La emuná y la infertilidad

Al leer En el Jardín de la Fe empecé a curarme. La prueba no había terminado y hasta el día de hoy continúa pero…

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Jennifer Woodward

Posteado en 05.04.21

La infertilidad es una prueba nada fácil.

 

Es un desafío físico, emocional y espiritual. Te exige mucha atención, en forma mensual. Te tiene todo el tiempo esperando y cuestionándote y anhelado y bajando los brazos… para terminar volviendo a repetir el ciclo una y otra vez.

 

Sin emuná, la infertilidad casi me destruyó. En ciertos aspectos, me hizo perderme por completo y después de todos estos años aprendiendo emuná, Hashem continúa reconstruyéndome y reparándome. Me sentía loca de esperar un mes tras otro, año tras año, uno tras otro y siempre decidida a nunca darme por vencida.

 

Mi vida tiene una línea claramente definida – pre emuná y post emuná. Recuerdo muy bien quién era yo antes de la emuná – una mujer tan frágil que hasta el recuerdo me resulta delicado. Tengo serias dudas de que por aquel entonces alguien de mi entorno se hubiese dado cuenta de lo dañada que estaba por dentro a causa de la infertilidad. Por afuera parecía alguien que estaba muy segura de sí misma. Jamás le conté a nadie el tremendo dolor que sentía – sentía que admitirlo iba a ser la gota que colmó el vaso. No importa lo que pasara, estaba decidida a lucir totalmente imperturbable con respecto a la situación. La lucha de la infertilidad combinada con el enorme esfuerzo de lucir “lo más bien” durante años enteros me dejó hecha un trapo de piso. Después de catorce (hasta ese entonces) años de infertilidad solamente seguía en pie gracias a la infinita compasión de Hashem… si bien todavía yo no lo sabía.

 

Al leer En el Jardín de la Fe empecé a curarme. La prueba no había terminado y hasta el día de hoy continúa pero a través de las palabras reconfortantes que leí acerca de la emuná y ese bálsamo que es la hitbodedut (plegaria personal), Hashem me sacó del pozo y me enseñó a resistir la prueba de la infertilidad.

 

En efecto, resistir era lo máximo que podía hacer. Estaba resistiendo, estaba manteniendo mi emuná, estaba manteniendo una actitud positiva y ya no estaba sumergiéndome en las peligrosísimas aguas de la depresión. Pero no estaba aprendiendo la lección de la prueba y por eso no había forma de que pasara la prueba.

 

Para poder pasar las pruebas de la vida, uno tiene que estar dispuesto a aprender las lecciones.

 

Me senté en el suelo, recostándome en la cama de mi hijito, tratando de ayudarlo a quedarse dormido. Si hay algo que me cuesta es que mi hijo se vaya a dormir…

 

Poniéndome en una posición más cómoda, de pronto me vi invadida por una sensación de gratitud por todos los años que Hashem me había dado para pensar en la clase de madre que iba a ser. Por primera vez en veinte años de infertilidad, me di cuenta del enorme regalo que había recibido con esta prueba… si tan sólo hubiera estado dispuesta a aprender las lecciones. Me dolió saber que hoy sería mejor madre si hubiera usado todos esos años para crecer en vez de desperdiciarlos sintiéndome deprimida y frustrada.

 

Desde la perspectiva de la emuná, sé que todo por lo que pasé fue para mi propio bien. Hashem, en Su infinita sabiduría, me dio todos esos años de lucha  y me trajo la emuná en el momento indicado y con un propósito bien claro.  Y ahora me doy cuenta de que acá hay otra lección más – la emuná hay que compartirla.

 

La persona introvertida que soy se contenta con decir “Gracias Hashem!” y seguir con su vida. Pero cuando pienso del salvavidas que recibí con este libro, me doy cuenta de que no basta con encontrar la emuná para uno mismo. Esto es algo que debemos compartir con todo el mundo, ya que hay millones de personas, cada una enfrentando su propia prueba específica, que va a poder pasar sus propias pruebas cuando conozcan el regalo de la emuná.

 

Gracias a Hashem por darme la oportunidad de compartir la emuná en el mundo. Y a ustedes queridos lectores, los invito a que, cada vez que se les presente la oportunidad, la difundan. Uno nunca sabe cuándo ese regalo sea el salvavidas que rescate a alguien que lo está necesitando desesperadamente.

 

 

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1. Yohan Alexis espitia

12/15/2017

Que el ruaj hacodesh ilumine al RAB YONATAN. Saludos desde Colombia. Shalom a todos BRESLEV agradecido con sus estudios que fructifica tes. Gracias Hashem por darme esta oportunidad. Baruj Hashem

2. Isabel

9/07/2015

Maravilloso artículo

Gracias por compartir esa experiencia tan difícil, realmente el libro "En el jardín de la Fe" trae grandes bendiciones.

3. Isabel

9/07/2015

Gracias por compartir esa experiencia tan difícil, realmente el libro "En el jardín de la Fe" trae grandes bendiciones.

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