Una Mente Sana

El cerebro es como una computadora – funciona de acuerdo con los programas y la información que le suministramos y que almacena en su banco de memoria.

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Rabino Shalom Arush

Posteado en 17.03.21

 La persona es su mente. El cerebro es el verdadero yo de la persona. La mente es lo que distingue a una persona de otra. La persona es el producto del contenido de su cerebro. Una nueva idea que entra al cerebro literalmente cambia el cerebro por completo. Hemos vimos montones de veces cómo una persona cambia en forma drástica con tan sólo leer un libro de emuná o escuchar un CD de emuná.

Con la tecnología con que contamos en la actualidad, el principio antedicho se puede entender muy fácilmente. El cerebro es como una computadora – funciona de acuerdo con los programas y la información que le suministramos y que almacena en su banco de memoria. La computadora más sofisticada del mundo es incapaz de editar una fotografía si no cuenta en su memoria con un programa para edición de fotografías. Además, aunque la computadora esté equipada con los mejores programas y una amplia capacidad de memoria, no va a poder funcionar correctamente  – o incluso puede destruirse completamente – – si resulta afectada por los distintos virus que circulan. De la misma manera, la persona funciona según el contenido de su cerebro. Ella también tiene que cuidarse de los distintos “virus”, los malos contenidos que le destruyen el juicio y el raciocinio.

A la luz de lo antedicho, tenemos que saber que el estudio de la Torá intenso y en profundidad es muy sano para el cerebro. Cada conocimiento de Torá que uno adquiere pasa a ser parte integrante del cerebro. Y si el cerebro es la persona, entonces la persona es la suma de la Torá que ha internalizado su cerebro. Es por esa razón, dice Rabi Najman, que cada pizca de Torá que la persona aprende es un éxito eterno del alma.

Cada vez que tenemos una pregunta acerca de la vida, nos dirigimos a los sabios de Torá de la generación, porque en virtud de la vasta cantidad de Torá que han estudiado, internalizado y puesto en práctica, ellos poseen la perspectiva de la Torá. Y la perspectiva de la Torá nos provee el mejor consejo y la solución óptima para cada problema, y en especial todo lo relacionado con la salud mental y espiritual.

En su introducción al Libro de Proverbios, el Gaón de Vilna escribe que el propósito ulterior de la Torá y los preceptos es el refinamiento del carácter de la persona. Del mismo modo, Rabenu Bejaie ibn Pekuda afirma en “Los Deberes del Corazón” que el principal deber del individuo es internalizar los preceptos que afectan el corazón, como por ejemplo el amor a Hashem y el temor a Hashem. Estudiar Torá como si fuera un mero ejercicio intelectual se considera algo despreciable. El estudio de la Torá en la forma debida debería llevar a la persona a anhelar constantemente por una mejora en su servicio de Hashem.

Es por eso que la Torá es la información que debemos ingresar al cerebro. Y con esto nos referimos al entendimiento simple de la Torá, la Guemará, la Halajá, ética, emuná,  jasidismo y Kabalá (esta última únicamente para aquellos que ya son estudiosos en medida suficiente), cada uno de acuerdo con su nivel.

Pero el estudio de la Torá tiene que “lubricarse” con extensas plegarias, y en especial, con la plegaria personal (hitbodedut). La persona debe orar para que pueda tener el mérito de internalizar y poner en práctica todo lo que estudia. Rabi Najman enfatiza que la persona no puede ser una persona verdaderamente íntegra si no realiza una hora diaria de plegaria personal.

Es de entender por lo tanto que si uno se llena el cerebro de basura, entonces uno también se vuelve una basura, porque cada uno es lo que es su cerebro. Y el que se llena el cerebro de conceptos herejes se está separando de Hashem. Ay de esa persona!!

Todo esto es para ayudarnos a comprender que debemos cuidar las “siete velas” de nuestra “menorá” personal, los siete accesos al cerebro, si queremos mantener la santidad y el bienestar mental.

Para mantener la mente sana, no podemos hablar mal de los demás ni andar con chismes, sino que con la boca debemos alabar a Hashem y hablar de Torá. Las fosas nasales no deben oler el perfume de mujeres desconocidas sino las jalot recién horneadas en honor al Shabat o las especias de Havdalá. Los oídos no deben escuchar malas lenguas y chismeríos sin palabras de Torá y canciones a Hashem. Y por supuesto que los ojos no deben mirar donde no deben.

Rabi Najman enfatiza la necesidad de decir la verdad y evitar las mentiras. Por eso, la  persona que se cuida de lo que dice no va a decir nada que vaya en contra de las leyes de la Torá, porque la Torá es verdad. Esa persona santifica su boca y al  hacerlo, alcanza el máximo nivel de amor  y temor a Hashem. Cuanto más se concentra uno en Hashem más fácil le resultará tener la mente sana.

Ojalá todos tengamos el mérito. Amén!

 

 

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