Uno en mil

En las noticias escuchamos todo el tiempo acerca de una “guerra inminente” pero en realidad el más grande campo de batalla es dentro de la mente de cada individuo. Por eso, cuando Rabí Najman hace alusión al “poder de la imaginación”, está haciendo alusión al yetzer hará (la mala inclinación), que hace todo lo posible por engañar a la persona con ilusiones y dudas hasta que uno ya no se da cuenta de cuál es la verdad. Lo correcto se vuelve incorrecto y viceversa. El Rey Salomón nos advierte acerca de esto mismo cuando dice: “La gracia es engañosa y la belleza es vana” (Proverbios 31:30). Está diciendo que la belleza de la mujer – fuera de la propia esposa- no es más que una ilusión, algo totalmente vano. En este mismo versículo, nos está hablando de la ilusión y del engaño. Sin embargo, la gente insiste en no hacerle caso, y es porque han caído presa del “poder de la imaginación”. El yétzer hará le hace pensar al hombre que la belleza de las otras mujeres que no son su esposa es la verdadera belleza. Qué consejo le podemos dar a esa persona que ha caído presa de este engaño?

El Rambam – Maimónides- enseña que únicamente uno en mil gana la batalla contra estas ilusiones. Rabí Natan señala que ese es el significado profundo de la letra alef pequeña de la palabra vaikrá en el comienzo de la parashá Vaikrá. Rashi y el Midrash dan varias explicaciones pero Rabí Natan dice que la letra alef alude a los elef (mil), pues solamente uno en mil es lo suficientemente valiente como para luchar contra esta mala inclinación. La gente tiene miedo porque siente que no puede ganar y preguntan: “¿Qué hombre hoy en día no mira a mujeres por la calle? ¡Es imposible!”. La gente no tiene tranquilidad mental y no logra ver la verdad.

Rabí Levi Itzjak Bender, de bendita memoria, que fue uno de los más grandes rabinos de Breslev de la generación anterior, dijo que la tranquilidad mental es como la plegaria personal. Lo principal es detenernos un momento a pensar antes de hacer o decir algo, a fin de determinar cuál es la verdad. Cuando sabemos lo que Hashem quiere de nosotros y sabemos lo que debemos hacer, ya no tenemos más dudas. Una vez que la verdad ha quedado firmemente establecida en la mente, ya no somos vulnerables a las mentiras del yetzer hará ni a sus tentaciones. Esto se logra a través de la plegaria personal, que es la principal arma que tiene la persona para superar las ilusiones, las fantasías y las falsedades.

Hashem nos ha dado un regalo maravilloso llamado “plegaria personal” o hitbodedut, en el que tenemos el privilegio de obtener una cita privada con el Rey de Reyes, el Santo Bendito sea. Piensen un minuto. ¿Saben lo que significa tener el privilegio de hablar con Hashem cada día, cada vez que se les ocurra? ¡Él está dispuesto a escuchar! ¿Cómo no vamos a aprovechar esta magnífica oportunidad?

Rabí Najman nos enseña que la santidad personal es un prerrequisito para la plegaria con fuerza. Pero qué viene primero – el huevo o la gallina? En realidad, lo primero que uno tiene pedirle a Hashem es poder rectificar su santidad personal, porque allí es donde más poder tiene la imaginación. Sin santidad personal, uno es un esclavo del Lado Oscuro (sitra ajra).

Sin embargo, no debemos perder la esperanza, porque Hashem es nuestro Padre Compasivo y Él sabe cuánto deseamos acercarnos a Él. La solución para este problema es muy simple: no dejar que el gran “Ilusionador” nos engañe. Aunque solamente le digamos a Hashem: “Dios mío, por favor anula estos malos deseos”.  Esta plegaria es muy preciada para Hashem.

De esta manera, uno logra librarse de todas las falsas creencia e ilusiones y abrazar la verdadera belleza de la Torá, la emuná y la plegaria. Y entonces tendrá el mérito de experimentar el Mundo Venidero ya en este mundo. Al formar una relación personal con Hashem a través de la plegaria personal y la emuná, podemos sentir el Mundo Venidero ya en este mundo.

Que Hashem nos ayude a todos a ver el gran regalo que nos dio con la hitbodedut y podamos librarnos del “poder de la imaginación” para que podamos servirlo en verdad. Amén!