo terrible. La pregunta es qué podemos hacer para acabar con ellos. Pues bien: lo primero que tenemos que hacer, apenas nos entra en la cabeza un pensamiento desalentador o negativo, es desbaratarlo de inmediato. Uno tiene que decirse a sí mismo: “¡Este pensamiento no proviene de Dios! Dios, Te pido por favor que me conduzcas por Tu camino y que me muestres qué cosas son ciertas. Quiero ir por Tu camino, Dios mío, por favor, apiádate de mí y ayúdame a librarme de estos pensamientos desalentadores de una vez y para siempre! Amo del universo: Te lo ruego, Te lo suplico! Dame las herramientas para que pueda liberarme de estos malos pensamientos, y que sepa qué hacer cada vez que vengan a atacarme!”.

Todos nos enfrentamos a encrucijadas en el camino y nos enfrentamos a situaciones en las que simplemente no tenemos la menor idea de qué es mejor para nosotros. ¿Aceptar esa proposición de trabajo o no? ¿Mudarnos a otra ciudad o tratar de mejorar la situación allí donde estamos? ¿Casarnos con X o no? Cada vez que llegas a una encrucijada en la vida, Dios con muchísimo gusto te va a indicar qué dirección tomar. Solamente hace falta que se lo preguntes.

Esta es una excelente herramienta para superar los malos pensamientos – apenas te viene a la cabeza un mal pensamiento, lo agarras y dices así: “Tú eres algo NEGATIVO, o sea que no vienes de mi Padre. Dios: ¿qué dices de esto? ¿Cómo puedo volver a sentirme alentado y esperanzado?”.

Aquí es donde muchos psicoanalistas van a dar un salto del diván gritando al unísono: “¡Pero eso es reprimir los pensamientos!”, y nos van a citar todos los estudios realizados hasta la fecha sobre el tema, asegurándonos que el hecho de ignorar los pensamientos negativos sin analizarlos a fondo solamente hace que vuelvan y la próxima vez te muerdan con más fuerza.

De acuerdo con las leyes naturales, y el modo estrictamente científico de ver el mundo que tienen los psicólogos experimentalistas, es posible que tengan razón. Según las pruebas que ellos llevan a cabo, ciertamente es muy difícil reprimir con éxito los pensamientos negativos. Pero en realidad no estamos limitados a las soluciones de laboratorio de los psicólogos y las leyes naturales sino que vamos mucho más allá de las leyes naturales a fin de hacer que Dios participe del proceso.

Cuando uno Le dice a Dios: “Amo del universo: yo sé que este mal pensamiento proviene del Lado Oscuro y no de Ti y por lo tanto no puede ser algo real. Necesito enormemente de Tu ayuda en este mismo momento, porque quiero creer en Ti y no en esos locos pensamientos!”.

Recuerda que Dios es la única realidad que existe y que Él puede hacer que los pensamientos se desvanezcan en el aire. Ahora no estás “reprimiendo” nada; más bien, Dios te acaba de salvar de ese pensamiento obsesivo, que acaba de desaparecer para siempre. No es que lo hayas barrido debajo de la alfombra y ya no está al acecho esperando a atacarte con más furia la próxima vez. Este pensamiento se ha ANULADO. Basta. Desapareció!

El pobre paciente cuyo terapeuta no cree en Dios todavía tiene el problema de reprimir los pensamientos, porque todavía está encarando los malos pensamientos como algo real. Y dado que no tiene un Dios al Cual recurrir, y dado que realmente piensa que tiene un “demonio mental” que debe enfrentar él solo, entonces eso es exactamente lo que sucede. Si continúa enfrentándose a ese demonio sin la bendición Dviina y sin la protección Divina, entonces el demonio ciertamente va a volver. Y cuando vuelva, va a traer a su hermano grande con él.

Pero tenemos que dar las gracias incluso por toda la falsedad que encontramos en el camino. Recuerden que el sello de Dios es la verdad. Y cuanot más revelemos la verdad y nos acerquemos a ella, más nos estaremos acercando al Propio Dios. Si no tuviéramos que enfrentar continuamente las pruebas y los desafíos de la falsedad, entonces no estaríamos tratando de buscar lo que es verdadero en nuestras propias vidas. Y jamás llevaríamos a cabo el trabajo necesario para poder aprender a acercarnos a Dios y asegurarnos Su ayuda para poder distinguir lo que sí proviene de Él de lo que no.