Abraham

Abraham

(aprox. 1812 A.E.C. – aprox. 1637 A.E.C.) – el primero de los Avot, los Patriarcas del Pueblo Judío, Padre del Pueblo Judío en particular y, a través del cambio de nombre de Abram a Abraham, el Eterno declaró que fue también el Padre de “una multitud de naciones” (Bereshit 17:4). Él redescubrió el monoteísmo, la creencia en un Único Di-s, que es uno de los principales conceptos de la Religión Judía, por no decir el más importante. Adán obviamente conocía este principio, pero con el paso del tiempo sus descendientes lo fueron olvidando, y basaron sus sociedades en base a la idolatría, hasta que Abraham redescubrió el monoteísmo por sí solo, según el Midrash que cuenta que a la edad de cuarenta años (y hay quienes dicen a la tierna edad de tres años!), al contemplar la naturaleza, Abraham se preguntó: “¿Quién es el Dueño del Palacio?”. Él salió a enseñar la idea del Monoteísmo junto con su esposa Sara, dondequiera que iban. Abraham superó una cantidad de desafíos que le puso Di-s en el camino a fin de poner a prueba su fe, incluyendo el más grande desafío, que fue la “Akeidat Itzjak”, la “Atadura de Itzjak”, cuando HaShem le ordenó que ofrendara a su hijo Itzjak como un sacrificio sobre el altar. Sin vacilar, Abraham se puso a la altura de las circunstancias y junto con su hijo Itzjak, procedió a cometer el sacrificio. Recién a último momento, cuando ya tenía el cuchillo en la mano pendiendo en el aire, un Ángel de Di-s llamó a Abraham diciéndole que no sacrificara a Itzjak. El mérito de esta suprema prueba de fe, en la que se le exigió que fuera en contra de todas sus enseñanzas previas de lógica y de moralidad, es el mérito en el que confiamos los descendientes de Abraham por todas nuestras generaciones, y en especial en Rosh Hashaná.