La Señorita “Patas de Pollo”

En la actualidad, ser bella significa que una usa ropa ajustada y que revela más de lo que oculta. No es sorpresa entonces que tantas jóvenes hoy en día sufran de problemas de alimentación y baja auto

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Rajeli Reckles

Posteado en 05.04.21

Hace unos días estaba dándole de comer a mi suculento bebé de dos meses con doble pera y tenía las piernas cruzadas de manera tal que me quedaba la pollera apretada alrededor del tobillo. Parecía como si estuviera usando calzas negras en la parte inferior de la pierna. Antes de que me diera cuenta, mi mente me retrotrajo a muchos años antes, a un lugar que nunca quería volver a ver – el colegio secundario.

Yo odiaba el secundario. Lo o-dia-ba. Pero dejemos ese tema para otra ocasión. Lo que quiero contarles ahora es lo que me pasaba por esta cabeza loca que tengo por aquella época…

En la secundaria, yo era una típica adolescente que usaba ropa típica – demasiado apretada, demasiado corta, y demasiado reveladora. Cada mañana hacía lo que hace cualquier adolescente típica: me lamentaba por el hecho de que no tenía qué ponerme mientras me pasaba una hora entera probando diferentes combinaciones de ropa. ¿Acaso es sorpresa que siempre llegara tarde al colegio?

Pero lo más raro de todo, o en realidad, no tan raro, es que, si bien tenía lindo cuerpo y siempre fui flaca y con curvas, había algo que nunca pude superar. No estaba contenta con mi cuerpo, porque no tenía músculos en la pantorrilla. Mis muslos estaban en total falta de proporción con mis pantorrillas y por eso me llamaban “Señorita Patas de Pollo”.Recuerdo que me pasaba horas enteras en vanos intentos por equilibrar la parte superior y la parte inferior de las piernas. Traté tirando de acá y tirando de allá, pero en vano. Mis piernas se negaban a cambiar de forma. Probé haciendo gimnasia, a ver si de alguna forma mágica pdía aumentar las pantorrillas y reducir los muslos, pero las testarudas de mis piernas no cedieron a mis exigencias.

Estaba resentida con mi mamá por haberme dado sus piernas y con mi papá por no haberme dado las suyas. Con mi  hermana, porque si bien ella tampoco tenía pantorrillas pronunciadas, era más alta que yo y tenía una figura más derecha, así que el problema no resultaba tan obvio en ella. Y con mi hermano, que era el que tenía las piernas más lindas de todos.

Veinte años (¡!!) más adelante, y cinco hijos más tarde, mi cuerpo está en estado de posparto y mis pantorrillas siguen sin hacer aparición. Pero he aquí la diferencia: ¡ya no me molesta! ¿Y por qué?

¡Porque no puedo ver las piernas!

Ahora uso polleras que llegan al suelo, día y noche, así que me olvido de que no tengo pantorrillas. En realidad, lo que hacen las polleras es crear una especie de extraña ilusión óptica, haciendo que la parte inferior de las piernas sean proporcionales a la mitad superior. Todos mis defectos físicos están cubiertos el 99% del tiempo. Y por eso no vivo obsesionada con ellos como antes.

Desde que empecé a vestirme con mayor recato, empezaron a surgir toda clase de “efectos colaterales” muy buenos. Primero, ya no me paso horas frente al espejo. Segundo, no necesito un armario con veinticinco clases diferentes de pantalones. Tercero, no estoy atrayendo la atención de otros hombres. Todos sabemos que esa es la receta para el desastre.

Y lo más importante de todo, no estoy todo el tiempo lamentándome. No pongo un enfoque exagerado en el tema del aspecto físico y los defectos que tengo. Por eso, ahora siento que mejoró enormemente la forma en que me veo a mí misma.

La definición de “belleza” que tiene el mundo ha venido cambiando con cada generación que pasa. En la actualidad, ser bella significa que la joven tiene que usar ropa ajustada y ropa que revele más de lo que oculta. No es sorpresa entonces que tantas jóvenes hoy en día sufran de problemas de alimentación y baja autoestima. Piensen un momento: ¿qué porcentaje de las jóvenes que usan esa clase de ropa realmente tienen el cuerpo que hace falta para esa clase de ropa? El 5 %? El 1 %? ¿Y saben cómo se llama ese porcentaje? Modelos.

Todas las demás jóvenes no hacen más que correr el riesgo de verse ridículas y de acabar con toda su autoestima en el proceso.

Queridas señoras y señoritas: ¿de veras les gustaría sentirse más felices con ustedes mismas? Entonces cúbranse esas piernas y pónganse una enorme sonrisa en el rostro! Y dejen las patas de pollo para la cena…

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1. Roxana

5/08/2016

Antes creía que el físico era lo más importante.

A mi me costo muchísimo entender que el físico no es realmente importante.Cuando empece a trabajar despues de graduarme empece a ser objeto de burlas e indirectas de parte de compañeros de trabajo, pero sobre todo de las mujeres. No soy alguien de que tenga pompas grandes. Antes creía que eso era muy importante para llamar la atención y encontrar a alguien especial para casarme, aun no me he casado aclaro, pero ahora se que Hashem me permitira conocer a una persona que lo ame que cumpla sus mandamientos y no se preocupe de cosas físicas y materiales que al final de nada sirven.

2. Anónimo

5/08/2016

A mi me costo muchísimo entender que el físico no es realmente importante.Cuando empece a trabajar despues de graduarme empece a ser objeto de burlas e indirectas de parte de compañeros de trabajo, pero sobre todo de las mujeres. No soy alguien de que tenga pompas grandes. Antes creía que eso era muy importante para llamar la atención y encontrar a alguien especial para casarme, aun no me he casado aclaro, pero ahora se que Hashem me permitira conocer a una persona que lo ame que cumpla sus mandamientos y no se preocupe de cosas físicas y materiales que al final de nada sirven.

3. Marieste

5/05/2016

jajaja

Jajajaja, da risa, lo de patas de pollo,más que una reflexión seria, es algo gracioso.

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