¡Aférrense al Comandante!

Muchos de los niños acá en el sur de Israel no saben lo que es una infancia sin misiles. Nosotros, sus padres y abuelos, hemos luchado y vivido más épocas de guerra y turbulencia que lo que podemos co

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Rabino Lazer Brody

Posteado en 05.04.21

“Pero ustedes, los que se aferran a Hashem, su Dios, están vivos hoy” (Deuteronomio 4:4)

Para el pueblo judío, la guerra es algo con lo que tenemos que convivir, tal como nos lo recuerda la realidad tan a menudo. Nuestro enemigo es cruel y siempre está dispuesto a derramar sangre judía. Muchos de los niños acá en el sur de Israel no saben lo que es una infancia sin misiles. Nosotros, sus padres y abuelos, hemos luchado y vivido más épocas de guerra y turbulencia que lo que podemos contar. Sin embargo, a pesar de todas las dificultades, la guerra física no es tan peligrosa como la guerra espiritual. Las víctimas fatales de la guerra espiritual no están internadas en las salas de urgencia de los hospitales sino que son los prisioneros de guerra en un mundo cínico que trata de decirles que nuestra santa fe es algo arcaico o irrelevante, Dios no lo permita.

La Torá nos da un consejo muy simple que es vital para sobrevivir ambas guerras, tanto la física como la espiritual. Existe una manera de evitar las heridas y las emboscadas. Existe una forma de salir triunfantes. Existe una forma de salvar vidas y almas, tanto en este mundo como en el Mundo Venidero. ¡Aférrense al Comandante! En español, los 613 preceptos son llamados “mandamientos”, como los Diez Mandamientos, que también leemos en la parashá de la Torá de esta semana. Al igual que en el ejército, cada vez que tenemos mandamientos, tenemos también un comandante que emite dichos mandamientos. En el caso de los mandamientos de la Torá, Hashem es nuestro Comandante. La Torá promete que aquellos que se aferren a Hashem están con vida hoy! O sea, no serán heridos.

No siempre comprendemos los mandamientos de Comandante, ni entendemos el raciocinio que subyace a dichos mandamientos, pues la sabiduría del Comandante es Divina e Infinita, mientras que la nuestra es humana y finita. Hashem es como el general que se aposta en la montaña y que avista todo el campo de batalla; el soldado de a pie que está parado en el valle no ve toda la escena, y por lo tanto, no está en posición de criticar al general, aunque las órdenes le parezcan ilógicas. Porque si empieza a tomar sus propias decisiones, es posible que pague las consecuencias con su propia vida. La parábola que sigue nos va a ayudar a comprender mejor por qué es tan importante aferrarnos al Comandante, a Hashem, y no apartarnos de Sus mandamientos.

El Teniente Coronel Miller, que era un comandante de batallón de mucha experiencia, estaba conduciendo a su batallón por el territorio del enemigo. El batallón consistía de cuatro compañías de soldados novatos. El sendero de la selva por el que iban avanzando los condujo a un puente colgante de soga  muy estrecho que pasaba por encima de un río.

El comandante de la Compañía A, un tal Allen, que era un capitán graduado del colegio militar muy presumido que casi no tenía experiencia en combate ni en terreno de selva, miró el puente tambaleante y frunció la nariz. Pensó: “¿Por qué voy a poner en peligro toda mi compañía de soldados en un endeble puente de soga? El río no es tan ancho y la bajada al río no es tan pronunciada”. Allen llevó a sus tropas a un costado, y se separó del resto del batallón, bajando al río y empezando a cruzarlo. Pero antes de que se dieran cuenta, cientos de serpientes venenosas, gordas como troncos, los atacaron desde todas direcciones. Las serpientes no dejaron rastros de la compañía A.

El resto del batallón cruzó el puente pero muy pronto se topó con el enemigo. Miller dio órdenes de llevar a cabo un ataque frontal, abalanzarse sobre el enemigo e invadir sus emplazamientos. El comandante de la Compañía C, que se consideraba mucho más astuto que su comandante Miller, evaluó la situación con sus limitadas facultades: “¿Por qué ponernos en una situación de peligro llevando a cabo un ataque frontal? Mejor cavemos aquí en la selva y lancemos fuego de mortero al emplazamiento del enemigo. Y después de que los hayamos “ablandado”, ¡ataquémoslos!”. Los soldados de la Compañía C se quedaron entonces en la selva, pero lamentablemente no llegaron a atacar al enemigo, porque ellos mismos cayeron presa de la emboscada del enemigo.

Mientras tanto, las compañías B y D siguieron al pie de la letra las órdenes del comandante. Y con gran valor atacaron al enemigo, triunfando en la batalla y sobreviviendo para contar el cuento.
 
***
Hashem es el Veterano Comandante que sabe qué es lo mejor para nosotros. Muchas personas piensan que saben mejor que el comandante, y por eso van por su propio camino. Pero vemos con nuestros propios ojos que esas personas no tienen éxito.  Pero cuando nos aferramos al Comandante, nunca perdemos y podemos transitar seguros por nuestras propias luchas en este mundo hasta que finalmente alcancemos la dicha eterna del Mundo Venidero.
 

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