Presta atención! – Balak

Cuando una persona se golpea el dedo con el martillo, no es porque sea mal carpintero. El martillo no tiene la culpa...

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Rabino Lazer Brody

Posteado en 17.03.21

“Y Hashem abrió la boca de la burra…” (Números 22:28)

 

Cuando el Rey David completó el Libro de Salmos, que es el más grande best seller de la historia, obviamente sintió gran satisfacción, incluso demasiada, considerando su elevado nivel espiritual, siendo el ungido de Hashem. Él Le dijo a Hashem: “¿Acaso hay alguna criatura en tu mundo que diga canciones y alabanzas más que yo?”. Hashem no le respondió, sino que le envió un mensajero, una ranita verde, que de repente dio un salto al regazo de David y le dijo: “¡David! No seas tan complaciente, pues yo digo canciones y alabanzas más que tú. Y no sólo eso, sino que además se dicen tres mil parábolas acerca de cada soneto que yo recito, pues está dicho (Reyes I 5:12): “Y él pronunció tres mil parábolas y sus canciones eran mil cinco”. Además, yo participo de una enorme mitzvá – en la playa hay una especie cuyo sustento proviene únicamente  de las criaturas que viven en el agua, y cada vez que tiene hambre, me agarra y me come. Por lo tanto, yo cumplo con el precepto de lo que dice en Proverbios (25:21-22): “Si tu adversario tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale agua de beber, pues acumularás brasas ardientes encima de su cabeza y Hashem te recompensará”.

 

¿Por qué Hashem envió una rana para reprender a su ungido el Rey de Israel?

 

Si hasta el día de hoy lo que más felicidad Le causa a Hashem es que la persona simple recite Salmos, entonces cuánto habrá valorado Hashem toda una vida recitando Salmos y canciones de alabanza por parte del Rey David! El Rey David no tenía ni un solo hueso arrogante en todo su cuerpo, e incluso en el Salmo 18 se llama a sí mismo “un gusano y no una persona”. Pero cuando finalizó el Salmo 150, completando así el Libro de Salmos, sintió una agradable sensación de haber realizado un logro. En su santo espíritu de profecía, él sabía que las futuras generaciones tendrían las palabras de él en sus labios. Sin embargo, como una póliza de seguro para salvarse de hasta el más mínimo trazo de arrogancia, Hashem le envió una rana para que lo reprendiera y al mismo tiempo le demostrara que si una rana puede superarlo en el servicio Divino, entonces que se imaginara cómo sirven a Hashem las criaturas más grandes y más prestigiosas!

 

A diferencia del Rey David, el malvado Bilam era el símbolo de la arrogancia. Todo el tiempo les recordaba a Balak y a sus emisarios que él continuamente Le hablaba a Hashem cara a cara. Se llamaba a sí mismo un “vidente”, jactándose de su don de profecía. Pero tal como nos cuenta la Guemará, la única razón por la que Hashem le confirió poderes proféticos fue para silenciar todo futuro reclamo que pudieran mantener las naciones del mundo, diciendo que si Hashem les hubiera dado un profeta, ellas también habrían podido alcanzar el nivel del pueblo judío. Por lo tanto, Hashem le confirió a Bilam poderes espirituales incluso mayores de los de Moisés. La diferencia entre ambos es que Moisés usaba sus poderes con abnegación, para el bien de la nación y para servir a Hashem mientras que Bilam usaba los suyos para alimentar su propia codicia y su ego y su lujuria. Por eso, cuando Bilam pensaba que podía anticiparse a Hashem, Hashem abrió la boca de la burra para demostrarle que él ni siquiera era capaz de ver lo que veía su burra.

 

Tal vez todos nos riamos de Bilam. Cuando nos volvemos un poco altaneros y empezamos a pensar que somos mejores que los demás, Hashem nos envía nuestra propia versión de la burra de Bilam para que nos ayude a “ubicarnos”. Por ejemplo, nuestros Sabios dicen que cuando un perro le ladra a alguien, probablemente ese día, esa persona habló lashón hara, las malas lenguas, de alguien. La Guemará dice que las mordeduras de serpiente son producto de una transgresión de una ordenanza rabínica. Por el contrario, avistar una abubilla  es señal de que las plegarias de esa persona han sido aceptadas.

 

No sólo las plantas y los animales son mensajeros de Hashem, sino incluso los objetos inanimados. Cuando una persona se golpea el dedo con el martillo, no es porque sea un mal carpintero. El martillo es el mensajero de Hashem que le transmite alguna clase de mensaje, ya que todo proviene de Hashem y todo lo que hace Hashem es con un propósito y es para bien. Por eso, tanto se trate de una rana o de un burro o de una abubilla o de un martillo, Hashem nos está diciendo: “¡Presten atención! Hay aquí un mensaje de gran importancia!”. Los sucesos diarios de la vida son la forma que tiene Hashem de comunicarse con nosotros. Una vez que tomamos conciencia de este dato tan importante, la vida se vuelve muchísimo más significativa y más satisfactoria.

 

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