El anhelo audaz

Hashem no espera que seamos ángeles, sino que tengamos el coraje y el audaz anhelo de cumplir con Su voluntad…

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Rabino Shalom Arush

Posteado en 05.04.21

Hoy quiero contarles la historia de dos jóvenes muy distintos entre sí, y quiero que ustedes me digan cuál Le causa más felicidad a Hashem.

 

El primer joven decidió que debía cuidar los ojos (cuidarse de lo que miraba) a toda costa, porque entendió que uno no puede de ninguna manera acercarse a Hashem si todo el tiempo su cerebro se ve contaminado por todo tipo de imágenes indeseables. Este joven decidió que iba a pasar todo el día en la sala de estudios, incluso durante las comidas. Iba a volver a casa a las doce de la noche cuando no hubiera gente dando vueltas, y se iba a levantar a la madrugada, para que no hubiera nadie en la calle cuando volviera a la sala de estudios. De esa manera, el joven logró cuidar los ojos por completo.

 

El segundo joven trabajaba medio día –a la mañana- y estudiaba medio día –a la tarde. Trataba de cuidar los ojos lo mejor que podía, pero no pasaba un día en el que no mirara lo que no debía. Cuando terminaba su sesión de estudios, antes de ir a casa, este joven daba un paseo por el campo, en las afueras de la ciudad. Hacía una sesión de plegaria personal (hitbodedut) en el que pasaba revista a todo lo que había hecho durante las últimas veinticuatro horas y se confesaba ante Hashem. Luego oraba durante treinta minutos y Le rogaba a Hashem que lo ayudara a librarse de todo rastro de lujuria. Le decía así: “Dios mío, Te aseguro que hago todo lo que puedo por cuidar los ojos. Es verdad que la mayoría de las veces evito mirar a mujeres pero no pasa un día en el que no transgreda por lo menos una o dos veces. No es que no guarde los ojos, pues Tú sabes que yo trato. Pero si voy a ser sincero, tengo que admitir que todavía disfruto mirando a las mujeres. Dios mío, el deseo por el sexo opuesto todavía sigue ardiendo como un fuego dentro de mí. Esa es mi situación actual, pero no es lo que quiero en verdad. ¡Yo Te quiero a Ti! Quiero tener el corazón dentro del Talmud y del Zohar. Quiero anhelar la santidad y la pureza, y dejar de lado de una vez por todas esa ridícula lujuria. ¡Por favor, Padre mío, apiádate de mí! ¡Yo Te amo! ¡Déjame aferrarme a Ti! ¡Que solamente Te desee a Ti! Te lo ruego, Te lo suplico, dame por favor un anhelo audaz de mantener los ojos cerrados. Límpiame el corazón de todo rastro de lujuria o apetito corporal. Dios mío, yo no quiero pasarme el resto de mi vida en un pantano espiritual. Por favor, ¡ayúdame! Ten compasión de mí, yo soy Tu hijo, ¿Cómo un padre cariñoso no se va a apiadar de su hijo? Por favor, Dios mío, déjame ser un buen judío, una buena persona. Por favor, por favor, apiádate de mí. Dame un tremendo y audaz anhelo de no mirar donde no debo. Dame el coraje necesario para proteger mi propia alma. Que pueda sentir el sabor de la verdadera santidad y que pueda aferrarme a Ti en todo momento…”.

 

Todos los días, el joven realizaba su sesión diaria de plegaria personal, llorando durante treinta minutos enteros solamente por este tema. Todo el que ore así todos los días no tiene de qué preocuparse. Hashem lo juzga de acuerdo con su anhelo espiritual, no de acuerdo con el resultado de sus acciones.

 

Si bien el primer joven tiene un cien por ciento de éxito, no es eso lo que Hashem quiere de la persona. Hashem quiere la fuerza de voluntad, el anhelo del segundo joven, que Le causa a Hashem una tremenda felicidad.

 

Dice Rabí Najman de Breslev (Sabiduría y Enseñanzas de Rabí Najman 14): “Uno debería tener un feroz y audaz anhelo de servir a Hashem. Esta clase de anhelo es en sí mismo algo muy bueno. Aunque la persona se vea forzada y todavía no pueda servir a Hashem como corresponde, el anhelo en sí mismo es algo muy bueno”.

 

Cuando uno Le suplica a Hashem durante treinta minutos por día que lo ayude y al mismo tiempo trata de fortalecer su deseo de santidad personal, uno se está salvando de todos los malos decretos que podría haber en su contra. El hecho de que está dispuesto a invertir tiempo y esfuerzo en esto a diario constituye la escalera que le permitirá escalar la montaña de santidad y llegar a Hashem. ¡Ojalá todos lo logremos! Amén!

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1. Víctor Hugo

4/17/2018

Agradecimiento

Le agradezco por estos escritos que me ayudan mucho en mi caminar particularmente en la lucha que tengo con la lujuria,sentía que no era digno de Hashem pero gracias a este comentario se me han caido vendas de los ojos

2. Víctor Hugo

4/17/2018

Le agradezco por estos escritos que me ayudan mucho en mi caminar particularmente en la lucha que tengo con la lujuria,sentía que no era digno de Hashem pero gracias a este comentario se me han caido vendas de los ojos

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