Esos viejos sucios

Cuanto más anciano se vuelve el individuo vulgar, más pierde la cordura...

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Rabino Lazer Brody

Posteado en 18.03.21

Rabí Najman de Breslev cuenta la historia de un jasid de Ucrania que necesitaba viajar a una ciudad que quedaba a medio día de distancia. El único chofer que consiguió era un borracho así que, sin otra alternativa, el jasid lo contrató para el viaje.

 

En cada pueblo de Ucrania hay una posada. Cada vez que ellos pasaron por un pueblo, el chofer medio borracho se detenía a tomar un trago. Finalmente, un pueblo antes de llegar a destino, llegaron a un edifico que varios años antes había sido una posada. Pero el chofer vio que el lugar estaba desierto y abandonado y volvió al carruaje con una lágrima en el rostro.

 

El jasid, perplejo, le preguntó: “Entiendo por qué paraste en cada posada del camino, pero por qué paraste acá? ¿Y por qué estás tan triste?”.

 

El chofer suspiró y le respondió:

 

“Ahh……esta era la posada más importante de todas. Recuerdo las fiestas que solíamos tener todos los choferes cuando nos reuníamos acá! Ahh… qué buenas épocas”.

 

¿Qué mensaje quería transmitir Rabí Najman con esta parábola? El viejo chofer se lamentaba de la posada abandonada y recordaba su juventud y todas las cosas que podía hacer en ese entonces y ya no puede hacer más. Es como dice la expresión talmúdica: “Rabí Shimon ben Akashia dice: cuanto más anciano se vuelve el individuo vulgar, más pierde la cordura. Pero cuanto más anciano se vuelve el siervo de Hashem, más compostura obtiene” (Mishná Kinim 3:6).

 

Esta semana comienza el período de seis semanas denominado “Shovavim”, que es una sigla de las parashás de Shemot, Vaera, Bo, Beshalaj, Itro y Mishpatim. Este es un período muy propicio para fomentar la santidad personal, que es un prerrequisito para el genuino servicio de Hashem. La Torá y los preceptos  que se aprenden y se cumplen sin santidad personal no sólo que no son efectivos sino que nos llevan a malos rasgos de carácter, como la arrogancia.

 

La mejor época para esforzarnos por alcanzar la santidad personal es la juventud. De esa manera, después, cuando envejecemos, y nuestros instintos físicos se debilitan, alcanzamos la compostura y canalizamos esa energía que antes necesitábamos para resistir la lujuria en una conexión más profunda con Hashem. Pero si no nos esforzamos por alcanzar la santidad personal, entonces  nos volvemos esclavos de los apetitos corporales y al envejecer, perdemos la cordura.

 

Incluso en mis días de estudiante de la universidad, antes de hacer teshuvá, recuerdo que nos solíamos reír de los “viejos sucios” que decían o hacían cosas vulgares. Temiendo que cada nuevo día vayan a perder más y más fuerza, se aferran a lo que pueden como locos, aunque eso signifique sacrificar su carrera, su familia, su buen nombre, su salario de un millón de dólares y su fama.

 

Si entendemos esta enseña, podemos entender cómo es posible que la política, los medios de comunicación y el mundo del espectáculo estén repletos de estos viejos sucios, que jamás pensaron siquiera en alcanzar la santidad personal.

 

Si ustedes no quieren que sus años dorados sean una pesadilla de locura, denle prioridad a su santidad personal. Y de esa manera van a poder tener un futuro de dicha y tranquilidad. Amén!

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