30 Minutos hacia la Gloria

En lo más recóndito de su ser, cada persona quiere alcanzar la gloria. Pero el problema es que…

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Rabino Shalom Arush

Posteado en 05.04.21

En lo más recóndito de su ser, cada persona quiere alcanzar la gloria. Pero el problema es que…

30 Minutos hacia la Gloria

En lo más recóndito de su ser, cada persona quiere alcanzar la gloria. Pero el problema es que su mala inclinación la tira abajo, diciéndole que son unos perdedores, unos incapaces. Cuánta gente vive sumida en la depresión y la tristeza debido a que creen en la ponzoñosa propaganda de la Mala Inclinación… Como piensan que nunca van a alcanzar la grandeza, hacen cosas que están muy lejos de ser acordes a su verdadero yo.

En el judaísmo, la gloria no significa la gloria material, la gloria de “este mundo”. De hecho, toda la opulencia y las amenidades de este mundo son dolorosamente finitas, pues acaban siendo nada más que polvo y cenizas. Para nosotros, la gloria significa transformarse en un Tzadik, en un Justo y una vasija digna de la luz Divina. La gloria es Moisés o de Rabí Shimon Bar Yojai, cuyos rostros reflejan la iluminación Divina.

Transformarse en un Tzadik (Justo) es algo más fácil de lo que uno piensa. El Talmud dice que incluso si la persona es el peor criminal en toda la ciudad, si esa persona meramente piensa en la posibilidad de hacer Teshuvá (sincero arrepentimiento), entonces en ese mismo momento se la considera un Tzadik total. Este concepto incluso está codificado en la ley religiosa.

“¡Para un poco!”, me imagino que estarán pensando. “¿Acaso una persona que apenas piensa en la posibilidad de hacer Teshuvá puede compararse al Baba Sali o al Jafetz Jaim?. Ahora tiene setenta años de trabajo esforzado por delante de él. Pero lo que ocurre es que una vez que uno solamente desea convertirse en Tzadik, en el Cielo se lo considera un perfecto Tzadik incluso si vuelve a caerse decenas de veces. Lo fundamental es que nunca deje de desearlo.

A esta altura, la mayoría de la gente cae en las garras de la Mala Inclinación, de su mala inclinación. Sí, por supuesto, en Rosh HaShaná y Yom Kipur, los días m'as sagrados del año, sintieron gran inspiración y decidieron hacer mejoras en su vida, pero apenas tropezaron en algún detalle de sus resoluciones del Año Nuevo, la Mala Inclinación les dice: “¡Olvídalo! ¿Qué es esta pavada de cuidar los ojos? ¿Quién te crees que eres, el Ben Ish Jai? ¡Ja, ja, ja! ¿El Rebe de Klausenberg? ¡Ja, ja, ja! ¡Olvídalo, porque nunca lo lograrás! ¡Vuelve al Facebook y pásala bien!”. Entonces estas personas vuelven al Facebook y acaban desperdiciando todo su tiempo, porque siguen igual de deprimidos que siempre.

¿Y qué pasa si caíste? El Rey Salomón dijo que incluso el Justo se cae siete veces, pero vuelve a ponerse de pie. No escuches a la Mala Inclinación. ¡Aférrate a tu deseo, a tu sueño! Todo el tiempo que quieras ser Tzadik, lo eres! Es verdad que todos tenemos nuestros setenta años de gran esfuerzo y duro trabajo para convertirnos en verdaderos Tzadikim, pero mientras lleguemos a eso, no deberíamos perder nunca la esperanza ni renunciar a nuestro deseo.

La gloria consiste en superar los obstáculos más difíciles de este mundo tan bajo y alcanzar la Emuná, la pura fe en el Creador, y la santidad personal. Ésa es toda nuestra función en este planeta: alcanzar la fe auténtica y la santidad personal. La razón por la que estudiamos Torá es para alcanzar la Emuná y la santidad personal. Mucha gente, incluso los propios estudiosos de la Torá, ignora este punto. Un hecho real: la razón por la que todos los estudiantes de Yeshivá en Israel perdieron las prórrogas en el servicio militar es que no  cuidan sus ojos. La razón por la que Israel vive bajo la amenaza existencial de Irán es por toda la promiscuidad  que hay en la tierra de Israel.

La Torá dice que no debemos descarriarnos tras el corazón y los ojos. Rashi explica que dejarse llevar por el corazón es una forma de herejía y dejarse llevar por los ojos es una forma de promiscuidad. La Emuná y la santidad personal son precisamente lo opuesto a la herejía y la promiscuidad. En épocas pasadas, los Tzadikim miraban a la mujer como si esta fuera un poste de teléfono. Hoy en día, la gente vive una vida tan disipada que miran a los postes de teléfono como si fueran mujeres.

Uno no puede ser una persona recta y justa si no cuida sus ojos. El Rey Salomón dice que los ojos ven y el corazón desea (¡¡ojos que ven, corazón que siente!!). Nosotros aprendemos también lo contrario: lo que el ojo no ve, el corazón no lo desea (¡¡ojos que no ven, corazón que no siente!!).

