De Cada Uno Aprendo Algo!

Dado que cada ser creado es un producto de la sabiduría Divina, dice Rabí Najman de Breslev que por lo tanto podemos hallar la sabiduría Divina dentro de cada creación

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Rabino Shalom Arush

Posteado en 05.04.21

Nuestros Sabios nos enseñan que podemos aprender muchas lecciones de los seres vivos. Por ejemplo, todos sabemos que la hormiga es muy trabajadora, pero ¿acaso sabían que la hormiga jamás va a tocar el granito de grano que había tomado otra hormiga antes? Dado que las hormigas jamás roban o ni estafan, la presencia de las hormigas en el lugar donde vive una persona alude a que esa persona se apropió de algo que no le pertenece. Por su parte, los ratones sí toman aquello que no les pertenece. Y es por eso que si uno ve ratones en su casa eso le está indicando que no tuvo cuidado en separar el diezmo de sus ingresos para fines de caridad. Las moscas y los mosquitos prevalecen en los lugares poco higiénicos y su presencia apunta a una falta en la santidad personal. Los perros les ladran a aquellas personas que hablan más de los demás. Del león podemos aprender a tener coraje; del toro, a ser persistentes, y de la rana, a ser dedicados. El Talmud añade que de la paloma aprendemos a serles fieles a nuestra pareja; del gato, a ser recatados y del gallo, a ser caballeros.

Dado que cada ser creado es un producto de la sabiduría Divina, dice Rabí Najman de Breslev que por lo tanto podemos hallar la sabiduría Divina dentro de cada creación. Rabí Najman les dijo a sus discípulos: “Es verdad, ustedes son personas rectas e íntegras, pero yo quiero que sean como los animales que rugen en el bosque toda la noche”. Rabí Najman quería decir que quería que sus alumnos pasaran horas enteras clamando ante Hashem en plegaria personal, así como el lobo o el coyote Lo llaman en los bosques de noche.

Dijo Rabí Shimon ben Elazar: “Jamás vi un ciervo que fuera granjero ni un león que fuera cargador ni un zorro que fuera almacenero, pero aun así todos ellos tienen su sustento sin pena. Y además fueron creados para servirme a mí y yo fui creado para servir a mi Creador. Por lo tanto, si ellos fueron creados para servirme y se ganan la vida sin problemas, ¿acaso yo mismo no debería también ganarme el sustento sin problemas, y en especial siendo que fui creado para servir a mi Creador? Pero qué sucedió… mis faltas estropean mi sustento” (Tratado Kidushin, 82b). En este pasaje del Talmud es un ejemplo de las lecciones que podemos y debemos aprender de las criaturas de Hashem.

Rabí Jaim Moshe Luzzatto, en su clásica obra, La Senda de los Justos, redactó un prefacio que es una reprimenda para el hombre, para que, por lo menos, no sea peor que los animales. Estos saben protegerse a sí mismos y evitar el peligro. El hombre muchas veces es impetuoso y testarudo, y se deja llevar por sus apetitos corporales incluso cuando estos son absolutamente perjudiciales para su cuerpo y para su alma. Muchas de las cosas que hace, yendo de compras superfluas con tarjetas de crédito hasta el hecho de exponerse a sí mismo a imágenes nocivas, les ocasionan un daño a largo plazo. Y dado que el animal jamás va a hacer algo que le produzca un daño, los seres humanos que no piensan y que no se cuidan a sí mismos son peores que los animales.

Los animales nunca son ingratos. Cuando el profeta reprende a la nación por no haber sido grata con Hashem, dice así: “El buey conoce a su Creador y el burro conoce el comedero de su amo” (Isaías 1:3). Por el contrario, los seres humanos muchas veces no saben reconocer ni apreciar los favores que les hacen los demás.

Los animales actúan con un propósito. Solamente matan para autopreservarse o para comer. Por el contrario, el hombre puede matar por poder o por prestigio. El animal copula únicamente con el propósito de reproducirse y para que su especie no se extinga. Los seres humanos lo hacen por lascivia y por apetitos corporales incontrolados. Muchos ni siquiera tienen reparos en destruir las vidas de toda una familia mientras tanto…

Elihu le pregunta a Job (Job 35:11): “¿Quién nos hace más sabios que los animales de la tierra y las aves del cielo?”. Por eso, tenemos que buscar la sabiduría intrínseca a cada ser creado, y tenemos que aprender de cada especie. El Tikunei Zohar nos dice que cuando nos sabios de antaño oían el croar de los cuervos, pensaban en el arrepentimiento. El Profeta Elías afirma que los sabios de antaño también sabían discernir entre un perro ladrando que anuncia buenas nuevas y otro que anuncia malas noticias.

Cada creación nos enseña cómo acercarnos a Hashem y en ese sentido, ¡de cada uno podemos aprender algo!

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1. Nancy

1/17/2020

Cada creación tiene su orden y función concreta y correcta mmm pero nosotros los seres humanos generalmente apostamos por nuestra lógica y dejamos de lado el precepto principal: Amarás al Señor tu Dios sobre todas las cosas…Y sin embargo caída tras caída HaShem en su Misericordia Infinita nos ayuda a levantarnos y volver a empezar para conocerle y hacer su voluntad…Mucho que aprender de los animales…

2. Beatriz Cienfuegos

3/18/2018

Gracias Rabino por todas sus ensenanza que Hashem lo Bendiga siempre.

3. Roberto

6/15/2014

Que hermoso desayuno espiritual. Gracias Rabino Arush por ésta hermosa reflexión.

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