El Musculo de la Emuná

Hay tantas dietas de moda dando vueltas por ahí, tantas dietas que no funcionan o que hacen más mal que bien o que funcionan pero solamente por poco tiempo…

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Rivka Levi

Posteado en 05.04.21

Hay tantas dietas de moda dando vueltas por ahí, tantas dietas que no funcionan o que hacen más mal que bien o que funcionan pero solamente por poco tiempo…

Estos últimos meses empecé a concentrarme mucho en el tema de la comida sana y de mantener una dieta nutritiva. La verdad es que nunca fui alguien que comiera tres medialunas de desayuno; tampoco me gusta el sabor del café; tampoco fumo ni bebo alcohol; apenas si hago comida frita… y pensaba, hasta no hace mucho, que era una persona bastante sana.

Siempre evité hacer todas las cosas que no conviene hacer si uno quiere mantenerse sano. Hace ya varios años que uso solamente aceite de oliva súper-sano para toda la comida y todas las tortas y el pan que preparo. El año pasado, dejé de usar la harina blanca y empecé a usar harina de trigo integral. Hace una eternidad que no compro una botella de Coca Cola o Diet Coca Cola; dejé de usar “monosodium glutamate” hace ya más de cinco años y jamás, pero jamás, uso margarina.

Ergo, tendría que ser una persona increíblemente sana, ¿no? Eh… bueno… no. Pero ¿por qué? Porque si bien fue un buen comienzo no comer hamburguesas todos los días y usar sal con moderación, eso era solamente la mitad de la ecuación: la mitad que llamaremos los Preceptos alimenticios Negativos – "lo taasé”.
 

Eso quería decir que estaba evitando un montón de los problemas crónicos de salud que afectan a los que verdaderamente comen basura, como por ejemplo, la obesidad, los problemas de piel, las jaquecas y todas las otras consecuencias del consumo de café, azúcar y productos químicos… pero no era exactamente lo que se dice “una persona sana”.

        
 

Entonces HaShem me envió una llamada de atención para que dejara de ser tan complaciente con mi dieta y después de varias semanas de pensar si la comida era en verdad un tema tan importante, de repente me di cuenta de que sí lo es.

Estaba muy bien que me cuidara de observar “todos los preceptos negativos”, pero para sentirme bien de veras, para tener energía, para encontrarme en mi nivel óptimo, también tenía que empezar a observar la otra mitad de la ecuación, o sea, los “preceptos alimenticios positivos”.

Todos sabemos cuáles son esos Preceptos: beber más agua; comer un montón de frutas y verduras, incluyendo brotes de todo tipo de semillas; comer a horas fijas del día, etc.

Una vez que empecé a cumplir con las dos partes de la ecuación de la “comida sana”, verdaderamente empecé a sentirme mucho mejor, gracias a Di-s. Pero al principio recibí muchos comentarios y “resistencia” de los escépticos que no pensaban que comer semillas, espinaca y repollo fermentado y evitar el azúcar y la cafeína y el chocolate lo más posible eran cosas tan importantes…

Yo entendí de dónde venían, porque durante mucho tiempo yo también me cuidé mucho de los “naturistas” y pensaba que todo este asunto rayaba en el fanatismo. Pero después me metí más en el tema y me di cuenta de que todas estas cosas sí hacen una gran diferencia, después de todo…

En ese momento me di cuenta de que mi experiencia con la comida sana (o llamémosla “salud física”) es en cierta forma un calco de la experiencia con la religión que tienen tantas personas (o “salud espiritual”).

Hay tantas dietas de moda dando vueltas por ahí, tantas dietas que no funcionan o que hacen más mal que bien o que funcionan pero solamente por poco tiempo. Entonces ¿qué pasa? La gente se queda muy desilusionada con toda esta charlatanería y decide que es mejor seguir tirando y seguir haciendo lo mismo que hacían antes que engancharse con la “Dieta de Atkins”, o la “Dieta de South Beach” o la “Dieta del Pomelo”…

Desde el punto de vista espiritual, hay tantas “religiones de moda” dando vueltas… Todas, excepto una, han demostrado ser ineficientes o causan más mal que bien o funcionan en forma superficial y limitada.

Entonces la gente con cerebro se da por vencida, porque piensa: “Yo no asalto a abuelas por la calle para robarles el collar de oro ni le soy infiel a mi esposa; tampoco robo… Es suficiente con eso”. Ésos son los “preceptos negativos espirituales”, pero como vimos que ocurre con la comida y la salud física, eso es sólo la mitad de la ecuación y simplemente no basta para mantener la salud espiritual en buen estado a largo plazo.  

