El corazón de cinco estrellas – Parashat Trumá

Un empresario ejecutivo está a punto de realizar un importantísimo viaje de negocios en el que va a tener que reunirse con clientes muy distinguidos...

3 Tiempo de lectura

Rabino Lazer Brody

Posteado en 05.04.21

“Y Me harán un santuario y residiré entre ellos” (Éxodo 25:8)

 

El santuario que Hashem quiere que preparemos para Él no es un santuario de columnas de mármol ni ventanas con vitrales y alfombras rojas. Nuestros sabios interpretan la frase “entre ellos” en el sentido de “dentro del corazón de cada persona”. Rashi añade que el santuario debe ser una “casa de santidad hecha para Mí”. Vemos entonces que existen tres condiciones para preparar un santuario digno de Hashem para siempre, incluso cuando no tenemos el Templo Sagrado, que son las siguientes:

 

  1. El corazón tiene que estar abierto a Hashem
  2. El corazón tiene que ser santo
  3. El corazón tiene que estar programado “para Hashem”, vale decir, Su voluntad debería ser la nuestra.

 

Afortunado de aquel cuyo corazón cumple con estas tres condiciones, porque cuando Hashem habita en el corazón de uan persona, esta vive feliz y en paz, que son los principales beneficios que prodiga la Divina Presencia. Pero cuando el corazón de la persona está tapado o es impuro y está lleno de deseos impuros, entonces esa persona no puede esperar que el Rey de Reyes habite en ella. La siguiente parábola nos ayudará a comprender mejor este concepto:

 

Un empresario ejecutivo está a punto de realizar un importantísimo viaje de negocios en el que va a tener que reunirse con clientes muy distinguidos. Resulta que su secretaria llama al hotel más prestigioso de la ciudad en la que el ejecutivo va a ir de visita y le reserva la suite más exclusiva. El precio por supuesto es exorbitante, pero el gerente del hotel le promete que no lo defraudará. El ejecutivo da su aprobación y la secretara lleva a cabo la reserva de la suite pagando el adelanto correspondiente. La suite quedó reservada.

 

En el día designado, el ejecutivo llega a la ciudad. Una limusina lo conduce desde el aeropuerto hasta el hotel. El ejecutivo se registra en el hotel y recibe la llave de la suite y sube al ascensor que lo lleva hasta el último piso, donde están las suites penthouse que tienen vista panorámica a toda la ciudad y las afueras de la ciudad. Al subir a la habitación, el ejecutivo visualiza lo que esperaba ver: un juego de habitaciones de súper lujo con bar y una pantalla plasma para presentaciones, un finísimo mobiliario y una ventana enorme que da a un balcón espectacular…

 

Imagínense el shock que le da al ejecutivo cuando abre la puerta de la suite y se encuentra con una entrada toda sucia llena de basura tirada por toda la alfombra manchada. La ventana está llena de huellas digitales de grasa y toda la suite apesta a basura y humo de cigarrillo. El ejecutivo trata de abrirse paso entre la basura pero a cada rato se topa con más cáscaras de maní, como si la suite hubiera estado ocupada por una familia de mandriles. Y como si todo eso no fuera suficiente, el ejecutivo entra al dormitorio supuestamente de lujo y en vez de encontrar una cama hecha con sábanas de seda y satén, encuentra una cama toda mugrienta en la que está durmiendo un borracho que no deja de roncar, que ni siquiera se molestó en sacarse los zapatos llenos de barro. Para colmo, cuando el ejecutivo se pone a perseguir al borracho y lo persigue hasta la oficina del gerente, donde va a presentar una ruidosa queja. Pero en vez de tratar de calmar y apaciguar al pobre ejecutivo, el gerente va tras el borracho para pedirle perdón por la molestia…

 

¿No es cierto que esta escena les suena bastante ridícula y tirada de los pelos?

 

Pongámoslo de esta manera: la suite del hotel es el corazón de la persona. El ejecutivo que paga una enorme suma para recibir la suite es Hashem. El borracho es la mala inclinación y toda la basura es toda la basura que tenemos adentro, llámese transgresiones, malos pensamientos, etc. El gerente del hotel es cada uno de nosotros. Imagínense los daños que vamos a tener que pagar por calmar al “borracho”, o sea, a la mala inclinación, en vez de cumplir con la voluntad de Hashem, y en especial cuando Él es el que nos mantiene y nos sustenta a cada instante de nuestras vidas. Qué vergüenza va a sentir esa persona cuando la Corte Divina le muestre a la persona que su corazón fue un garito de cuarta para un borracho en vez de una suite de cinco estrellas para un rey.

 

Les aseguro que no le deseo esto a nadie…

 

Las cámaras del corazón deberían ser las recámaras del Rey, pues esa es la morada indicada para Hashem, y la que Él más desea.

Escribe tu opinión!

1. Jaime

2/16/2018

No entendi

Me podrian explicar mejor la enseñanza?

2. Jaime

2/16/2018

Me podrian explicar mejor la enseñanza?

3. celia steiman

2/12/2016

como se sabe

cómo hacemos para saber que nuestra voluntad es la voluntad de Ha Shem o que estamos cumpliendo con Su voluntad? gracias.

Gracias por tu respuesta

El comentario será publicado tras su aprobación

Agrega tu comentario