Sobreviviré…

No tengo nada que ponerme entre las montañas de ropa que inundan mi armario, ¿alguien puede ayudarme?

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Tali Mandel

Posteado en 04.04.21

Mi armario está repleto de ropa, gracias a Di-s, pero siempre llega ese momento nefasto en el que me paro delante de las puertas abiertas de par en par y pienso una frase que todas hemos tenido en mente alguna vez en esta situación: no tengo nada que ponerme. Algunas pueden llegar al borde de las lágrimas en estos momentos negros de incertidumbre y a pocos minutos de ir a una cena importante, de salir de casa para ir a trabajar o simplemente a hacer la compra o, lo que es más grave porque nos retrasa de forma innecesaria, a varios minutos de que encendamos las velas de Shabat. ¡Qué grandes tragedias las de cada día!

 

En estos días, esta zozobra incrementa aún más ante la perspectiva de las fiestas. Varios días de iom tov, cenas con amigos y familiares… y el mismo drama cada día. Y es que nunca tenemos suficiente. Por mucha ropa que pueda llegar a acumular siempre resuena en mi cabeza el mismo sonsonete “no tengo ropa bonita” ¿qué será de mí?

 

Nuestra vida está repleta de mini-tragedias como esta, especialmente antes de un día importante. Todas las inseguridades salen a la superficie: la comida que cociné no estará rica, la casa no va a quedar suficientemente limpia, no voy a ir vestida acorde a la ocasión… pero este año he decidido que va a ser diferente. En estos días en los que hacemos autoexamen y repaso de lo que hemos vivido durante el año y las cosas que tenemos que mejorar, definitivamente he decidido que voy a dejar de prestarle atención a minucias de este estilo.

 

Cuando tengo pensamientos negativos e inseguridades de este tipo recuerdo una famosa película que vi hace muchos años, antes de conocer el judaísmo, que se basaba en las vivencias de una mujer soltera de mediana edad que llevaba un diario en el que anotaba todo lo que le sucedía cada día. Durante toda mi vida he llevado un diario, aunque técnicamente no es diario porque no escribo cada día lo mantengo “actualizado” y me sirve mucho para reflexionar sobre los acontecimientos que ocurren a mi alrededor y a mí misma. Cuando vi esta película me resultó curioso que estuviese basada en un personaje lleno de inseguridades tan similares a las que yo tenía en ese momento.

 

En mi caso, no es que anotara las calorías que ingería cada día pero sí me preocupaba mucho mi peso. La protagonista estaba literalmente obsesionada con ese tema aunque la actriz estaba delgada, pero lo más curioso es que para trabajar en esta película ¡¡¡tuvo que someterse a un régimen especial para engordar!!! Cuando leí ese comentario en una revista puse los ojos en blanco, obviamente. Las actrices son tan delgadas que para representar a una mujer de talla media tienen que hacer un régimen específico para ganar peso. La película tiene muchas más cosas que son dignas de mención, como el hecho de que las ganas de la protagonista de tener pareja y formar una familia son continuamente parodiadas y se la retrata como una mujer desesperada por encontrar marido y con absurdos paradigmas obsoletos. Como resultado de esta actitud, no para de ponerse en ridículo una y otra vez y las escenas que provocan vergüenza ajena se suceden a lo largo de todo el film. Pero esto lo vamos a dejar para otro momento.

 

Como decía, me he propuesto dejar definitivamente de prestarle atención a estas menudencias. Ya hace tiempo que comencé con este cambio de actitud y este es un pasito más en mi búsqueda de una vida libre del esclavismo de los medios de comunicación y la sociedad que marca unas pautas de vida que nada tienen que ver con el judaísmo. Por tanto, decido que estas pequeñas inconveniencias del día a día no me van a preocupar, que no le voy a conceder tanto tiempo y espacio en mi mente a estas pequeñeces. Tenemos demasiado que estudiar, que aprender, que crecer espiritualmente como para perder el tiempo en estas cosas. No quiero decir con esto que una deba dejar de preocuparse por su apariencia puesto que es imprescindible estar sano para cumplir mitzvot y es necesario verse bien delante del espejo para estar a gusto con uno mismo.

 

Pero esto no significa que tengamos que ser Miss Universo (ni que los parámetros por los que se otorga un título así sean aceptables), sino que al mirar nuestro reflejo en el espejo debemos ver a una persona con valores, segura de sí misma y con la firme decisión de seguir el camino de la Torá. Algunos dirán que esto no se ve en el espejo, pero esa actitud se ve en la mirada y los ojos nunca engañan, nos dicen si somos sinceros con nosotros mismos y con los demás y si lo que hacemos es de corazón. Para mí, esto es lo verdaderamente importante, esta es la imagen que quiero proyectar de mi misma y para con los demás. ¿Alguien más se suma al reto?

 

Si quieres compartir tus experiencias o preguntas, no dudes en escribirme a tali.mandel.18@gmail.com

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