El Judaísmo es de origen Divino; los 613 preceptos de los judíos y las Siete Leyes Noájidas de los no judíos fueron diseñados por Di-s para que gozáramos de la mejor salud espiritual posible, es decir, para que estuviéramos contentos, despreocupados, sonrientes, agradecidos, optimistas y calmos. Cada Precepto opera sobre una parte diferente del alma, pero si uno quiere mantener su alma en las mejores condiciones, el alimento espiritual más importante es la “Hitbodedút”: hablar con Di-s.

Hitbodedút es el equivalente espiritual del repollo fermentado y del jugo de zanahorias y de los brotes de alfalfa y del pan integral y de las remolachas: todo en una sola “píldora”.

La persona que habla con Di-s en forma fija desarrolla una gran Emuná (fe en el Creador), que es la más poderosa garantía de salud espiritual (y física…).

Hay tantos escépticos dando vueltas… Te dicen que la Hitbodedút y las enseñanzas de Rabi Najman no logran todo lo que se dice que logran. Te dicen que la mayoría de la gente se las arregla lo más bien sin Hitbodedút (así como la gente que come golosinas y papas fritas se las arreglan lo más bien… hasta el primer ataque al corazón, Di-s nos libre y guarde, o el primer diagnóstico de Diabetes Tipo 2…).

Pero ¿saben qué? Los escépticos en realidad no saben de lo que están hablando. Ellos nunca hicieron el intento y si lo hicieron, duró una semana o dos y entonces se dieron por vencidos.

Yo con el tema de la comida sana me di cuenta de qué es lo que se oculta tras todo el escepticismo: les cuesta cambiar. Cambiar los hábitos que uno adquirió es muy difícil, incluso cuando uno sabe que esos hábitos literalmente lo están matando. De hecho, resulta prácticamente imposible cambiar, porque la verdad es que no estamos en control de nosotros mismos. La que tiene control sobre nosotros es la Mala Inclinación (el Yézer HaRá).

Y eso da miedo…

La mayoría de las personas saben que les cuesta un montón controlarse a sí mismas. Quieren controlarse, pero es demasiado difícil, demasiado complicado, demasiado esfuerzo… Piensen en todos los que hacen la dieta “del yo yo”. Tienen tantos deseos de ser flacos, pero no logran aguantar la dieta más que unas cuantas semanas. Lo mismo ocurre en el ámbito espiritual  -eso es, a menos que Le pidas a Di-s que te ayude. Ésa es la única forma de adherirnos al programa. Todos los días, cuando termino mi hora de Hitbodedút, Le pido a Di-s que me ayude a volver a hacer Hitbodedút mañana. Y Él me ayuda. Les aseguro que me ayuda.

Lo espiritual siempre refleja lo material. Aquello que se nos interpone en el camino cuando queremos comer comida sana es lo mismo que se nos interpone en el camino cuando queremos acercarnos a Di-s.

La sociedad de hoy en día es tan poco sana y está formando tantos “enfermos” que casi perdemos la esperanza. Pero Rabi Najman de Breslev nos enseña que no existe la desesperación en el mundo. Existe una cura para todo lo que nos duele, tanto en el alma como en el cuerpo y esa cura se llama la Hitbodedút, al Plegaria Personal en Aislamiento.

El cuerpo no se vuelve sano de la noche a la mañana. El alma tampoco. Lleva tiempo, esfuerzo, perseverancia y por sobre todo, claridad mental para saber adónde estás yendo con tus decisiones.

Si optas por comer hamburguesas o fumar un paquete de cigarrillos por día, tarde o temprano vas a pagar el precio. Lo mismo ocurre con el alma. Podemos ignorar las necesidades del alma durante años enteros, pero tarde o temprano, pagamos el precio: con tristeza, con depresión, con enojos incontrolables, con constante preocupación y ansiedad, con reacciones viscerales que asustan a los que más amamos.
No es fácil cambiar. Pregúntenle a cualquier adicto a la televisión que fue por primera vez a hacer jogging; pregúntenle a cualquier adicto a los MacDonalds que de repente tuvo que empezar a comer ensalada. Pero el cambio SÍ es posible.

Imagínate que estás contento. Imagínate que estás calmo. Imagínate que estás rodeado por las personas que te aman y a las que tú amas. Mantiene esa imagen en la mente y póntete el equipo de gimnasia espiritual. Llegó la hora de darle un buen entrenamiento al músculo de la Emuná.

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