La Dolce Vita

¿Por qué hay mujeres que están siempre de mal humor? Muchas veces la mujer no soporta al marido y ni siquiera sabe por qué...

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Rabino Shalom Arush

Posteado en 05.04.21

Estas semanas llamadas “Shovavim”, en que se leemos las parashiot Shemot, Vaera, Bo, Beshalaj, Itró y Mishpatim, son una época muy propicia para mejorar el aspecto de santidad personal.

Todo lo referido a evitar la promiscuidad, el adulterio y demás ramas de la santidad personal es lo que en Kabalá se conoce como “cuidar el cimiento”, ya que cuidar la santidad personal es el cimiento y la base para tener una buena vida  -una dolce vita-  en este mundo y también en el Mundo Venidero.

Al decir “la buena vida” no nos estamos refiriendo a las comodidades materiales, pero estén seguros de que al cuidar la santidad personal uno también está invocando toda clase de bendiciones materiales, como por ejemplo, salud y un buen sustento, entre muchos otros beneficios. Acá nos estamos refiriendo a la “buena vida” que es muchísimo mejor que cualquier cosa que puedan imaginarse, algo que no se puede comprar ni con todo el dinero del mundo. Aquellos afortunados que son “guardianes de la santidad” reciben un boleto VIP a un mundo de placer e iluminación sublime en el ámbito espiritual, que sobrepasa de lejos cualquier placer físico que el ser humano pueda imaginar.

Todos nosotros apreciamos enormemente la virtud de la lealtad. La lealtad empieza por el amor entre marido y mujer, que se extiende también al amor por los hijos, por la familia y por toda la nación. Ese mismo principio de lealtad se aplica también a nuestra relación con el Creador; Él es el Único que nos sustenta y nos provee cada bendición que tenemos en la vida. El pacto sagrado  -el brit, que está grabado en la carne de cada varón judío-  es nuestro pacto de lealtad con el Creador. Por eso nos referimos al brit como “cuidar la santidad personal”, porque al igual que un leal guardia de honor, cuidamos nuestro pacto con el Rey de Reyes.

Recién cuando uno se eleva por encima de su deseo por las mujeres puede empezar a amar a su esposa y gozar de verdadera dicha matrimonial. Esto es exactamente lo contrario a lo que piensa la sociedad moderna. Y es por ese motivo que el divorcio está tan de moda en la actualidad. La santidad personal es un prerrequisito para el amor genuino y permanente (y no la atracción sexual, como tanta gente suele pensar – erróneamente). La relación que gira en torno al deseo del cuerpo es en realidad promiscuidad, no dicha matrimonial. Esa clase de relación no trae como resultado ni hijos buenos ni paz matrimonial.

La lujuria es el principal factor que incide en la creciente tasa de divorcios. La mujer del hombre que no cuida su santidad personal sufre y siempre está malhumorada. A nivel consciente, a ella ni siquiera se le pasa por la cabeza por qué no soporta a su marido. Pero debido a que él no cuida el pacto, ella está programada desde Arriba para oponérsele. Cuanto más él mira a otras mujeres y piensa en ellas, menos ella coopera con él. Inclusive si a nivel consciente ella trata de ser la mejor esposa del mundo, no va a lograr serlo mientras él siga sumido en la promiscuidad. A su vez, por culpa de su lujuria, el hombre no es capaz de amar a su propia esposa. Ella siente esta falta de amor y entonces la relación de hunde todavía más. La clave para el amor no es la lujuria dentro de su propia relación, sino invocar la Divina Presencia en su relación.

El éxito en la relación matrimonial y la gratificación que les dan los hijos a los padres se basan todos en un mismo cimiento: el amor y la lealtad de los miembros de la pareja. Entonces su hogar se transforma en un lugar de amor y de alegría. El verdadero amor no puede comenzar mientras uno sea indulgente en el sentido sexual, pues la indulgencia y la promiscuidad son las formas más extremas de egoísmo. Y el amor es dar, no tomar.

La Torá enseña que Isaac tomó a Rebeca por esposa (Génesis 24:67): “Y él la amó”. Isaac, el santo que se ofreció para ser sacrificado en la Akeidá como un sacrificio para HaShem, ciertamente tenía un perfecto nivel de santidad. Su amor por Rebeca no tenía nada que ver con la lujuria. Así es como cada hombre debe amar a su mujer.

Nuestros libros sagrados están repletos de alabanzas para aquellos que mantienen su santidad personal.

¡Que Dios los corone con todas las bendiciones y con éxito en sus emprendimientos! Amén!
 

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1. Larisa

12/05/2019

Un tema interesante 😊

2. Lucely chan perez

3/09/2019

La pareja

Hashem les permita seguir ayudando a muchas personas.

3. Lucely chan perez

3/09/2019

Hashem les permita seguir ayudando a muchas personas.

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