En busca de la felicidad

Todos tenemos un día triste, un día “de bajón” como dicen algunos. ¿Acaso eso significa que no somos felices o que no estamos contentos con la vida que llevamos?

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Tali Mandel

Posteado en 16.03.21

Todos tenemos un día triste, un día “de bajón” que dirían en algunos sitios. ¿Significa eso que no somos felices o que no estamos contentos con la vida que llevamos?

 

Hay personas que tienen siempre una sonrisa dibujada en el rostro, les admiro sinceramente. A mí me cuesta mucho esfuerzo sonreír cuando me siento mal. Debo confesar que algunas veces me resulta difícil hablar a los demás con un tono alegre cuando realmente me encuentro fatal porque he tenido un “mal día” o simplemente no tengo ganas de estar feliz.

 

Precisamente tener ganas de ser feliz es el punto clave. Cualquiera pensará que hay circunstancias en las que es prácticamente imposible estar feliz, pero no estoy de acuerdo. Si leyeron algo sobre Rabi Najman de Breslev se darán cuenta de que él siempre disfrutó de una genuina felicidad. Incluso cuando su salud estaba deteriorada estaba feliz, hay numerosas enseñanzas de su vida en las que aprendemos que por muy adversas que sean las circunstancias, se puede estar feliz.

 

Sin embargo, la felicidad parece algo inalcanzable para muchos. Hay personas a las que les puede poner tristes que ya no vendan su marca favorita de cereales en el supermercado más cercano a casa y hay personas que continúan teniendo una sonrisa en el rostro incluso cuando en su familia ocurren desgracias, que Di-s no lo permita.

 

La felicidad es una cuestión de actitud. Si pasamos la vida esperando a que la felicidad toque a la puerta de nuestra casa, ya podemos sentarnos en un bonito sillón y acomodarnos durante años para que eso ocurra puesto que en realidad debemos poner de nuestra parte para estar felices. La depresión puede estar provocada por muchas circunstancias tanto físicas como situaciones que suceden a la persona y que no tiene herramientas suficientes para enfrentarse a ellas. La recuperación, no obstante, es un trabajo de superación personal y de cambio de actitud frente a la vida.

 

Ya habrán escuchado el dicho que dice “si la vida te da limones, haz limonada”. Esta no es una enseñanza nueva que se han sacado de la manga unos pocos propagandistas, es una verdad que se lleva enseñando desde los tiempos bíblicos.

 

Para tener profecía, nuestros patriarcas debían estar felices. Si no, la profecía desaparecía. Cuando Hashem le dijo a Abraham que sacrificara a su hijo Itzjak, este se vio obligado a permanecer feliz para continuar en ese estado de profecía. Se preguntarán cómo pudo hacerlo: con emuná. Él sabía que si Hashem le había ordenado semejante cosa, entonces la única respuesta que cabía era hacer Su voluntad. Imagínense que situación tan difícil, el padre que se dirige al monte con su hijo para sacrificarlo. Todos comprenderíamos que nuestro patriarca Abraham hubiera estado triste, pero sin embargo permanecía alegre porque estaba cumpliendo la voluntad de Hashem y, finalmente, una vez que demostró a Hashem su emuná no tuvo que sacrificar a su único hijo.

 

Este ejemplo nos viene grande a muchos de nosotros, pero en nuestra vida siempre hay momentos en los que nos podemos dejar llevar por las garras de la tristeza. Yo pasé muchos años así, y puedo decir que es un punto en el que debo trabajar constantemente. Es parte de mi trabajo personal reforzar mi emuná para tener siempre presente que cualquier cosa que sucede es para bien y que en el futuro lo comprenderé (o incluso si no lo llego a entender, igualmente habrá sido porque era lo mejor para mí). Si miro atrás, los años previos a mi conversión me los pasé muy triste, en una relación que no quería e intentando divertirme haciendo cosas que al final me resultaban vacías y carentes de sentido. Aún entristecida por el fallecimiento de mi padre aún años después de que hubiera dejado este mundo y sumida constantemente en un estado de melancolía, no era capaz de ver que mi vida estaba llena de oportunidades. Hashem con Su infinita misericordia tuvo paciencia conmigo como solamente Él puede llegar a tenerla y me hizo reencontrarme con el judaísmo y tomar las decisiones que me han llevado hoy en día a la vida que tengo, viviendo en Israel como una judía de pleno derecho, amando la Torá cada día más.

 

Gracias a Di-s por Su paciencia, por Su benevolencia y por enseñarnos siempre a superarnos a nosotros mismos y a nuestros miedos y tristezas.

 

Si tienes alguna pregunta o quieres compartir tu historia o inquietudes, escríbeme a tali.mandel.18@gmail.com

 

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1. Patricia

8/05/2019

Gracias Hashem por tu paciencia con nosotros, siempre esperándonos con los brazos abiertos, ayúdanos a estar siempre felices y contentos con lo que tenemos y no tenemos, porque así lo quieres para nuestro propio bien.

Gracias por tu respuesta

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