Los hombres se vuelven literalmente locos al mirar a mujeres. Están llenos de lujuria y fantasías; no les queda lugar en el corazón para la Torá y la santidad. Es por eso que la persona que no cuida sus ojos no puede de ningún modo sentir la santidad de la Torá ni del Shabat. Y tampoco puede orar, porque si no cuida los ojos, no puede de ningún modo obtener la verdadera Emuná. ¿Cómo puede la persona tener Emuná cuando tiene el corazón lleno de lujuria y de codicia? ¿Cómo va a tener fe cuando está literalmente pisoteando los Diez Mandamientos? Es por eso que incluso los rabinos o los directores de Yeshivá no pueden ser hombres justos si no cuidan los ojos.

Cuando estaban en el desierto, los Hijos de Israel aprendieron Torá de boca de Moshé. Fueron testigos de fenomenales milagros día a día. Comieron maná, que era el pan enviado desde el Cielo. Sus zapatos crecían junto con ellos y nunca se desgastaban. Las Nubes de Gloria les lavaban y les planchaban la ropa mientras la llevaban puesta. Y así y todo, 24.000 terminaron  metiendo la pata con las hijas de Midián. De no ser por Pinjas, todo el Pueblo Judío habría sido castigado. ¿Cómo es posible que hayan sucumbido a una maldad tan grande? ¿Cómo es que nuestro pueblo sagrado se profanó con las hijas de idólatras?

Muy simple: les faltaba plegaria personal. Uno no puede de ninguna manera cuidar los ojos si no hace a diario plegaria personal. ¿Saben lo que eso significa? Que uno no puede ser un hombre recto si no tiene una hora diaria de Hitbodedút, de plegaria personal en aislamiento, sin excepción. Incluso si uno es rabino de toda una ciudad o un importantísimo director de una Yeshivá, si no hace una hora diaria de plegaria personal, entonces no puede ser un hombre justo.

La tarea que nos urge es tomar treinta minutos al día de esa hora diaria y rogarle al Creador del Universo que nos ayude a cuidar los ojos. Debemos pedirle que nos tenga compasión para que podamos alcanzar la santidad personal en la mente, en el habla y en la acción. La santidad personal empieza por los ojos.

Estos treinta minutos diarios son lo que le va a traer gloria a la persona: de esa forma logrará corregir su alma y tendrá éxito en la misión para la que fue enviado a esta tierra. Todo comienza con un deseo de acercarnos al Todopoderoso. Hagamos de la Emuná y de la santidad personal nuestras palabras clave para este año que acaba de iniciarse. ¡Y que todos tengamos éxito! ¡Amén! 

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1. Ginna

10/29/2016

Q gran artículo! Debemos cuidar nuestros ojos en TODO sentido!

Excelente artículo!… definitivamente debemos cuidar nuestros ojos, para no mirar aquello q no nos conviene y más tarde Di-s no lo permita! lo interioricemos en nuestro corazón. Los hombres deben cuidarse del deseo carnal y las mujeres debemos cuidarnos del "mal ojo" de andar fisgonenando la vida del otro, ya sea a através de fb o en el quehacer diario. Q Hashem nos dé el mérito de alejar nuestros ojos y corazón de las cosas q no son de edificación espiritual. Gracias apreciado Rab, sabias palabras.;)

2. Ginna

10/29/2016

Excelente artículo!… definitivamente debemos cuidar nuestros ojos, para no mirar aquello q no nos conviene y más tarde Di-s no lo permita! lo interioricemos en nuestro corazón. Los hombres deben cuidarse del deseo carnal y las mujeres debemos cuidarnos del "mal ojo" de andar fisgonenando la vida del otro, ya sea a através de fb o en el quehacer diario. Q Hashem nos dé el mérito de alejar nuestros ojos y corazón de las cosas q no son de edificación espiritual. Gracias apreciado Rab, sabias palabras.;)

3. Gabriel Garibay

10/27/2016

Gracias CREADOR de Universo por incluso ayudarme a tener fue cuando siento que no tengo

Nuestro Padre verdadero es bueno y nunca nos abandona. He experimentado grandes angustias pero ahora que me he acercado a Di-s y he dejado atrás mi vida pasada llena de errores y pecados; que he leído la palabra y he leído los escritos del Rab Shalom Arush y visto las charlas del Rab Yonatán; siento que el Creador me ha aliviado y salvado, otorgándome el preciado regalo de la fe verdadera. Y no solo eso: me está ayudando paso a paso para ignorar lo vanal y enfocarme en su gloria, que es lo más maravilloso que pueda yo haber experimentado jamás. Qué alegría! Gracias por estos pesares, gracias por las dificultades, gracias por no tener dinero ni poder transportarme…yo espero en ti, Creador Todopoderoso, tú me volverás a salvar! Shalom

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