Cuando tú sufres, Dios sufre

Hashem se apena con cada aflicción que sentimos, tal como está escrito: “En todas sus aflicciones, Él se aflige”

3 Tiempo de lectura

Rabino Shalom Arush

Posteado en 19.07.20

Cuando uno comete una transgresión, Le está causando a Hashem un doble sufrimiento: el primer sufrimiento es la transgresión misma y el segundo sufrimiento es que, por así decirlo, está forzando a Hashem a que le envíe sufrimientos. Debemos recordar que Hashem se apena con cada aflicción que sentimos, tal como está escrito: “En todas sus aflicciones, Él se aflige” (Isaías 63). Por eso, cuando hace plegaria personal y Le pide perdón a Hashem por la transgresión que cometió, uno tiene que recordar eso y arrepentirse también de eso.

 

A modo de ilustración, la persona que ha contraído deudas y se arrepiente en forma generalizada de la falta que hizo que se endeudara, tiene que pedir dos cosas:

 

  1.  Perdón por la falta que hizo que se endeudara (y al mismo tiempo deberá pedirle a Hashem que le muestre qué es lo que tiene que hacer para arrepentirse por completo).
  2.  Perdón por el sufrimiento que Le causó a Hashem, Quien se vio forzado a traerle sufrimientos para impulsarlo a que se arrepintiera.

 

Porque Hashem sufre cuando nosotros sufrimos.

 

“A aquel que comparte su pena con el Cielo – se le duplica el sustento”

 

Enseña Rabí Najman de Breslev en el Sefer Hamidot – Libro de los Atributos, que cuando uno “comparte su pena con el Cielo”, se le duplica el sustento. Lo que Rabí Najman nos está diciendo es que cuando uno hace plegaria personal y “comparte su sufrimiento con el Cielo”, derramando todo lo que le pesa en el corazón  –incluyendo todos los pormenores, como por ejemplo, cuánto debe, cuánto tiene que devolver ese mismo día, cuánto está sufriendo por no tener un sustento suficiente para cubrir sus gastos, etc– y Le pide sinceramente a Hashem que le muestre compasión y lo perdone, entonces se le duplica el sustento.

 

La confesión

 

Enseña también Rabí Najman (Likutey Moharán I:178):

 

Debes saber que la persona tiene que confesarse. Uno tiene que confesar sus pecados en detalle y tiene que confesar cada vez que peca. Existen muchos obstáculos que quieren impedir tal confesión. A veces ocurre que uno se olvida de su transgresión. O tal vez el pecado le pesa enormemente en el corazón y por lo tanto le resulta muy difícil confesarlo, decirlo en voz alta. Los obstáculos son muchos. Para poder hacer esto, uno tiene que tener la alegría de estar cumpliendo con un precepto.

 

La persona que no confiesa sus transgresiones está demostrando que no tiene temor del Cielo, y ni siquiera tiene temor al pecado. Pero la persona que cree en el concepto de recompensa y castigo, ciertamente ha de confesarse cada vez que cometa una falta. Es como un niño travieso que se portó mal y sabe muy bien que su padre lo va a castigar por esa falta. Obviamente, si se trata de un niño inteligente, enseguida irá a confesarle a su padre que ha cometido una falta y le pedirá perdón, para que no lo castigue.

 

Aunque en ningún libro diga que hay que confesarse a diario por las faltas cometidas, pidiendo perdón al Creador, cualquier persona con un mínimo de sentido común lo entiende perfectamente. Cuando uno le causa dolor a su prójimo, ciertamente le pide perdón. De la misma manera, si hacemos algo que Le causa dolor a Hashem, por supuesto que vamos a tener que confesarle nuestra falta y pedirle que nos perdone.

 

Explica Rabí Najman que para ser una persona buena y decente, necesariamente uno tiene que hacer una hora de plegaria personal cada día. En el transcurso de esa hora, la persona examina y juzga sus propias acciones y confiesa todo aquel pecado que pudiera haber cometido. Esa es la única forma que existe de llegar a ser una persona recta y decente.

 

 

Escribe tu opinión!

1. Nancy

7/20/2020

Como no agradecerte si has creado la alegría

Gracias por tu respuesta

El comentario será publicado tras su aprobación

Agrega tu comentario