La Alegría de Vivir

Para probar la alegría de la vida, necesitamos la fe. Quien tiene fe encuentra alegría y consuelo en cada cosa, incluso a través de las dificultades y sufrimientos…

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Rabino Shalom Arush

Posteado en 06.04.21

Para probar la alegría de la vida, necesitamos la fe. Quien tiene fe encuentra alegría y consuelo en cada cosa, incluso a través de las dificultades y sufrimientos…

 
La alegría de vivir
 
La vida es alegría y felicidad. Sólo una persona alegre puede  ser  llamada  “viva”;  vida  significa  alegría.  
 
Muchas personas tienen corazón, pulso y pulmones que funcionan perfectamente, pero carecen de la alegría de vivir, ya que les falta la fe. La vida sin fe no vale la pena de ser vivida; las dificultades más pequeñas hunden al incrédulo en la tristeza, la depresión y la desesperación. Sin la fe, el hombre está siempre preso de preocupaciones, tensiones, confusiones, y de auto- persecuciones.
 
Los ateos son incapaces de entender o afrontar eficazmente las situaciones que van contra sus planes o deseos. Ellos se sienten indefensos en las manos del “destino” y de la “naturaleza”, que los torturan sin causa o razón. Por otra parte, la gente que posee la fe, rara vez pierde la calma, ya que comprende que los períodos difíciles de la vida son para su propio bien. Por consiguiente, estas personas viven vidas alegres y dulces, en este mundo y en el venidero.
 
Los agnósticos y los ateos no tienen ninguna vida en este mundo ni en el venidero. Si observas con atención, encontrarás que bajo una sonrisa artificial, están ansiosos, preocupados, y abarrotados de tensión. Sus vidas están llenas de dificultades inexplicables, de luchas cotidianas de supervivencia, o una persecución interminable tras lo mundano sin saciarse nunca. El creyente, por el contrario, entiende lo que hace en el mundo, y cómo los desafíos de la vida son jalones para su crecimiento personal y espiritual, diseñados para llevar a cabo un objetivo muy definido.
 
Para probar la alegría de la vida, necesitamos la fe. Quien tiene fe encuentra alegría y consuelo en cada cosa, incluso a través de las dificultades y sufrimientos, pues el conocimiento que todo en nuestra vida es un regalo eterno de nuestro cariñoso Padre para nuestro bien, abastece la alegría de vivir que nos da fuerza interior. Con la fe, el hombre es también capaz de colocar las dificultades de esta vida en la apropiada proporción, especialmente cuando mira su objetivo final.
 
La guerra contra Amalek
 
Amalek es el símbolo del mal y un apodo de la Mala inclinación. Su arma principal es el veneno de la duda; él inyecta dudas de fe en la mente y el corazón de la persona. Tan pronto como el hombre comienza a dudar del Creador, inmediatamente enfrenta dificultades concebidas y designadas para que vuelva a buscarle y dirigirse a Él. Y así está escrito (Éxodo 17:7): “Porque probaron al Eterno diciendo: ¿Está el Eterno entre nosotros, o  no?”,  y  en  el  versículo  siguiente  está  escrito: “Y vino Amalek y luchó con Israel en Refidím”. Este versículo viene inmediatamente después del que precede para decir en nombre del Creador: “¡¿Yo siempre estoy entre ustedes, ocupado con todas vuestras necesidades, y ustedes se preguntan: ‘Está el Eterno entre nosotros, o no!?’ ¡Ahora verán! ¡Vendrá ese perro (Amalek) para morderlos – entonces clamarán por Mi ayuda, y ya sabrán dónde Me encuentro!”.
Deducimos de estas palabras dos cosas:
 
a)  La Mala Inclinación ataca al hombre sólo cuando tiene dudas en su fe. Sin embargo, cuando el hombre es fuerte en la fe que el Creador está siempre a su lado, dispuesto a ocuparse de todas sus necesidades, y sólo espera que Le pida lo que necesita – entonces la Mala Inclinación no puede acercarse a él.
 
b) ¡Tan pronto como el hombre pierde su fe, le caen desgracias para estimularle a volver a ella y a clamar al Creador!
 
Está relatado (íd.) que el pueblo de Israel triunfó sobre Amalek sólo gracias a la fe. Cuando Moisés extendió sus manos al Cielo y rezó, Israel tomó la delantera. Cuando Moisés bajó los brazos, Amalek la tomó. Hipotéticamente hay que plantear la pregunta: “¿Acaso las manos de Moisés ganan o pierden una guerra?”. Responden los Sabios que “Mientras el Pueblo de Israel miraba hacia lo Alto con el corazón sometido a su Padre en el Cielo, vencía al enemigo; de lo contrario, perdía”. Por ende, la conclusión es que Amalek supera al hombre cuando este se olvida del Creador.
 
Elevar los ojos al Cielo
 
La esencia de la guerra del Amalek, la Mala Inclinación, consiste en hacerle perder al hombre la fe con el fin de que no levante su mirada hacia el Cielo. Por medio de la fe, el hombre está protegido de la Mala Inclinación. Pero cuando se derriba el muro de la fe, la persona está desprotegida e indefensa. Cuando miramos hacia el Cielo y recordamos al Creador, Él nos ayuda y Amalek es desarmado y no puede controlarnos más.
 
Cada vez que la persona sufre, simplemente puede mirar hacia el Cielo, elevar una plegaria personal al Creador y pedirle ayuda. No existe plegaria que no sea respondida, pues “Cercano está el Eterno a todos quienes Lo invocan, a todos quienes Lo invocan de verdad” (Salmos 145:18).
 
En conclusión, la fe – cuya manifestación práctica es la plegaria – es el arma principal arma para vencer la Mala Inclinación. Por lo tanto, el hombre debe invertir todas sus fuerzas y su energía en la plegaria y en el trabajo sobre la fe.
 
 
Continuará…
 
 
(Extraído del libro "En el Jardín de la Fe" por Rabi Shalom Arush, Director de las Instituciones "Jut shel Jésed" – "Hilo de Bondad")

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