La Avaricia

Una de las repercusiones más graves de la tacañería es la del avaro con respecto a su familia. El hombre tacaño no entiende las necesidades de su mujer y sus niños...

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Rabino Shalom Arush

Posteado en 06.04.21

La Fe y los Rasgos del Carácter – La Avaricia #1:

 
Una de las repercusiones más graves de la tacañería es la del avaro con respecto a su familia. El hombre tacaño no entiende las necesidades de su mujer y sus niños…
 
 
La avaricia es un rasgo muy grave y cruel. Al hombre avaro le gusta el dinero hasta tal punto que su corazón está cerrado para sentir el dolor del prójimo. A causa de esto se conduce con crueldad, no tiene compasión por las criaturas necesitadas y no se acerca a ayudarles con caridad. Hasta no se da cuenta de su crueldad y cree que la justicia está de su lado, porque el amor al dinero le enceguece, como está escrito (Deuteronomio 16:19): “Pues el soborno ciega los ojos de los sabios, y pervierte las palabras de los justos”. El hombre avaro es pues generalmente odiado y todos le maldicen, lo que evidentemente no es una bendición, ni para su vida ni para su dinero.
 
Existen varios tipos de avaros:
 
  • Algunos  son  avaros  sólo  con  los  extranjeros,  no  con sus allegados.
  • Algunos se conducen contrariamente: por fuera son gastadores, pues buscan los honores; pero en sus hogares son avaros.
  • Otros son avaros con todo el mundo; pero para su propio placer están dispuestos a gastar mucho dinero con gran facilidad, mimándose a sí mismos.
  • Y hay avaros con todo el mundo, que tampoco se permiten sacar provecho del dinero que disponen. Ellos esconden su dinero en algún lugar y, finalmente, todo se pierde o queda para el beneficio de otros.
¡Esto es mío!
 
El mal rasgo de la avaricia encuentra su fuente en el concepto de “Con mi propia fuerza y el poder de mi mano logré este acierto” – la errónea creencia que el dinero se consigue exclusivamente gracias al esfuerzo del hombre, le hace creer que le pertenece exclusivamente a él, y quiere guardarlo para sí mismo. Es la falta de entendimiento que el Creador enriquece y empobrece; que si Él quiere que tenga el hombre dinero, aunque lo gaste, siempre seguirá teniéndolo y no habrá nadie que pueda tocarlo, incluso ni un sólo céntimo. Pero si el Creador no quiere que tenga dinero, ninguna astucia será útil y sus esfuerzos por guardarlo serán vanos. Aunque lo esconda en mil cajas de caudales, Él se lo tomará.
 
Un buen marido
 
Una de las repercusiones más graves de la tacañería es la del avaro con respecto a su familia. El hombre tacaño no entiende las necesidades de su mujer y sus niños, es cruel con ellos y no responde a sus carencias. Cada gasto en el hogar le parece superfluo, lo que le lleva a encolerizarse con la gente de su casa, reñir con ellos y amargarles la vida.
 
No existe una aflicción más grande para una mujer que la de tener un marido avaro, porque la esposa por naturaleza necesita la influencia de dinero de su marido. Y hasta cuando el marido es tan pobre que no tiene nada para darle, incluso comprendiendo la situación, esto es muy penoso para ella y le hace quejarse. Con mayor razón, cuando el marido tiene dinero y no es generoso con ella, sino que lo derrocha para sí y para otros.
 
Si el esposo creyera en la enseñanza de los Sabios, que afirman que el que honra a su mujer se enriquece, la honraría, le compraría ropa y adornos, no la criticaría y no se encolerizaría por sus gastos, incluso cuando estos son verdaderamente superfluos. Este hombre debe recordar que: a) la ira causa la pérdida de la subsistencia, b) honrar a la esposa aporta subsistencia.
 
También enseñaron los Sabios que honrar a la esposa es tan importante a los ojos del Creador, hasta el punto que el hombre debe: “Comer y beber siempre por debajo de sus medios, vestirse y cubrirse según sus medios, y honrar a su mujer y a sus niños por encima de sus medios”.
 
Es este uno de los pocos Preceptos donde el Creador exige que el hombre gaste por sobre sus posibilidades. Hasta para el cumplimiento de un Precepto en forma glorificada, nuestros Sabios enseñaron que el hombre gastará sólo hasta un tercio más de su valor, y en muchos lugares se menciona que la Ley Divina no alienta el gasto del dinero.
 
Sin embargo, honrar a la esposa es tan importante, que el Creador le ordena al hombre que aunque no tenga los medios para hacerlo, no se sienta liberado de su obligación, sino que haga todo lo posible para honrarla, rezar por ello, perseverar, esforzarse, e incluso pedir prestado, si tiene la posibilidad real para devolverlo, aunque sea con dificultad.
 
Debemos saber que si el marido tiene la profunda voluntad de honrar a su mujer y a sus niños hasta más allá de sus posibilidades, el Creador seguramente le ayudará y le dará los medios, porque Él le ordenó hacerlo. Lo que no es el caso de otros Preceptos, que incluso si el hombre desea muchísimo cumplirlos por sobre sus posibilidades – por ejemplo, hacer algo muy importante como construir casas de estudios de la Ley Divina y mantener a sus estudiantes – y le pide al Creador que le ayude, no es seguro que su petición sea aceptada, pues Él no le ordenó ejecutar otros Preceptos por encima de sus medios.
 
Por consiguiente, aun cuando el hombre se encuentra en una situación económicamente difícil, nunca le dirá a su esposa: “No tengo dinero”, sino que le dirá: “¡Sí, esposa mía, te compraré lo que deseas, no ahorraré ningún esfuerzo! Yo voy a rezar por ello, y con la ayuda del Todopoderoso recibirás lo que deseas”. Cuando el Creador vea su auténtica voluntad, le ayudará, y merecerá honrar a su mujer y a sus hijos por encima de sus posibilidades.
 
 
Continuará…
 
 
(Extraído del libro "En el Jardín de la Fe" por Rabi Shalom Arush, Director de las Instituciones "Jut Shel Jésed" – "Hilo de Bondad")

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1. Shoshana LM

4/11/2014

Comentario Este artículo me ayuda a agradecer a HASHEM por el esposo que me ha dado nunca me dice no siempre me da lo que deseó yo y mis hijitos. Toda leja HASHEM

2. Shoshana LM

4/11/2014

Este artículo me ayuda a agradecer a HASHEM por el esposo que me ha dado nunca me dice no siempre me da lo que deseó yo y mis hijitos. Toda leja HASHEM

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