La Esencia del Tiempo

Al analizar más detalladamente lo ocurrido en la partición del mar nos topamos con algo muy curioso. Según nuestros Sabios el Pueblo Judío no cruzó de un extremo al otro, sino...

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Moisés Waisberg

Posteado en 05.04.21

Al analizar más detalladamente lo ocurrido en la partición del mar nos topamos con algo muy curioso. Según nuestros Sabios el Pueblo Judío no cruzó de un extremo al otro, sino…

La esencia del tiempo
 
Me gustaría enfocar en la transición del Pueblo Judío hacia la libertad.
 
Uno de los elementos centrales de este proceso es la partición del mar de los juncos, donde, según nuestros sabios, la revelación divina fue tan intensa que “aún tus sirvientes observaron lo que no pudieron ver los más grandes de los profetas”.
 
Para muchos de nosotros la partición del mar fue un medio más que un fin en sí mismo, el Pueblo de Israel debía llegar al Monte del Sinaí a recibir la Torá y el sendero escogido por Di-s Todopoderoso fue cruzando el mar.
 
Sin embargo, al analizar más detalladamente lo ocurrido nos topamos con algo muy curioso. Según nuestros Sabios el Pueblo Judío no cruzó de un extremo al otro, más bien entraron y salieron por el mismo lado. Esto nos obliga a preguntarnos, ¿Cuál fue el objetivo principal del milagro?, ahora que sabemos que no fue circunstancial debemos descubrir su valor esencial.
 
El primer indicio hacia la respuesta que deseamos depende de considerar otra dificultad en la narración: cuando Moshé (Moisés) y el Pueblo de Israel se percataron de la magnitud del milagro, entonaron un cántico de alabanza a Di-s. Lo extraño está en que la Torá no dice que “entonces Moshé y los Hijos de Israel cantaron…” sino más precisamente, “entonces Moshé y los hijos de Israel cantarán…”.
 
¿Por qué escoge la Torá un término futuro para expresar algo que ocurrido en el pasado?
 
Rabí Shlomo Itzjaki, más conocido como Rashi, cita como parte de su interpretación un Midrash que enseña lo siguiente: “Este versículo es una alusión directa de la Torá escrita, de que habrá la resurrección de los muertos”.
 
Entonces, no solamente vemos que la partición del mar fue un fin en sí mismo, sino que además contiene la esencia misma de toda la Creación, el fin y objetivo máximo de la existencia del mundo.
 
Ahora tratemos de comprender por qué la partición del mar posee un valor esencial y absoluto y cómo trasciende las amarras naturales de la realidad espacio-temporal.
 
En primer lugar debemos comprender qué es el tiempo según la Torá: Para el ser humano el tiempo es un ciclo que inicia en un punto y sigue una secuencia, en otras palabras el futuro es algo que no existe aún, es lo que sucederá en un punto distante.
 
Sin embargo, la Torá entiende el tiempo como parte de la percepción de la Creación y no como una realidad del Creador. Según la sabiduría esotérica el tiempo es un vector de profundidad no de distancia. Cada instante HaShem crea todo desde la nada absoluta, es decir desde Su esencia atemporal; pero siendo nosotros seres limitados, solamente logramos acceder a la dimensión más externa de la realidad que nos define, es decir la capa natural de causa y efecto que es gobernada por leyes racionales y espacio-temporales.
 
Ahora bien: el Talmud declara que “todo lo que hay en el mar, existe también en la tierra seca”. Mar y tierra son más que dos ecosistemas, son también dos definiciones de la realidad. El mar representa el aspecto profundo e íntimo de cada elemento, su trasfondo espiritual. La tierra en cambio personifica la dimensión expuesta y revelada, la superficie que percibimos incluso en el ámbito material de la Creación.
 
Cuando Di-s partió para nosotros el mar, lo que realmente ocurrió fue que el cisma abismal que separa la verdad subjetiva de la Creación, de la verdad absoluta del Creador; se disolvió permitiendo al ser creado acceder plenamente a la esencia primordial de lo Divino.
 
Si el tiempo fuera una línea horizontal que va desde lo que es hasta lo que será, entonces no habría razón alguna por la que la partición del mar de los juncos impactara el futuro. Pero siendo que el tiempo existe solamente desde la fachada natural del mundo, al acceder en las profundidades más íntimas de la verdad del Creador, descubrimos que el futuro es solamente el núcleo subterráneo que resuena bajo la superficie del presente.
 
El futuro no es solamente la continuación del presente, más bien el mañana es la germinación de la semilla que sembraste hoy.
 
Cuando el elemento terrestre oculto en las entrañas del océano se halla expuesto, podemos ver la esencia primordial de la verdad y no solamente el aspecto que se adapta a nosotros; y entonces descubrimos que el pasado, el presente y el futuro, son todos distintos ángulos de profundidad de la misma verdad primordial.

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