Esa vocecita

La persona que trata de ocultarse o huir de Hashem está afirmando que no le interesa aprovechar las herramientas que Hashem le ha concedido.

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Rabino Shalom Arush

Posteado en 08.11.21

Hashem sabe que tenemos una tendencia a transgredir y por eso creó el concepto de teshuvá antes de crear incluso el mundo (Tana Debei Eliahu Raba 31). Sin teshuvá, la gente no podría existir. Cuando Hashem creó el mundo, tuvo que mitigar la justicia absoluta con una dosis de compasión. En otras palabras, Hashem le dio a la humanidad la oportunidad de hacer teshuvá y rectificar sus faltas. El hecho de que Hashem nos haya dado voluntariamente una oportunidad de expiar y rectificar nuestras faltas hace que el hecho de ocultarnos de Él sea mucho más condenable. La persona que trata de ocultarse o huir de Hashem está afirmando que no le interesa aprovechar las herramientas que Hashem le ha concedido.

 

El profeta se lamentó de aquellos que se niegan a rectificar: “Ay de aquellos tiran las cuerdas de nada; su pecado es grueso como las sogas de la carreta” (Isaías 5:18). Rashi explica que cuando una persona peca por primera vez, es como tirar una cordón fino o incluso el hilo de una telaraña, o sea, es como una nada. Pero cuando uno repite el pecado en vez de hacer teshuvá, entonces ese cordón finito se vuelve grueso como la cuerda de una carreta, de la cual no puede escaparse. Esto se debe a que no hizo teshuvá cuando el pecado todavía era diminuto y se negó a reconocer la verdad de que uno no es nada sin Hashem. Por el contrario: esa persona deja que su mente se enrede con racionalizaciones, autojustificaciones y hasta negación de la falta. Les echan la culpa a los demás de sus propias faltas y no pasan revista a su propia conducta. Se vuelven totalmente serviles a sus pasiones carnales y sus bajos deseos. En síntesis: tienen mil excusas para ocultarse de Hashem. Hacer teshuvá y retornar a Hashem habría sido muchísimo más sencillo.

 

La conciencia, que es la chispa Divina que cada uno de nosotros tiene dentro de sí, es esa vocecita que te reprende desde adentro. Todos la oímos pero no todos reaccionamos de la misma manera. Algunos toman pasos activos mientras que otros ignoran, ocultan o simplemente niegan la verdad.

 

La mayoría de la gente que peca se oculta porque les da vergüenza admitir sus defectos. No sólo que se ocultan de ellos mismos sino que se ocultan de sus parejas, de sus amigos y, lo peor de todo, se ocultan de Hashem. La autopersecución también es producto de la arrogancia, porque el que se castiga a sí mismo no está admitiendo que es una nada sin Hashem. El hecho de haber pecado es una afrenta a su ego. Esa persona se engaña a sí misma  pensando que su profundo remordimiento es teshuvá. No sabe que la verdadera teshuvá conduce a la paz interior y l la dicha. El hecho de que el que se persigue a sí mismo viva triste y deprimido da testimonio de su ego, no de su teshuvá.

 

La mala inclinación prefiere la tristeza posterior al pecado a al depresión resultante del pecado. La mala inclinación quiere que la persona se suma en la desesperación. Pero en realidad, tal como nos enseña Rabí Najman, no existe la desesperación en el mundo. De hecho, la persona que sale de su ocultamiento y hace teshuvá no sólo que va a rectificar sus faltas sino que ascenderá a un nivel espiritual superior a aquel en el que estaba antes de pecar. Su conexión con Hashem ahora es más fuerte; ha ganado emuná y humildad. La conciencia de que no es nada sin Hashem está mucho más fija en su conciencia. Él sabe que debe mantener un diálogo cotidiano con Hashem a fin de evitar futuras transgresiones.

 

Dijo el Rey Salomón (Proverbios 3:11): “NO desprecies la disciplina de Hashem, hijo mío, y no desdeñes Su reprimenda”. Uno tiene que saber cómo aceptar con amor la reprimenda de Hashem, que le transmite de una cantidad de maneras. A veces Hashem le habla al individuo a través de una charla de Torá; o por medio de un libro o un CD; o por medio de su mujer y sus hijos o sus amigos. A veces su falta de éxito es solamente la reprimenda de Hashem, a fin de estimular el proceso de auto-evaluación y teshuvá. Pero incluso en los momentos difíciles,uno no debe desdeñar la forma de disciplinar de Hashem. Solamente debe fortalecer su teshuvá y su humildad y retornar a Hashem. Nunca olviden lo que enseñó el Rey Salomón (ibíd. 3:12): “Hashem reprende a aquellos a los que ama, igual que un padre amonesta a su hijo”. Todo lo que hace Hashem es producto de Su indescriptible amor a cada uno de nosotros.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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1. Diego omar hernandez Rodriguez

1/05/2018

Primero que nada, gracias por compartir chispas de sabiduría de hashem. me gustaría que obsequiaran el tikun aklaly. Y las perlas de fe.baruj atah hashem.

Gracias por tu respuesta

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