El Primer Paso

Cuando nosotros, como padres, somos ejemplos positivos para nuestros hijos, automáticamente les inculcamos la correcta perspectiva de la vida...

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Rabanit Zelda Rosental

Posteado en 06.04.21

Con los niños pequeños es mucho más efectivo demostrarles tangiblemente lo hermoso que es rezar a su Padre en el Cielo. ¿Cómo podemos lograr eso?

Queridos lectores,

Estamos contentos de presentar el articulo para padres, de la Rabanit Rosental sobre educación judía a los hijos. El material aquí presentado es, tanto práctico como fácil de llevar a cabo.
 
¿Cómo moldeamos las almas de nuestros preciosos niños? ¿Cómo les inculcamos conocimiento y amor hacia la grandeza del Creador? ¿Cómo les enseñamos a valorar la Torá y los Preceptos? ¿Cómo desarrollamos en los tiernos y receptivos corazones de nuestros pequeños niños el entusiasmo para realizar los Preceptos del Todopoderoso?
 
Esta serie de artículos los orientarán para infundir en sus niños un sentido de propósito el cual, conla ayuda de Di-s, llenará su mundo de delicadeza, bondad y compasión.
 
Primer Paso:  Plegaria
 
Si comenzamos el día con una actitud alegre y entusiasta, nuestros niños automáticamente responderán del mismo modo – ¡y entonces tendremos un día fantástico! Cuando nosotros, como padres, somos ejemplos positivos para nuestros hijos, automáticamente les inculcamos la correcta perspectiva de la vida.
 
Cuando mis hijos eran pequeños, comenzábamos nuestro día con la siguiente canción expresando nuestra alegría por el nuevo día que se nos avecinaba. (esta canción es de la caseta en ingles "Sorry, I Just Don't Have the Time".) ¡Sólo cantarla elevaba nuestros espíritus!
 
“Otra maravillosa mañana,
Otro maravilloso día.
Cantaré mi "Modé Aní" (La plegaria que se recita a la mañana al despertar),
¿Quieres cantarlo conmigo?
Sólo tienes que decir gracias,
Estoy alegre por estar vivo,
Otra maravillosa mañana,
Otro maravilloso día.
 
"Modé Ani Lefaneja" – estoy profundamente agradecido,
"Melej Jai VeKayam" – de que un Rey tan grande como Él,
"Shehejezarta bi Nishmatí" – me devuelva mi vida,
"Modé Ani Lefaneja", Estoy profundamente agradecido.”
 
(Nota del Editor: Si no conoces esta canción, trata de sustituir cualquier canción que te agrade con tus propias palabras de agradecimiento al Creador. Los chicos no sabrán la diferencia, y quien sabe, ¡posiblemente éste sea el comienzo de una nueva profesión!).
 
Con los niños pequeños es mucho más efectivo demostrarles tangiblemente lo hermoso que es rezar a su Padre en el Cielo. ¿Cómo podemos lograr eso? Tómate unos cuantos preciosos minutos para preguntarle a tus pequeños: ¿Quién creó el mundo? Miren afuera y díganme, ¿Quién creó el cielo, los árboles, y todo lo que tienen a su alrededor? Por supuesto que responderán: “¡Di-s!”.
 
Cuando mis hijos eran pequeños, me encantaba cantar otras canciones de niños (de la caseta en ingles "Something to Sing About"):
 
“Ah, el cielo es tan azul, y quiero agradecerte,
 Gracias Di-s, por el hermoso mundo que Creaste para mí.
"¡Cuán múltiples son Tus obras!", gracias, Creador, una y otra vez”
 
Luego cantaría:
 
Baruj Hashem (Bendito sea el Señor(, por un cielo tan azul,
Baruj Hashem, por todo lo que Haces.
Baruj Hashem, soy un judío feliz,
Baruj Hashem, gracias; ¡Gracias!”
 
En realidad, sólo podemos empezar a rezar al Creador después de entender el concepto de agradecerle por todo lo que El hace por nosotros.
 
