Ascenso desde el abismo – Parashat Vaieshev

Yosef era un hombre sumamente apuesto –“de bella forma”– y que era muy puntilloso con la manera en que se vestía –“de aspecto bien parecido”.

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Rabino Lazer Brody

Posteado en 05.04.21

“… y Yosef era de bella forma y de aspecto bien parecido” (Génesis 39:6)

 

Utilizando un lenguaje aparentemente doble, la sagrada Torá nos está diciendo que Yosef era un hombre sumamente apuesto  –“de bella forma”– y que era muy puntilloso con la manera en que se vestía –“de aspecto bien parecido”. A primera vista, parecería que Rashi objeta la forma en que se conduce Yosef, pues en su comentario del pasaje citado, Rashi dice que desde el momento en que Yosef pasó a ser el encargado de la casa de su amo, “comenzó a comer y a beber y a enrularse el cabello; Hashem dijo: ‘¿Tu padre está de duelo y tú te enrulas el cabello? Yo incitaré al oso en contra de ti’”. Por supuesto, el “oso” era la mujer de Potifar y el posterior encarcelamiento de Yosef.

 

Yosef sabía toda la Torá entera, ya que él era el principal discípulo de su padre. ¿Acaso podemos concebir que haya transgredido la halajá, la ley judía? Seamos más precisos: Jacob estaba de luto, porque pensaba que Yosef había sido muerto. Yosef no estaba de luto y no estaba por tanto limitado por las restricciones del duelo (como por ejemplo, la prohibición de cortarse el pelo y afeitarse). E incluso si decimos que debería haber sido más sensible a los sentimientos de su padre por una cuestión de piedad, el hecho de que él era el jefe de mayordomos y el administrador de los bienes inmuebles de un funcionario de tan alto rango como Potifar, exigía que mantuviera un aspecto impecable, tal como lo sanciona la Halajá. El Shulján Aruj permite que el doliente se corte el pelo una vez transcurridos los treinta días de duelo; pero para alguien del rango de Yosef sí está permitido cortar el pelo y arreglarse ya a los siete días, cuando culmina la shivá. El Shaj señala que peinarse el cabello no es una cuestión de placer ni de alegría. Por lo tanto, incluso si Yosef mismo hubiera estado de duelo, le habría estado permitdo acicalarse. Y dado que NO estaba de duelo, ¿Por qué Rashi cita el Midrash que aparentemente condena a Yosef?

 

Con la ayuda de Hashem, explicaremos el tema del modo siguiente: los actos de Yosef eran ciertamente en exacta concordancia con la ley judía y eran gratificantes para Hashem. Sin embargo, Hashem está engañando al Satán y preparando el terreno para la futura redención del pueblo judío. El Satán está deseando poder tentar a Yosef por medio de la esposa de Potifar y luego arrojarlo al calabozo. Inconsciente de las intenciones de Hashem, el Satán está chocho: o bien Yosef cae presa de la tentación y es derribado de su exaltado nivel espiritual, o bien lo mandan a la cárcel y pierde toda su influencia y su estatus. El Satán está seguro de que este es el fin de Yosef.

 

Pero lo que el Satán no sabe es que el encarcelamiento de Yosef es el comienzo de su verdadero ascenso al poder y la gloria. Aprendemos entonces una importante lección que es capaz de fortalecer nuestra emuná y nuestra confianza en Hashem incluso en las más difíciles circunstancias: que la peor caída conduce al más grande ascenso. Hashem está a punto de hacer subir a Yosef de su más profundo abismo a su más grande cima, tal como vemos que efectivamente ocurre cuando resuelve el enigma de los sueños del Faraón en la Parshat Miketz.

 

La Mala Inclinación, que es el propio Satán, quiere convencer a la persona de que está perdida y que no hay forma de solucionar sus problemas ni superar sus desafíos, porque la persona deprimida es una persona vencida.

 

Por el contrario, la emuná nos enseña que jamás hay motivos para desesperarse, porque la salvación de Hashem es repentina e inesperada, y a menudo proviene de un lugar que jamás habríamos soñado. Esa es la maravillosa forma en que actúa Hashem.

 

Este es también el secreto del Mashíaj y la Redención. Contemplemos los sucesos que precedecieron al nacimiento del Rey David: Yehuda y Tamar, Boaz y Ruth. Veamos las circunstancia del nacimiento de David, cuando su propio padre pensó que David era un mamzer (bastardo), nacido de una relación prohibida. Estos también son ejemplos de la forma en que Hashem engaña al Satán en que actos aparentemente indignos pasan a ser los precursores de la Casa de David. Y lo que es más, tanto Tamar como Ruth fácilmente podrían haber caído presa de la desespearción, a causa de sus respectivas situaciones. Pero ellas se aferraron con emuná a Hashem y, lejos de desesperarse, alcanzaron los más grandes niveles del pueblo judío, transformándose en las matriarcas del Mashíaj que lo recibamos muy pronto. Amén!!!

 

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