El nudo de 24 kilates – Parashat Haazinu

Aquel que hace una buena acción está creando un ángel protector y aquel que transgrede crea un ángel acusador.

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Rabino Lazer Brody

Posteado en 08.11.21

“… todos Sus caminos son justicia…” (Deuteronomio 32:4)

 

Rabí Nisim Yaguen, de bendita y santa memoria, contó la siguiente historia, de fundamental importancia en estos días sagrados:

 

Faltaban ocho minutos para la hora de cierre. Todas las mujeres que habían ido a la mikve esa noche ya habían realizado la inmersión y la encargada, una mujer muy energética de treinta y pico de años, ya había arreglado y limpiado el local. Dado que no había más nadie que atender, decidió cerrar la mikve y en especial porque esa noche tenía que ir a la boda de un familiar en el otro extremo de la ciudad. Mientras cerraba la puerta de entrada con llave, una mujer joven llegó corriendo muy agitada y le exclamó: “¡Oh no” ¡No me diga que está por cerrar! ¡Salí corriendo de casa para venir a la mikve, porque no había quién me cuidara al bebé! ¡Por favor, déjeme entrar, todavía faltan cinco minutos para la hora de cierre!”.

 

“Lo lamento”, dijo fríamente la encargada. “Por hoy ya cerramos. Ya terminé de limpiar y tengo que ir a un casamiento. Si no salgo ahora, no voy a llegar a tiempo”.

 

“Usted no me entiende”, respondió la mujer con tono de súplica, “Yo observo Shabat y pureza familiar, pero mi marido no. Él es un conductor de camión muy corpulento que si hay algo que odia enel mundo es tener que esperar dos semanas cada mes para conseguir lo que quiere. A él no le importa lo más mínimo si yo voy a la mikve o no. Si usted no me deja entrar, él me va a tomar por la fuerza, porque me advirtió que no va a esperar ni un solo día más. Se lo ruego, por favor téngame compasión. Si no me sumerjo hoy, voy a tener el mismo castigo que comer en Yom Kipur, o incluso peor…”.

 

“Lo lamento, no puedo ayudarla. Tendría que haberse preocupado antes de venir más temprano”.

 

“¡Pero si llegué a tiempo!”.

 

“Sí, pero para cuando usted termine, va a ser como media hora después de la hora de cierre, y yo tengo otros compromisos hoy a la noche”, dijo la encargada de la mikve, señalando su ropa de fiesta y su collar de oro, aludiendo a la boda.

 

“¿Pero acaso la mikve no es su obligación principal? ¿Cómo es que no entiende? Yo soy baalat teshuvá (mujer judía que volvió a sus raíces y empezó a cumplir los preceptos) y mi marido no. Si no me sumerjo ahora, mañana va a ser demasiado tarde…”.

 

Todas las súplicas cayeron en oídos sordos. La encargada de la mikve cerró con llave el local y se subió a un taxi.

 

La pobre mujer se quedó allí parada sin poder creerlo, mirando el taxi que se alejaba y entonces prorrumpió en llanto. Sabía perfectamente lo que le esperaba en casa.

 

Nueve meses más tarde, ella dio a luz a un varón. Pero por más que hizo el intento no pudo disciplinar a ese niño tan desobediente, que luego se transformó en un hombre descarado y cascarrabias que constantemente se metía en problemas con todo el mundo.

 

Diecinueve años más tarde transcurrieron desde aquella fatídica noche.

 

La ciudad de Bnei Brak estaba en shock. Una banda de jóvenes delincuentes inventó un sistema de esperar en emboscada a la presa fácil de mujeres yendo a salones de fiestas. Los ladrones corrían detrás de la mujer, le robaban los collares de oro arrancándoselos del cuello. El oro blando y fino generalmente se rompía con facilidad y entonces el ladrón se iba corriendo. Pero esta vez el ladrón tomó un collar grueso y trenzado de 24 kilates del cuello de una mujer de unos cincuenta años y el collar no se rompió tan fácilmente. El ladrón tiró del collar una y otra vez pero la cadena no se rompió. La mujer quiso gritar pero no podía, porque se estaba ahogando. Al final, ella se cayó al suelo. Al ladrón lo atraparon pero la mujer perdió la vida.

 

La víctima era la encargada de la mikve de diecinueve años. El ladron era el joven que había sido concebido la noche en que a su madre no se le permitió el acceso a la mikve.

 

Sí, el final no es feliz. Es aterrador, porque nos demuestra la profundidad de la justicia Divina. Enseña Rabí Eliezer ben Yaakov  en la Ética de los Padres que aquel que hace una buena acción está creando un ángel protector y aquel que transgrede crea un ángel acusador.

 

Nuestros Sabios enseñan que hay ciertas transgresiones que no pueden rectificarse, lo que el Rey Salomón llama: “los torcidos que no pueden ser enderezados”, como por ejemplo, el niño que nace de una relación extramarital, que no puede hacer nada con relación a su estatus de mamzer.

 

Mi querido maestro y guía espiritual, el Rabino Shalom Arush, escribe en su último libro,  En el Jardín de la Pureza, de próxima aparición en español, acerca de las profundas consecuencias que tienen las circunstancias de la concepción en el niño por nacer y en su futuro. Este libro debería ser de lectura obligatoria para cada hombre.

 

En síntesis, a partir de la historia citada podemos aprender cuatro lecciones fundamentales:

 

  1. Que lo bueno o lo malo que les hacemos a los demás tarde o temprano vuelve a nosotros.
  2. Que las circunstancias de la concepción del bebé  -y en especial la pureza familiar– ejercen una profunda influencia en el niño y en su futuro.
  3. Aquellos que ocupan puestos de responsabilidad pública o religiosa deben saber que su función y su primera prioridad es servir al público y que hay cosas que no se pueden comprometer.
  4. Tal como nos enseña la sección de la Torá de esta semana, la justicia de Hashem es absoluta y precisa.

 

Ojalá todos podamos fortalecernos en el servicio de Hashem y especialmente en las mitzvot con el prójimo y que todos seamos sellados en el Libro de la Larga Vida para un maravilloso Nuevo Año. Amén!!

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1. yo

9/22/2018

lindo

Muy lindo ell parasha

2. yo

9/22/2018

Muy lindo ell parasha

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