Los Milagros y la Medicina

Les voy a decir algo que seguramente los va a sorprender: ¡Las leyes de la naturaleza muchas veces no se aplican al campo de la medicina!

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Rabino Shalom Arush

Posteado en 18.03.21

Les voy a decir algo que seguramente los va a sorprender: ¡Las leyes de la naturaleza muchas veces no se aplican al campo de la medicina!

Les voy a decir algo que seguramente los va a sorprender: ¡Las leyes de la naturaleza muchas veces no se aplican al campo de la medicina! Pensemos por ejemplo lo siguiente: en el momento en el que la persona realiza ajustes espirituales en su vida, entonces sucede que de forma inmediata e inexplicable su salud cambia dramáticamente para bien, sin ninguna clase de intervención médica. Pero si, por otro lado, las leyes de la ciencia natural se aplican también a la medicina, entonces incluso después de que uno hizo estas correcciones a su vida, ¿no tendría que esperar a que el proceso natural surta efecto? ¿No tendría que tomar también remedios? ¿Y qué ocurre con aquellas situaciones en las que el daño hecho es irreversible de acuerdo con las leyes de la medicina?

Pero los hechos hablan por sí mismos: una y otra vez vemos que en el momento en el que la persona hace los cambios necesarios en su vida, de inmediato su salud empieza a mejorar en forma drástica, como en un flash, sin tener que esperar a que ocurra ningún proceso de curación. Sin embargo, también ocurre lo contrario (desgraciadamente): cuando la persona no dio pasos espirituales a fin de decretar un decreto Divino, entonces incluso cuando un cierto remedio tendría que funcionar, no sirve de nada. Los médicos también afirman esto mismo: que muchas veces, sin que exista ninguna explicación, un paciente que lógicamente no tendría que sobrevivir se recupera por completo una vez que ha aceptado cambiar por completo su forma de vida. Yo también he visto con mis propios ojos cientos de casos en los que guié a pacientes a que realizaran cambios específicos y una vez que siguieron mis instrucciones en forma explícita e hicieron teshuvá, se recuperaron en forma inmediata y drástica.

Y también hablo en base a mi propia experiencia personal. Yo soy testigo de cómo la naturaleza cambió en forma repentina y drástica una vez que entendí lo que tenía que arreglar. Un Shabat, una de las encías se me inflamó mucho, lo cual era señal de una obvia infección. El dolor era insoportable. Le dije a mi familia que estaba seguro de que iba a tener que someterme a un tratamiento de conducto. Ellos me dijeron: “¿Qué? ¿Vas a ir al dentista en Shabat? ¿Está permitido hacerse un tratamiento de conducto y sacar las raíces de la muela en Shabat?”.

“Sí”, les respondí yo. “El dolor es insoportable. Me tengo que tratar de inmediato las raíces de la muela. ¿Acaso uno tiene que soportar semejante sufrimiento en el santo Shabat? Ahora mismo voy a ir a ver al mejor dentista, al dentista más eminente, para que me trate las “raíces”: ¡voy a hablar con HaShem!”. Entonces fui al campo que tenía más cerca de mi casa y me puse a hablar con Él, pidiéndole que me mostrara cuál había sido el pecado que me había hecho inflamar la muela. Me examiné espiritualmente y analicé mis actos y no dejé de buscar hasta que encontré la razón por la que había sido castigado. Y apenas hice teshuvá, la inflamación desapareció como por arte de magia y el dolor se esfumó, sin ningún antibiótico y sin ningún “proceso de curación”. Una vez que arreglé lo que necesitaba arreglo, aquello que me habían enviado para que me despertara, el dolor y la inflamación desaparecieron como si nunca hubieran existido.

Tres veces al día rezamos ante HaShem con silenciosa devoción en la plegaria llamada Amidá (que significa “de pie”, porque esta plegaria se dice de pie). La Amidá consiste de tres partes: la primera parte está compuesta de tres bendiciones de alabanza, en la que establecemos nuestra relación con HaShem. La segunda sección consiste de una cantidad de pedidos personales y comunitarios y después, antes de despedirnos, en la tercera parte, Le damos las gracias a HaShem por todo lo que nos dio.

Para poder comprender esto mejor, pensamos en el sirviente que depende de su amo para todas sus necesidades. Pero aunque este sirviente tiene necesidades muy específicas, antes de pedir nada, primero necesita alabar a su amo, y al hacerlo, establece su relación con él. Luego, una vez que derramó su corazón ante su amo, y le pide todo lo que necesita, ahora, antes de retirarse, le dice “gracias” por todo lo que recibió o lo que está seguro que va a recibir.

En la sección intermedia de la plegaria de la Amidá hay una plegaria para curación, que concluye con las palabras “Bendito eres Tú, HaShem, el Doctor de los enfermos de Israel”. La pregunta es si esto es suficiente alabanza para HaShem. ¿No sería más apropiado mencionar que Él cura a todos los enfermos? Esto puede explicarse del modo siguiente:

El Sagrado Zohar nos dice que el Santo Bendito Sea miró la Torá y creó el universo. Por lo tanto, todas la naturaleza opera de acuerdo con la Torá y cada pecado que se comete en contra de la Torá crea un conflicto entre el Hombre y la naturaleza. Por eso, toda persona que va en contra de la Torá causa un vacío y una falta en el mundo, ya que los preceptos positivos estimulan la bendición y los preceptos negativos evitan que ocurran daños. Por eso, la persona que transgrede un precepto positivo hace que la abundancia no llegue y el que transgrede un precepto negativo está incluso dañando el universo de manera significativa.

No se trata aquí de recompensa o castigo. Así es la naturaleza, y de acuerdo con sus actos, el Hombre o bien trae abundante bendición al mundo, o bien lo contrario, ¡Dios no lo permita! Tal como nos enseña la Torá (Devarim 11): “He aquí que pongo hoy ante ti: la bendición y la maldición. La bendición, cuando escuches los preceptos de HaShem tu Dios, que te he mandado hoy, y la maldición, si no escuchas los preceptos de HaShem tu Dios…”.

Es como alguien que pone la mano en el fuego, y la mano se quema. ¿Acaso alguien tiene la culpa fuera de él? ¿Acaso él puede afirmar que eso es algo injusto? ¡Por supuesto que no! Es obvio que esa es la forma en la que opera el mundo: si metes la mano en el fuego, te vas a quemar. Por eso, la caída que sufre el pecador no es un castigo, sin más bien una consecuencia necesaria de su necia forma de comportarse.
Pues bien: estos mismos principios se aplican también a la Torá: si transgredes la Torá, ¡te vas a quemar! Pero no cometas el error de pensar que estás siendo castigado: más bien, lo que ocurre es una consecuencia directa de tu comportamiento basado en la Ley que precedió la ley natural y sobre la cual fue creado el mundo y por la cual este continúa operando: la Torá. Y con la bendición de HaShem, ¡les deseo a todos que disfruten de un año lleno de salud, Amén!
 

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1. isabel

10/13/2013

gracias rabino buen año para usted y para todo breslev gracias por todo y muchisima salud y bienestar Amen shalom

2. isabel

10/13/2013

buen año para usted y para todo breslev gracias por todo y muchisima salud y bienestar Amen shalom

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