Nitzavím – Convertir el Mal en Bien

Ellos, que se habían dedicado durante los últimos siete años a elevar los elementos del mundo para santidad, se consagraban ahora a la elevación a un nivel espiritual mayor…

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Rabi Menajem Mendel Schneerson

Posteado en 05.04.21

Ellos, que se habían dedicado durante los últimos siete años a elevar los elementos del mundo para santidad, se consagraban ahora a la elevación de todo Am Israel a un nivel espiritual mayor…

La Parashá de Vaielej nos detalla la Mitzvá de Hakel (congregación del pueblo en Jerusalem). Cuando el Beit Hamikdash estaba en pie, se reunía todo el pueblo ese año, y el rey leía delante de ellos las Parashiot de la Torá conectadas con el tema de "y el pueblo escuchará, y aprenderá y temerá de Di-s".

El Tosefta describe cómo se llevaba a cabo el acto de Hakel. Ese día los cohanim se paraban en las afueras de Ierushalaim, con trompetas de oro en sus manos, haciéndolas sonar, congregando así al pueblo en el Beit Hamikdash. Y concluye el párrafo diciendo: "El Cohen que no tiene una trompeta en sus manos, parece no serlo".

Convertir el mal en bien

Esta última frase requiere una explicación: el servicio de los Cohanim en el Templo consistía en estar siempre listos para servir. El hecho de hacer sonar las trompetas fuera de Jerusalem era sólo una preparación para la Mitzvá de Hakel, y no una parte de la misma. Entonces ¿por qué semejante expresión? Para comprenderlo, debemos primero aclarar cuál es la esencia del servicio del Cohen en el Beit Hamikdash. Una de sus principales tareas era la de ofrendar el Ketoret (incienso). Maimónides explica que esta ofrenda cumplía la misión de quitar los malos olores y convertirlos en agradables aromas. Se entiende que esto también se refiere, como explica el Zohar, a que el Ketoret borraba los restos de impurezas del ietzer hará (instinto del mal).

Siete años de preparación

El Ketoret se preparaba con hierbas que no eran aptas para el consumo humano. Inclusive una de ellas era la "jelbená" (gálbano), que tenía un aroma desagradable. Ella representa a las actitudes deshonrosas y la Guemará opina que se refiere a los malvados. El servicio de los Cohanim consistía en tomar estos elementos despreciables y elevarlos en santidad. El acontecimiento que mostraba plenamente el servicio de los Cohanim era el Hakel. Ellos, que se habían dedicado durante los últimos siete años a elevar los elementos del mundo para santidad, se consagraban ahora a la elevación de todo Am Israel a un nivel espiritual mayor.

La misión

De eso se trataba también la prueba que debía pasar el Cohen: si sentía que éste era su cometido, y salía a congregar al pueblo, demostraba su autenticidad como sacerdote. En cambio, si permanecía en su hogar, y no se preocupaba por el resto de los Iehudim, no parecía serlo. En realidad, cada judío es considerado un Cohen, como dice la Torá: "Ustedes serán para Mí un reino de Cohanim", y entonces la misión de cada judío, especialmente de aquéllos que tienen influencia sobre otros, es de salir a las afueras de la ciudad, despertar al pueblo con las "trompetas", y elevarlos a un nivel superior al que se encuentran, en el cumplimiento de las Mitzvot, hasta que se cumpla lo escrito: " Y cuidarán de hacer todas las palabras de esta Torá". 

– Likutei Sijot, tomo 14, pag 127 – 
 
(Gentileza de www.tora.org.ar)

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