La Mano Oculta

Daieinu no es solamente una canción infantil sino un soneto que cantamos en el Seder de Pesaj, en el que descubrimos la Mano Oculta

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Rabino Lazer Brody

Posteado en 05.04.21

Una de las canciones favoritas del Seder de Pesaj es la canción llamada Daieinu. Recuerdo que aun siendo un niño que vivía en un barrio judío secular, todos mis amigos cantaban Dai-daieinu, dai-daieinu – todos conocían esta canción tan famosa. ¿Y cuál es el secreto de su universalidad? ¿Cómo fue que Daieinu se volvió tan famosa como la sopa con pelotitas de matzá, que es algo con lo que todos están familiarizados, sean o no religiosos?

 

Antes de responder a estos interrogantes, debemos notar que este sorprendente soneto enumera catorce bondades que Hashem hizo con el pueblo judío, muchas de las cuales o bien ignoramos o bien damos por sentadas. El anónimo sabio tanaíta a quien nos referimos como el Baal Ha-hagadá, el autor y editor de la Hagadá de Pesaj, sabía que la ingratitud es algo tóxico para el alma judía. Incluso el mismo término “judío” en el idioma hebreo, iehudí, significa “el que da las gracias”. Los preceptos de Pesaj y en especial el precepto de la Noche del Seder, constituyen vehículos para expresar nuestra gratitud al Todopoderoso y de todo el Seder, Daieinu lo hace de la manera más bella.

 

Por eso, este año tomémonos cinco minutos y analicemos el contenido de Daieinu. Las letras negritas son nuestra traducción de la plegaria original y la explicación figura en letras normales. En el soneto original no hay números, pero los hemos agregado a fin de demostrar el efecto cumulativo:

 

¡Cuántos favores nos ha prodigado el Eterno!

 

  1. Si nos hubiera sacado de Egipto pero no les hubiera impuesto grandes juicios – daieinu, nos habría bastado! A veces la gente se salva de las manos de sus opresores pero no ven su caída. Hashem no sólo nos permitió ver la caída de los egipcios sino que también vimos cómo Él les impuso graves castigos y, al hacerlo, les hizo una advertencia a nuestros futuros opresores de que ellos también iban a correr un destino similar. La historia efectivamente demuestra que siempre sucede esto mismo.

 

 

  1. Si Él hubiera impuesto grandes juicios contra ellos, y no contra sus ídolos, daieinu, nos habría bastado! Los otros paganos del mundo sostenían que Hashem tenía poder contra seres de carne y hueso pero no contra sus ídolos, Dios no lo permita! Al destruirlos, Hashem les demostró que era mentira. Siendo Él nuestro Dios, Hashem eleva el prestigio de aquellos que creen en Él.

 

 

  1. Si hubiera demolido sus ídolos, y no hubiera matado a sus primogénitos, daieinu – nos habría bastado! Los paganos y los herejes todavía negaban el concepto de la Supervisión Divina. Pero cuando Hashem atacó a los primogénitos de Egipto, Él demostró una medida doblemente milagrosa de Supervisión Divina, porque hizo una distinción entre los que eran primogénitos de padre y los que no, y entre los primogénitos judíos y los que no lo eran.

 

 

  1. Si hubiera matado a sus primogénitos y no nos hubiera dado sus riquezas, daieinu – nos habría bastado! Como si no fuera suficiente con que Hashem nos libere de la esclavitud en Egipto, Él también nos dio retroactivamente todo el dinero que ellos nos tendrían que haber pagado por todo el trabajo que hicimos para ellos.

 

 

  1. Si nos hubiera dado sus riquezas y no nos hubiera dividido el mar, daieinu – nos habría bastado! Los débiles de emuná habrían seguido diciendo que el hecho de recibir la fortuna de los egipcios era un simple asunto de justicia social o algo del destino. La división del mar le demostró al mundo entero que Hashem en forma personal anula las leyes de la naturaleza, el destino y la lógica a fin de obrar milagros para Israel.

 

 

  1. Si nos hubiera dividido el mar y no nos hubiera llevado por tierra seca, daieinu – nos habría bastado! Aquí Hashem nos muestra un milagro tras otro. Sí, el mar se partió, pero el lecho marino tendría que haber quedado como un montón de barro difícil de atravesar. Sin embargo, cuando Israel pasó, el suelo estaba perfectamente seco.

