Un Déficit de Atención

Hace aproximadamente seis años, cuando mi hija mayor tenía seis años y estaba en primer grado, me llamó su maestra y me dio la mala noticia…

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Rivka Levi

Posteado en 05.04.21

Hace aproximadamente seis años, cuando mi hija mayor tenía seis años, me llamó su maestra para darme la gran noticia: que mi hija era súper inteligente, muy dulce, muy despierta, etc etc, pero entonces, como suele suceder, me dio la mala noticia: que ella no era capaz de sentarse en silencio en la clase y que la psicóloga de la escuela le había insistido en que le suministrara Ritalin, que es la droga de “primera clase” para los niños de edad escolar.

Yo hice lo que hacen todos los “buenos padres”: llevé a mi hija a realizar un examen por mi cuenta, que aparentemente “confirmó” que ella sufría de THDA, pero tanto la maestra como yo llegamos a la conclusión de que este resultado obviamente era incorrecto, porque mi hija, cuando quería, era capaz de quedarse sentada varias horas, así que el problema que tenía no era THDA. Tenía que ser otra cosa, pero no sabíamos qué.

En el interín, yo realicé varios cambios importantes en mi vida: dejé de trabajar en el trabajo súper exigente que tenía hasta ese momento y pasé a ser una madre de jornada completa. Saqué el internet de mi casa, lo cual me liberó en forma instantánea tres horas más por día (sin incluir el trabajo). Y Dios me ayudó a aumentar mis plegarias a una hora diaria.

Mi hija terminó el primer grado, la peor de la clase, y sin saber casi leer. Yo le puse  una maestra particular en las vacaciones y recé un montón para que HaShem la ayudara. Y sucedió un milagro: al terminar el segundo grado, ella era la mejor de la clase y leía de tres a cuatro libritos por día.

Por esa época, yo todavía no me había dado cuenta de cuál era el verdadero “déficit de atención”,  o sea, que mi carrera tenía total precedencia por sobre mi hija. Porque incluso cuando estaba físicamente “en casa” con ella, cuando tenía un día libre, o los fines de semana, mi mente continuaba en el trabajo, o en alguna de mis miles de actividades, o estaba ocupada con alguna de mis muchas oportunidades escapistas, como las compras, las actividades sociales o el internet.

La atención positiva que le prodigaba a mi hija era casi inexistente. Las únicas veces que ella gozaba de toda mi atención (negativa) era cuando se ponía mimosa, o le iba mal, o se enfermaba. Y por eso ella todo el tiempo se ponía mimosa, le iba mal y se enfermaba un montón.
Por eso, en cierto sentido, la psicóloga tenía razón: mi hija si sufría de un déficit de atención. Yo, su mamá, no le estaba prodigando ni de cerca la cantidad y la calidad de atención que ella necesitaba. Una vez que eso empezó a cambiar, y una vez que empecé a poner a mis hijos con firmeza en el lugar en el que tenían que estar, o sea, como mi primera prioridad, todos los problemas de “déficit de atención” desaparecieron como por arte de magia.

Hace poco tiempo descubrí un excelente sitio llamado “tóxicopsiquiatría”, que está dirigido por un grupo de médicos psiquiatras muy éticos que están tratando de alertar al mundo acerca de la corrupción que existe en el mundo de la medicina moderna.

En resumidas cuentas, lo que ellos dicen es que todo este asunto de las drogas que alteran la química mental es un negocio multimillonario y que cuantas más personas son diagnosticadas con cierto “problema”, más drogas se venden, y más gente es dependiente de dichas drogas durante años y años.

Según este sitio, uno de cada cinco norteamericanos toma alguna clase de pastilla antidepresiva o antipsicótica, y las cifras continúan aumentando a ritmo alarmante. He aquí algunas citas de la información que figura en dicho sitio:

“La literatura científica demuestra que el 50 % o más de los niños que reciben Ritalín, Focalín, Dexedrine, Adderall y demás estimulantes se vuelven obviamente depresivos, letárgicos, llorosos, pero más fáciles de manejar. Además, se ha demostrado en forma repetida que los estimulantes detienen el crecimiento. No sólo eso, sino que los estudios realizados demuestran que los estimulantes modifican en forma permanente la composición química del cerebro, provocando una contracción del tejido cerebral, y predisponiendo a los niños que los consumen a la adicción a la cocaína en la adolescencia, estigmatizándolos con un falso diagnóstico y luego empujándolos a transformarse en consumidores permanentes de drogas psiquiátricas”.

Uhoh… eso suena terrible, ¿no? Pero entonces ¿qué hacemos? Porque el THDA sí es un problema médico, ¿no? Uno no puede simplemente no hacer nada

El Dr. Peter Breggin escribió un artículo en el New York Times hace un par de años, referido a este mismo tema. He aquí un extracto de dicho artículo:

“El diagnóstico de THDA no identifica un genuino transtorno biológico o psicológico. El diagnóstico, obtenido de la edición 2000º del “Manual de Diagnósticos y Estadísticas de Transtornos Mentales” no es más que una lista de conductas que exigen atención en el aula: hiperactividad (“se agita”, “se pone de pie”, “habla en forma excesiva”); impulsividad (“responde en forma precipitada”, “interrumpe a los demás”) y falta de atención (“comete errores por descuido”, “se distrae fácilmente”, “olvidadiza”). Estas son las conductas espontáneas de niños normales. Cuando estas conductas se vuelven inapropiadas para su edad, excesivas, o disruptivas, las causas potenciales pueden ser un montón, incluyendo: aburrimiento, malos métodos pedagógicos, falta de perseverancia en la disciplina hogareña, cansancio o enfermedades físicas latentes. Aquellos niños que sufren de intimidación, abuso o estrés también pueden manifestar estos mismos comportamientos excesivos. Al llevar a cabo un diagnóstico de THDA, estamos ignorando y dejando de buscar aquello que realmente está sucediendo con el niño”.

¿Qué está sucediendo realmente con nuestros hijos? Esta no es una pregunta nada fácil y hace falta mucha valentía y mucha sinceridad para verdaderamente empezar a responderla, porque en realidad, la pregunta no es lo que sucede con ellos, sino lo que sucede con nosotros, sus padres.
 
Y muchas veces lo que pasa es que no queremos saberlo.
 

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1. Corrine

8/06/2023

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3. Arlette

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