Tu propia canción

Cada persona debe encontrar su propia “melodía” que Dios quiere que toque en este mundo: esa mezcla especial de talentos, capacidades y rasgos de carácter que te permitirá completar tu misión en la vida. Apenas internalizamos que no hay dos personas iguales, igual que no hay dos copos de nieve iguales, dejamos de lado todas las tontas comparaciones y entendemos que necesitamos servir a Dios de la manera que mejor se adapta a nuestra propia personalidad y la forma como Él nos creó.

Cuando te das cuenta de que tienes tu propia melodía no tienes que bailar en la cadencia de otra persona. Ya no te comparas más ni te persigues con cuestionamientos que te privan de tu autoestima y tu paz interior.

Algunos de ustedes tal vez piensen que esto suena exactamente igual que la mentalidad tan prevaleciente hoy en día de “haz lo que te plazca”. Nadie pone en duda que Dios nos creó como individuos y que tenemos que conservar dicha individualidad. Pero al mismo tiempo tampoco nadie pone en duda que tenemos que ser individuos que forman parte de un todo, de una comunidad, de algo más grande. Si ponemos énfasis en una de las partes sin la otra, entonces no funciona. Si los dos componentes se ven privados el uno del otro, entonces uno acaba con personas egoístas y egocéntricas que están muy lejos del ideal Divino o con robos religiosos que hacen todo lo que hay que hacer por lo menos externamente pero están completamente desconectados de su auténtico yo, de su Creador, y de su verdadero camino en la vida.

Entonces ¿cómo podemos encontrar este camino especial que fue hecho a medida para cada uno de nosotros? Rabí Najman de Breslev escribe que la práctica de la plegaria personal- hitbodedut – es más importante que todo lo demás, porque es la más grande expresión del servicio individual a Dios.

Mucha gente tiene resistencia a hablar con Dios, alegando que están demasiado ocupados, demasiado estresados, que todo el tiempo sufren interrupciones, que no saben qué decir, que se sienten aburridos, estúpidos y frustrados, etc, etc.

Esta resistencia a hablar con Dios en realidad surge de un miedo de encontrarnos a nosotros mismos y de que no nos guste lo que encontremos. Hablar con Dios no es algo difícil o caro o imposible, porque incluso si solamente logramos decir dos palabras esto sigue considerándose un acto de plegaria personal-

Hablar con Dios es la mejor manera en la que Dios nos lleva por ese camino especial que es únicamente nuestro y que nos llevará a alcanzar la rectificación de nuestra alma individual.

Esto no es algo que pueda estudiarse en un libro; las palabras de la plegaria personal no están escritas en ninguna parte, excepto en las paredes de tu propio corazón. No hay más grande manifestación de individualidad. No es el camino trillado de las masas, sino tu propio vigorizante sendero dentro de un jardín encantado en el que se alienta a que cantes tu propia canción.