¿Cómo empezamos a enseñar a rezar a nuestros niños? La primera plegaria que les enseñamos es: “Modé ani lefaneja, Melej jai vekayam, shehejezarta bi nishmati bejemlá, rabá emunatéja”. “Te agradezco, oh Rey Viviente y Eterno, que me has devuelto mi alma con misericordia; inmensa es Tu fidelidad”. Luego deben lavarse las manos seis veces (tres veces cada mano, consecutivamente) y tres veces la cara, y luego recitar la bendición: “Al netilát yadáim)por lavar las manos), y "Ashér Iatzár"(por ir al baño(.
 
Luego recitar: “Reshit jojmá yirat Hashem sejel tov le’col osehem tehilató omedet l’ad; baruj Shem Kevod Maljutó leolám vaéd”. "El principio de la sabiduría es el temor al Señor; buen entendimiento para todos quienes cumplen Sus Preceptos; su alabanza perdure para siempre, Bendito es el Nombre de Su Glorioso Reino para toda eternidad”. De este modo, se habrán lavado las manos y la cara antes de pronunciar el Nombre del Di-s. Luego decimos: “Shemá Israel, Hashem Elokenu, Hashem Ejad”, “Escucha, Oh Israel, el Señor es nuestro Di-s, el Señor es Uno”, y “Baruj shem kevod maljutó leolam vaed”, “¡Bendito es el Nombre de Su Glorioso Reino para toda eternidad!”. Después cantaba con ellos: "Torá tzivá lánu Moshé morashá kehilát Yaakóv": “Moshé nos encomendó la Torá, la herencia de la comunidad de Yaacov”. Toma apenas unos minutos, pero una vida de permanencia.
 
Cuando daba clases en preescolar, solía salir con los niños afuera a mirar el cielo, respirar el aire puro, mirar todos los árboles y las creaciones de Dis, antes de cantar: “Baruj Hashem por un cielo tan azul”. Después, le contaba a los niños historias conmovedoras sobre la plegaria. Sólo después que entendían el concepto de agradecer a Hashem por todo lo que Hace por nosotros, comenzaba a enseñarles como rezar.
 
Cuando era una niña pequeña, recuerdo que mi madre, nos contaba historias de nuestros antepasados mientras nos deba las cucharaditas de comida en la boca. Con cada cucharada, se reforzaba nuestro amor por Hashem.
 
Mi libro: “Joyas preciosas” contiene todo un capítulo de historias sobre la plegaria, inclusive cómo han influido éstas en las vidas de los jóvenes. ¡Disfrútenlas!
 
En este libro (p. 26), escribí sobre un incidente sucedido mientras enseñaba en el preescolar. Una madre me contó una conversación que había escuchado entre sus dos hijos. Uno quería jugar afuera, pero su hermano de 5 años de edad, alumno mío, respondió: “primero debo rezarle al Creador, y después podremos salir a jugar”. ¿Por qué un niño quiso rezar, y el otro no? El que quiso rezar, entendía el concepto de agradecimiento al Todopoderoso por todo lo que hace por nosotros. Sabía que el Creador anhela vehementemente escuchar a Sus amados hijos.

Como maestra de preescolar, les enseñaba las plegarias que debían recitar en sus casas. Los sentaba en un círculo, y repasábamos el ritual matutino de levantarnos, estirar nuestras manos, recitar el "Modé aní" y luego lavarnos las manos (colocaban una mano sobre la otra y fingían que se lavaban las manos). Después de recitar las bendiciones de “al netilát yadáim” y “asher yatzar”, recitábamos el “Modé Ani”, como expliqué anteriormente, y agregábamos el primer párrafo del "Shemá", para que luego lo recitaran en sus casas, antes de ir a dormir. Después de que los niños aprendían a leer en hebreo, comenzábamos a rezar de un sidur (libro de oraciones). Los niños señalaban cada letra. ¡La maestra de primer grado estaba impresionada como mis antiguos alumnos siempre señalaban las palabras en el texto! ¡Los buenos hábitos que se aprenden siendo niños, se conservan toda la vida!

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