Las luces de la emuná

Natan me estaba mirando con ojos llenos de furia. Yo estaba tratando de enseñarles inglés a un grupo de adolescentes pendencieros mas sin éxito. No lograba hacer que prestaran atención. Natan en especial se había puesto como objetivo irritarme. Una vez, cuando le dije que guardara su iphone y se pusiera a trabajar, él se puso de pie y empezó a caminar en mi dirección con mirada desafiante. Yo tenía gas pimienta y estaba listo a protegerme a mí mismo. Bienvenido a mi vida de profesor de inglés en una de las escuelas más difíciles de todo Israel.

Hace unos cuantos años, en la segunda guerra de Gaza, el Rabino Brody mencionó varias veces en su charla semanal que Rabí Najman, de bendita memoria, nos enseña que debemos buscar la sabiduría oculta en cada ser creado. La verdad es que nunca entendí del todo cómo se hacía eso; me parecía algo demasiado elevado para una persona simple como yo, pero ahora me gustaría explicar el tema, si me permiten. Y es que durante la guerra el Rabino Brody tuvo que ir al refugio en la ciudad donde vive, Ashdod. Y allí se quedaban hasta que las sirenas terminaban, señal de que podían volver a casa – el peligro había pasado (por el momento). Sin embargo, en una ocasión, unas luces de emergencia se encendieron en el refugio cuando se cortó la luz. Entonces el Rabino se preguntó: “Ok, ¿qué se supone que tengo que aprender de estas luces? ¿Qué significado tienen?”. La respuesta que dio fue brillante y es algo que ha permanecido conmigo durante varios años y que me gustaría compartir con ustedes.

El Rabino explicó que las luces de emergencia simbolizan la necesidad que tenemos de vivir con emuná, la simple y pura fe en que Dios hace todo, que todo es para bien y que cada situación responde a un motivo. Así que podemos aprender que cada vez que se nos presenta un desafío, por ejemplo, que tu marido hace algo sumamente molesto, o tus hijos rompen algo en la casa, o sea lo que sea, que actives tu emuná y te examines a ti mismo antes de sucumbir a emociones negativas tales como el enojo.

Volviendo a la escuela, ¿se acuerdan de Natan, que yo pensé que me iba a golpear? Bueno, les cuento que después de aquel incidente no volví a verlo un mes entero. El pobre cayó en drogas muy pesadas y casi se va de este mundo. Pero el otro día volvió y estaba en clase trabajando como nunca lo había visto antes. Estaba concentrado, respondiendo a las preguntas, pidiendo ayuda – algo increíble! Cuando la clase estaba casi terminando, tuvimos una charla personal acerca de su cambio. Me contó que había tenido una experiencia muy pero muy difícil usando ciertas drogas y que había tomado la decisión de cambiar su vida por completo. Empezó a leer el libro En el Jardín de la Fe del Rabino Shalom Arush y ahora se está fortaleciendo en su judaísmo.

Lo que más me sorprendió fue que Natan utilizó ese mismo principio cuando se encontró en una situación muy estresante. Natan tiene labio leporino (labio partido) y desde que nació los compañeros de clase y los amigos del barrio se han burlado de él. Ahora bien – Natan no es la clase de chico con la que te conviene complicarte… no obstante, la misma semana que empezó a leer En el Jardín de la Fe, un chico empezó a burlarse de él mientras iba saliendo del campus. En reacción, Natan quiso arrancarle los ojos, pero de pronto se le encendieron las “luces de emuná” de emergencia y se tranquilizó y, según me contó después, aceptó que era solamente Hashem presentándole una prueba de su paciencia y su emuná. Natan lo dejó pasar y siguió caminando. ¡Increíble!

Esa misma semana, un día precioso lleno de sol y con millones de flores floreciendo, mientras yo estaba haciendo mi sesión de plegaria personal (hitbodedut) en el Bosque de Jerusalén, miré hacie arriba y me sorprendí al divisar un halcón en el aire, por encima de la colina, sin moverse. Fue algo increíble – estaba en el aire y no se movía. Fue la primera vez que hice la conexión de lo que supuestamente debía aprender. Porque del halcón podemos aprender  que antes de tomar una decisión tenemos que hacer un alto y contemplar nuestros propios actos y pedirle a Hashem que nos ayude, o pedir consejo, y recién entonces actuar. Porque si no nos quedamos quietos, podemos llegar a dar un paso en falso, como hacemos siempre que actuamos sin pensar. Necesitamos tomarnos un tiempo para orar tranquilamente antes de dar grandes pasos.

Queridos amigos: si esto es lo que la emuná puede hacer con nuestro querido amigo Natan, entonces ¿qué puede hacer con ustedes? Empecemos a trabajar sobre nosotros mismos. Dejemos de ser tan reaccionarios y empecemos a responder con la cabeza, no con los instintos. Empecemos a disfrutar de la vida y a vivir nuestra emuná.