Un alma sana

Cómo se consigue un alma sana? Acaso todos somos capaces de llegar a ser felices? El Rabino Arush responde a estos interrogantes…

3 Tiempo de lectura

Rabino Shalom Arush

Posteado en 05.04.21

Les aseguro que no van a poder encontrar en todo el Talmud dos personas más felices que Najum Ish Gamzu y Janina ben Dosa. Najum Ish Gamzu tenía todo el cuerpo enfermo, desde la punta de la cabeza hasta la punta de los pies, y Janina ben Dosa no tenía dinero para comprar pan y lo único que comía era algarrobas toda la semana. Su mujer ni siquiera tenía harina, ni siquiera para Shabat, y tampoco tenían aceite suficiente para encender las velas de Shabat. Y con todo lo importantes que son la salud y el sustento, no son ellos los que hicieron que Najum y Janina fueran felices en la vida.

 

Entonces ¿qué es lo que hacía felices?

 

El hecho de tener almas sanas. La persona que tiene un alma verdaderamente sana no se preocupa por nada. Si alguien la avergüenza o la menosprecia de la peor forma imaginable, no se enoja. De hecho, no hay nada que logre enojarlo, porque vive su vida con total emuná. Vive con la emuná de que todo en su vida proviene de Hashem y todo es para bien. Y por eso no le guarda rencor a nadie ni está enemistado con nadie. Su corazón no alberga el veneno del odio ni tampoco el deseo de venganza o la desilusión. Siempre está contento con la forma en que Hashem le dirige la vida y por eso está siempre contento y feliz.

 

Entonces ¿qué aprendemos de todo esto? Que la persona feliz es la persona que tiene un alma sana. El alma sana es el alma que tiene emuná. Rabí Najman lo dice en forma explícita: que el alma y la emuná constituyen un mismo concepto. En términos simples, esto significa que el alma que no tiene emuná, tampoco tiene salud. El alma que tiene una emuná completa es un alma completamente sana. La gente que tiene almas sanas son genuinamente felices, más allá de las circunstancias externas. Este es un concepto de enorme profundidad, pues significa que todos nosotros somos capaces de ser felices. Resulta ser que la gente que tiene el alma sana vive la buena vida.

 

Las personas que tienen el alma enferma sufren terriblemente. Hay quienes sufren de dolencias periódicas, como por ejemplo, las alergias de la estación. Otros sufren a causa del clima extremo. Pero la persona que tiene el alma enferma sufre continuamente; sufre sin parar. La aflicción de su alma lo tormenta las veinticuatro horas del día. Sentimientos tales como el odio y la venganza corroen el alma de la persona como un ácido. La preocupación y la ansiedad son emociones que no le dan respiro a la persona. Para ella, la vida es un constante tormento. Estas personas sueñan con una existencia libre de sufrimientos y es por eso que en situaciones extremas, hay personas que cometen suicidio. Quieren salvarse de una vida de agonía, que es resultado de su alma enferma.

 

Las emociones negativas son señal de que el alma en cierto grado no es sana.

 

¿Qué puede hacer una persona para curarse?

 

Dice el Rey David en el Salmo 34: “Apártate del mal y haz el bien”. “Hacer el bien” es estudiar y adquirir emuná, pues ya hemos aprendido que el alma que tiene emuná es un alma feliz y sana. “Apartarse del mal” significa purificarnos de toda la promiscuidad de toda forma que sea, en los tres niveles existenciales, que son: pensamiento, habla y hecho. A veces uno puede parecer muy santo por fuera, pero si tienen pensamientos lascivos, entonces no hay forma de que su alma pueda ser sana. Además, el individuo verdaderamente recatado es igual de recatado por afuera que por dentro.

 

Explica Rabi Najman de Breslev que los pensamientos prohibidos son el “jametz” (fermento) que amarga el alma. Cuando la ley judía nos enseña que debemos limpiar el jametz de los recovecos de la casa, también está haciendo alusión a los recovecos del cerebro y del corazón. Rabi Najman explica también que a menos que uno limpie el corazón de toda la lascivia y pensamientos ajenos, las palabras de plegaria que suenan en su cerebro no han de resonar en su corazón; y entonces estas plegarias no son respondidas.

 

No olvidemos tampoco otra importantísima enseñanza de Rabi Najman – que nuestro instinto al bien se manifiesta en emociones positivas y pensamientos optimistas y positivos. Los pensamientos negativos y las emociones negativas son producto del instinto al mal. Cuando nos llenamos el cerebro y el corazón con contenido positivo – con Torá, con plegaria, etc- entonces no queda espacio para el instinto al mal. Que nadie se engañe – es imposible alcanzar la emuná necesaria para un alma sana a menos que uno haga una hora diaria de plegaria personal. Este es el más grande regalo del mundo entero que Hashem puede darnos, pues aquel que dedica una hora diaria a una autoevaluación, al arrepentimiento sincero y a desahogarse ante Hashem ciertamente tendrá un alma sana y vivirá una buena vida. ¡Felices preparativos de Pesaj!

 

 

 

 

 

 

Escribe tu opinión!

Gracias por tu respuesta

El comentario será publicado tras su aprobación

Agrega tu comentario