De la cocina, con amor!

Hoy queremos invitarlos a preparar pan en casa! ¿Todos listos? Ahí vamos entonces!!

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Señora Silvia Ginerman

Posteado en 05.04.21

El pan es mucho más que un bocado alimenticio.  Tiene mucha espiritualidad, desde que empezamos a elaborarlo hasta que lo saboreamos.

 

Todos sabemos que el pan es una mezcla de harina y agua, algo de sal, fermentada por la acción de la levadura y cocida en el horno.  Así de simple.

 

Parece simple.  Porque después del primer día que amases tu primer pan, no olvidarás más la sensación que viviste al amasar ese bollo tierno y firme, suave y bien formado que tuviste entre tus manos.

 

Cuando lo retires del horno, ya pronto te darás cuenta de que toda tu casa huele a… ese aroma indescriptible de hogar que ahonda en tu corazón y te hará desearlo nuevamente, muchas veces.

 

Si tienes gente joven o niños a tu alrededor, no dudes en invitarlos a amasar contigo.  Es una experiencia que te agradecerán y disfrutarán tan intensamente como sepas transmitir tu sentimiento.  Como mi querida suegra Mashe Z”L supo transmitírmelo a mí.

 

Los cinco sentidos se activan en esta tarea, que genera un múltiple placer:

 

El tacto, al amasar.

 

La vista, al deslumbrarnos con nuestras jalot recién “nacidas”.

 

El gusto, al saborearlas.

 

El olfato, al deleitarnos con su aroma en toda la casa.

 

El oído, al escuchar el aplauso familiar. 

 

¿Qué tal?

 

Los panes pueden ser de harina blanca, de centeno, de harina de maíz, salados o dulces, o “dulzones”, con pasas de uva, fruta seca o glaceada, especiados o aromatizados, enriquecidos con huevos, o con leche o con manteca láctea o margarina vegetal.

 

Hasta podemos preparar panes planos, sin levadura.  O con levadura fresca y en polvo combinadas, para que quede aún más esponjoso.  Los cocinamos en horno convencional, o en horno de pan, o al vapor, o en una sartén.

 

Todas estas variedades que podemos lograr nos tientan a empezar.  Pero lo más importante, lo que es insustituible para asegurarnos un resultado exitoso es un solo ingrediente: mucho amor.

 

Tanto como el que ponemos al escribir estas páginas.

 

¡Suerte y felices panes, amigas!

 

 

 “La mesa luce de fiesta si hay una jalá en el medio.  Si es para Shabat, pondremos dos jalot juntas.  El pan trenzado, nuestra jalá, tiene un significado muy claro: los brazos entrelazados, que siempre transmiten amor.  Nuestra jalá, también.  Esta es una mitzvá (buena acción, deber) que está a cargo de la mujer de la casa: ella es la que prepara esos dos panes de Shabat, en recuerdo de la doble porción de maná que los israelitas recogían en el desierto la víspera del sábado.  Los cubrimos con un mantelito bordado.

 

                                 JALA O PAN TRENZADO

 

Ingredientes

 

1 kg. de harina

 

½ taza de agua tibia

 

25 gr. de levadura fresca

 

1 cucharadita de azúcar

 

2 huevos

 

1 cucharadita de sal

 

½ taza de aceite

 

½ taza de azúcar

 

 

Elaboración

 

En un recipiente pequeño, ponemos el agua tibia con la cucharadita de azúcar y la levadura.  Revolvemos con una cuchara, hasta que la levadura se disuelva bien.  Dejamos así hasta que la levadura se despierta y se espuma toda la superficie del agua.

 

Ponemos en un bol grande, en forma de corona, la harina menos ½ taza que reservamos para amasar.

 

En el medio volcamos el agua tibia con la levadura espumada.  Le acercamos de a poco harina, hasta formar un “pancito” bien tierno.  Dejamos descansar ½ hora, así empieza a “trabajar” la levadura.

 

Agregamos luego los huevos batidos con tenedor, 1 cucharadita de sal, aceite y azúcar.

 

Mezclamos con toda la harina agregando agua tibia de a poquito, mientras absorba.

 

Formamos una masa blanda y elástica y procedemos a amasarla sobre la mesa, con ambas manos, con energía y amor.

 

Volvemos la masa al bol, la tapamos con un pañito y la dejamos en lugar tibio durante 1 hora, para que leude.  Cuando vemos que se agranda al doble de su tamaño original, tomamos la mitad de la masa, volvemos a amasarla muy poco, solamente para quitarle el aire que se formó dentro.

 

Trabajando así la masa, la dividimos en dos partes primero y luego en tres partes cada una y formamos un cilindro de aproximadamente 2 cm. de diámetro, con cada una.  Unimos los tres cilindros en un extremo, trenzamos y juntamos formando el final.

 

Procedemos igual con la otra mitad de la masa, formando dos jalot.

 

Aceitamos apenas una placa de horno y colocamos las jalot.  Las dejamos descansar 15 minutos, mojamos la superficie con agua, solamente pasando la mano mojada y cocinamos en horno moderado, hasta que se cocinan y empiezan a dorarse.  Las retiramos, pintamos con yema diluida en agua y volvemos a poner en el horno, hasta que terminen de dorarse bien parejas y comprobemos que están completamente cocidas.

 

El mejor control de cocción que conozco es darlas vuelta sobre una mano y golpear suavemente con el otro puño cerrado.  El ruido a “hueco” nos dará la pauta de que están a punto.  Cuidado de no quemarse, nada más.

 

¡Están todos invitados a preparar jalot en casa y enviarnos sus comentarios! 

La gastrónoma Silvia Ginerman es autora de un excelente libro de recetas de la cocina judía, La Pasión por el Sabor, que pueden conseguir haciendo clic aquí.

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