Entre la Cerámica y el Molde

¿Existe una verdad única y objetiva de cómo vivir? ¿O acaso cada uno de nosotros tiene su propia verdad, según lo que le toca?…

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Malka Rimon

Posteado en 05.04.21

¿Existe una verdad única y objetiva de cómo vivir? ¿O acaso cada uno de nosotros tiene su propia verdad, según lo que le toca?…

 
Entre la cerámica y el molde

¿Existe una verdad única y objetiva de cómo vivir? ¿O acaso cada uno de nosotros tiene su propia verdad, según lo que le toca? ¿Será que la verdad es objetiva, y lo subjetivo es nuestra percepción?

Imaginen un aula donde los estudiantes se encuentran sentados en semicírculo alrededor de un objeto irregular y cada uno tiene que dibujarlo desde su propia percepción. Si quitamos el objeto, y le pedimos a un extraño que venga a ver los dibujos, puede llegar a pensar que se tratan de objetos diferentes dados la disparidad entre los dibujos. Únicamente los estudiantes saben que se trata de un único objeto, absoluto, y que la diferencia en los dibujos se debe a los diferentes ángulos que fue captado.

Nosotros somos como los estudiantes e interpretamos a HaShem según nuestra percepción. Aun así, esto no invalida el hecho de que HaShem y la Torá son una verdad objetiva. Un sabio de la Torá explicó que uno puede vivir en contra o a favor de de Di-s, pero uno no puede vivir sin Él, porque su existencia es real e irrefutable. Lo subjetivo es nuestra percepción, ya que el ser humano está condicionado por sus propios valores, su país, medio socio económico y una lista interminable que se la dejamos a los sociólogos.

Esta escrito que la Torá tiene setenta caras. Esto no significa que cada uno haga lo que quiera e interprete la Torá dependiendo de cómo se despertó esa mañana. Seguir los caminos objetivos de la Torá no atenta de ninguna manera la singularidad del ser, por el contrario, ayuda a cada persona a definirse y conectarse con su verdadera esencia.

Seria como la relación entre la cerámica y el molde. La única manera que tiene la cerámica para llevar su potencia al acto y convertirse en un objeto, es amoldarse. Ese límite es lo que evita que se desparrame por todos lados… Y desparramarse es desperdiciarse. 
 

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