El rey y el deudor

El deudor se había quedado sin un centavo y ahora no tenía cómo pagarle su deuda al rey. Pero entonces el rey le hizo un fantástico ofrecimiento…

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Rabino Shalom Arush

Posteado en 05.04.21

Rabí Najman de Breslev le dijo cierta vez a uno de sus principales discípulos: “Yo sé que ustedes son ‘judíos kasher’ (o sea, de comportamiento impecable), pero mi esperanza es que lleguen a ser mucho más que eso”. Rabí Najman quería decir que tenemos que vivir las plegarias con todo nuestro ser, no solamente verlas como parte de nuestros deberes cotidianos. Y no sólo eso, sino que no estaba satisfecho con que tuviéramos una emuná sólida. Él quería que hiciéramos todo el esfuerzo posible por difundir la emuná por todas partes.

 

Y para enseñarnos la importancia de la difusión de la emuná, Rabí Najman nos cuenta una parábola acerca de un rey multimillonario y un deudor [i]

 

Había una vez un rey cuya fortuna era inmensa, imposible de describir. El rey, que era extremadamente generoso, permitía que todo el que tuviera necesidad fuera a verlo y le pidiera prestada la suma de dinero que deseara. Una multitud de personas del reino aprovecharon el generoso ofrecimiento del rey; el rey no le negó ayuda a nadie y le prestó a cada individuo la suma que necesitara. Cada préstamo quedaba registrado en el libro mayor, junto con la firma del deudor atestiguando que había recibido el dinero.

 

Una vez, mientras inspeccionaba el libro mayor, el rey advirtió que había distribuido enormes sumas de dinero en préstamos.  Pero para su consternación, ni una sola persona había vuelto a pagar su deuda. Obviamente, el rey estaba muy irritado.

 

Una de las personas que había pedido dinero prestado era un comerciante que había invertido una gran suma de dinero en un negocio muy poco exitoso. Se había quedado sin un centavo, sin nada que comer y mucho menos dinero para pagar las deudas.

 

El hecho de que le debía dinero al rey le había causado muchas noches sin dormir. Pero decidió que la sinceridad es la mejor política y que iba a ir al palacio a explicarle su situación al rey. El hombre llegó al palacio y empezó a disculparse ante el rey por su tardanza en devolver el préstamo, diciéndole al rey que había sufrido un tremendo revés en sus negocios.

 

“¿Por qué me va a importar el dinero que me debes?”, respondió el rey. “¿No sabes que los varios miles que me debes es apenas una gota en el océano comparado con las decenas de millones que me deben todos los demás?”. Entonces el rey le hizo una propuesta: “Toma esta copia de mi libro mayor y ve a todas las personas que me pidieron dinero prestado y pídeles que te devuelvan el dinero. Recuérdales cuánto me deben y pregúntales por qué no pagan sus deudas o por lo menos no vienen a llegar a un acuerdo conmigo. E inclusive si no pagan todo lo que deben, si cada uno pagara aunque sea una parte, eso solo ya sería miles de veces lo que tú me debes”.

 

***

 

Obviamente, el rey es Hashem. Cada uno de nosotros es el deudor que no tiene un peso, pues nuestras transgresiones son como deudas sin pagar que Le debemos al Rey, porque en hebreo, el término jaiav significa tanto culpable como deudor. La mayoría de nosotros Le “debemos” al Rey cierta cuota de transgresiones, pero hay billones de personas que Le deben sumas astronómicas, porque no tienen nada de emuná y por lo tanto han contraído inmensas deudas espirituales. Al difundir emuná, estamos acercando a los demás a Hashem hasta el grado en que eso es muchísimo, muchísimo más grande y de más peso que nuestros propios logros individuales en Torá y en teshuvá. Ese es el poder de la difusión de la emuná.

 

Hoy en día no hay emprendimiento más valioso y más amado por Hashem que difundir la emuná, porque la redención total y en paz de nuestro pueblo depende de esto. Enséñenles a los demás emuná. Si no pueden, entonces distribuyan libros de emuná y CDs de emuná. Y si esto también les resulta complicado, entonces hagan una donación a nuestro programa de difusión de emuná y nosotros nos encargaremos de difundir emuná en representación de ustedes. Al hacerlo, uno está creando la mejor póliza de seguro espiritual  que ha de progerlo a él a y a toda su familia en esta época tan turbulenta en la que vivimos, hasta que por fin llegue el momento de que se reconstruya el Templo de Jerusalén y seamos testigos de la coronación del Mashíaj, muy pronto en nuestros días. Amén!

 

 


[i] Basado en Jaiei Moharán – Tzadik – 447

 

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1. Silvia

8/10/2020

Cómo se hace la donación de difusión de Emuná en caso de no encontrar a quién donar libros y Cd's?

2. Miriam Pastrana

2/07/2018

Son de gran bendición las enseñanzas

Gracias por tu respuesta

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