Gracias al ladrón!

Qué pasa cuando un ladrón resulta ser precisamente el que te transforma en un grande de la historia?

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Rajeli Reckles

Posteado en 05.04.21

La base de la emuná, como todos lo sabrán, es que Hashem hace todo para bien. Muchos de nosotros ya conocemos esta enseñanza que salva vidas, pero a menudo nos cuesta internalizarla. Primero que nada, tenemos que entender que dicha internalización exige un reforzamiento diario, igual que un ejercicio físico. Segundo, tenemos que recordar que el aumento de emuná es algo que sucede en forma gradual y que jamás sucederá que de un día para otro seamos bendecidos con una emuná perfecta.

 

Se suele decir que cuando venga el Mashíaj, todos finalmente vamos a poder entender que todo lo que nos sucedió en la vida era para bien. Pero hasta entonces, tenemos que esforzarnos al máximo para fortalecer nuestros “músculos de emuná” con nuestra diaria sesión de plegaria personal. Esa es la única manera – no existen los atajos…

 

Me gustaría contarles una maravillosa historia del gran sabio el Rabino Gershon Edelstein, Rosh Yeshiva de Ponevezh, que ilustra en forma clara los beneficios de tener una emuná fuerte.

 

 

Cuando el Rabino Yejezkel Levenstein, de bendita memoria, ya era muy anciano, ya no podía estudiar. Él tenía una práctica diaria de toda su vida de preguntarse a sí mismo a cada instante: “¿Qué es lo que Hashem quiere que yo haga este preciso instante?”.

 

Un día, le preguntó a Rabí David Jungreiz z”l qué debía hacer, puesto que ya no podía seguir estudiando. Rabí David le citó una sección de Tehilim (Salmos), donde dice: “Y deberían contemplar la bondad de Hashem”.

 

El Rav Levenstein pensó en esa oración unos instantes y de repente exclamó: “¡Qué bondad fue que me robaran!”.

 

Entonces él explicó que, siendo un pequeño huérfano, había trabajado de enviado en una florería para poder mantener a su familia. Así fue como fue ahorrando dinero durante varios años, y con el tiempo logró ahorrar suficiente dinero como para empezar su propio negocio.

 

Un Motzaei Shabat, finalmente decidió que había llegado el momento. El viernes a la tarde, se dirigió a la mikve (baño ritual) como era su costumbre. Al sumergirse en el agua, dejó sus pertenencias sin vigilancia y cuando volvió a vestirse, se dio cuenta de que le habían robado todos sus ahorros del bolsillo!

 

Siendo una persona bendecida con gran visión espiritual, el Rav se dijo a sí mismo: “Esto me demuestra que el dinero no vale nada, porque cualquiera puede robarlo. Pero la Torá que uno estudia, ¡nadie puede robársela! Por eso, lo que voy a hacer es ir a la Yeshiva de Lomza a estudiar Torá”.

 

Dicho y hecho.

 

Hashem, en Su infinita benevolencia, le envió un ladrón para así evitar que Rav Yejezkel se convirtiera en hombre de negocios, y así fue como hizo que llegara a ser el famoso Mashguíaj (supervisor general) de la Yeshiva tan famosa!

 

Ojalá todos tengamos la bendición de fortalecer nuestra propia visión espiritual, y que siempre tengamos en claro que incluso las peores circunstancias, las más difíciles, solamente nos las enviaron para que podamos alcanzar nuestros objetivos de vida. Amén!

 

 

 

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