En el Jardín del Paraíso

Para un momento y piensa en todas las inconveniencias diarias que te molestan. El cajero del banco se niega a pagarte el cheque. Alguien te ocupó el asiento…

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Rabino Lazer Brody

Posteado en 05.04.21

Para un momento y piensa en todas las inconveniencias diarias que te molestan. El cajero del banco se niega a pagarte el cheque. Alguien te ocupó el asiento…

Najum Ish Gamzu se ganó ese apodo debido a que siempre decía “gamzú letová” – “esto también es para bien”. Muchas veces la gente se queja diciendo “Najum Ish Gamzú fue un santo Tanaíta, un sabio de la era de la Mishná, que además fue el maestro de Rabi Akiva. ¿Cómo se puede esperar que una persona que vive en la actualidad se encuentre a su mismo nivel espiritual? ¡Es imposible considerar un acontecimiento trágico como lo mejor que pudo haber pasado!”.

Es verdad: lógicamente es imposible. Pero dado que la Emuná, la fe auténtica, invalida la lógica, cuando uno tiene Emuná, uno sabe, en lo más profundo de su alma, que todo es verdaderamente para su propio bien.

La Ley Judía exige que confiemos en la Emuná más que en la lógica. La Ley Judía también nos enseña que la capacidad de aceptar las dificultades de la vida con amor no se limita a los pocos Justos selectos que hay en el mundo, sino que esto es inclusive un requisito del judaísmo. El Código de Ley Judía (Shulján Aruj Oraj Jaim, cap. 222) establece que “lo [aparentemente] malo para los siervos de Di-s es su felicidad y su crédito; dado que aceptan con amor todo lo que decreta HaShem, están usando sus dificultades para servir a HaShem con alegría”.

Detengámonos un momento y reflexionemos acerca de todas las otras inconveniencias diarias que nos molestan. El cajero del banco se niega a pagarnos el cheque. Alguien te ocupó el asiento de la sinagoga en el que te vienes sentando hace ya veinte años. El lavarropas que acabas de comprar no funciona bien.

La elección es nuestra: vivir la vida con Emuná o vivirla sin Emuná. El jardín del paraíso o el purgatorio. Al aceptar las pequeñas tribulaciones de la vida con amor, nos estamos haciendo el más grande favor que pueda haber en este mundo. La feroz selva que este mundo muchas veces parece ser de pronto se transforma en un tropical jardín del paraíso.

Rabí Israel Salanter de bendita memoria era un gran piadoso pero vivió una vida de pobreza. Una vez su mujer puso a hervir leche, que era un producto que rara vez se podían dar el lujo de comprar; la leche empezó a hervir con fuerza, llego al tope de la olla y se derramó completamente. En un caso así, una persona sin Emuná se habría puesto a gritar desaforadamente “¡Qué estúpida que eres! Dime algo, ¿no puedes tener un poco más de cuidado?”. Y enseguida se habría desatado una guerra doméstica…

Pero no fue eso lo que ocurrió en la casa de la familia Salant. Rabi Israel le preguntó a su mujer: “Querida, ¿qué te parece que hicimos mal para que merezcamos que nos pase algo así?”. Su mujer pensó unos instantes y se acordó que se había olvidado de pagarle la leche al lechero en el lugar donde solía esconder el dinero. Si la leche no se hubiera derramado, ella se habría olvidado de pagarle y la negligencia en el pago de una deuda es una gravísima transgresión de la Torá. Y lo que es más, el lechero, por respeto a Rabi Israel, tal vez habría sentido vergüenza de pedir el dinero que le correspondía. Y entonces la pareja Salant habría sido culpable de estafar al lechero, Di-s no lo permita! Por eso, ellos se alegraron de que la leche se hubiese derramado, porque eso los salvó de una gravísima transgresión.

Esta historia tiene un final feliz gracias a la Emuná. Sin Emuná, estos cuentitos con final feliz se transforman en grandes dramas con resultados trágicos. Andar por el camino de la Emuná es como andar por un jardín botánico lleno de flores y pimpollos, en el que una flor es más bella que la otra. Por su parte, el sendero sin Emuná es una peligrosa selva repleta de emociones negativas – nidos de víboras de enojo, pantanos de depresión, arañas venenosas de ansiedad, y tortuosas pesadillas. ¿No les parece mejor elegir el jardín?

Mi amado maestro, el Rabino Arush, dice que la Mala Inclinación es “mala” debido a que de ella surge todo el mal y todos los pensamientos negativos. Del mismo modo, la buena inclinación es “buena” debido a que de ella surge todo lo bueno y todos los pensamientos positivos.

¿Cuántas veces nos encontramos en una situación que pensábamos que era la peor, y esperábamos que sucediera una tragedia, y al final tuvimos una agradable sorpresa? ¿Y cuántas veces sufrimos algo que nos parecía terriblemente malo, pero después de unos años nos dimos cuenta de que había sido todo para bien? Al negarnos a permitir que las víboras y las lagartijas de los pensamientos negativos nos invadan la mente desde el comienzo, nos ahorramos una tremenda ansiedad y preocupación, y un tremendo estrés. Y lo peor de todo es que la preocupación, que surge de una falta de Emuná, lo único que hace es empeorar las cosas e invocar juicios estrictos. ¿Quién necesita todo eso?

De nosotros depende – la selva y los nidos de víboras o los jardines tropicales. Yo sé adónde quiero ir y te invito a venir conmigo. La vida con Emuná es aún mejor que un jardín tropical: ¡es el paraíso!
 

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