 

 

  1. Si nos hubiera llevado por tierra seca y no hubiera ahogado a nuestros opresores, daieinu – nos habría bastado! Si bien el lecho marino era tierra seca cuando pasó Israel, volvió a su estado natural barroso cuando entraron los egipcios. De inmediato, sus carruajes se dieron vuelta y una vez que quedaron atrapados, los muros de agua se les cayeron encima.

 

 

  1. Si hubiera ahogado a nuestros opresores y no nos hubiera proveído nuestras necesidades en el desierto durante cuarenta años, daieinu – nos habría bastado! Como si no fuera suficiente con que Hashem nos rescate de nuestros opresores, también nos continuó proveyendo el sustento en forma milagrosa – no en EEUU o en Suiza – sino en el desolado Desierto del Sinaí!

 

 

  1. Si nos hubiera proveído nuestras necesidades en el desierto durante cuarenta años y no nos hubiera alimentado con el maná, daieinu – nos habría bastado! Hashem podría habernos dado de comer pan con agua, pero en lugar de eso, Él nos proveyó milagrosamente el sublime manjar del maná, el pan enviado del Cielo, que en sí era milagroso de muchas maneras. El maná tenía el sabor que uno quisiera…

 

 

  1. Si nos hubiera alimentado con el maná y no nos hubiera dado el maná, daieinu – Hashem nos dio una porción doble de maná el viernes para que no tuviéramos que preocuparnos pensando de dónde íbamos a obtener comida en Shabat. Quién puede estimar siquiera el regalo invalorable de un día semanal de descanso para el cuerpo y el alma, que son tan propicios para acercanos a Hashem?

 

 

  1. Si nos hubiera dado el maná y no nos hubiera acercado al Monte Sinaí, daieinu – nos habría bastado! Para acercarnos aún más, Hashem Se reveló ante toda nuestra nación en el Monte Sinaí.

 

 

  1. Si nos hubiera acercado al Monte Sinaí y no nos hubiera dado la Torá, daieinu – nos habría bastado! Como si no fuera suficiente con que Hashem Se revelara ante nosotros, Él también nos dio el Libro Sagrado que constituye el secreto de nuestra inmortalidad a pesar de todo lo que nos ha acontecido a lo largo de la historia.

 

 

  1. Si nos hubiera dado la Torá y no nos hubiera traído a la Tierra de Israel, daieinu – nos habría bastado! Como si la Torá no fuera el más preciado regalo que nos dio Hashem, Él nos trajo especialmente a la Tierra de la Emuná, con toda su santidad inherente, que es el lugar más ideal en todo el planeta para cumplir con los preceptos de la Torá.

 

 

  1. Si nos hubiera traído a la Tierra de Israel y no nos hubiera construido el Templo Sagrado, daieinu – nos habría bastado! Ahora estamos aguardando la inminente reconstrucción de nuestro tercer y definitivo Templo Sagrado, que sea muy pronto en nuestros días. Amén!

 

 

Entonces cuánto más tenemos que darle las gracias a Hashem por haber duplicado y triplicado toda la bondad que nos confirió – pues Él nos sacó de Egipto e impuso grandes juicios contra ellos y contra sus ídolos, y mató a sus primogénitos y nos dio sus riquezas y nos dividió el mar y nos condujo por tierra seca y ahogó a nuestros opresores en ella y proveyó nuestras necesidades en el desierto durante cuarenta años y nos alimentó con el maná y nos dio el Shabat y nos trajo ante el Monte Sinaí y nos dio la Torá y nos trajo a la tierra de Israel y nos construyó el Templo Sagrado para expiar todos nuestros pecados. ¿Hay algún motivo específico por el cual el Baal Hahagadá enumeró catorce bondades? Él cita la Torá diciendo que Hashem nos sacó de Egipto con “mano fuerte y brazo extendido”. En hebreo, la palabra mano  – iad – se escribe iud, dalet, que tiene un valor numérico 14. El soneto Daieinu es por lo tanto una alusión a la poderosa Mano Oculta de Hashem que no sólo nos sacó de Egipto sino personalmente nos masajea el corazón y nos mantiene con vida a cada instante. Para ser verdaderamente felices, tendríamos que sentarnos a componer nuestra propia lista de Daieinus, porque una vez que abramos los ojos y veamos todas nuestras bendiciones, y Le demos las gracias a Hashem por ellas, entonces la vida se convertirá en un Paraíso terrenal. Feliz Pesaj!

 

 

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