¿Cuál es su número de perfil?

Unos cuantos años más tarde inmigré a Israel y rápidamente me enrolé en el ejército. Parte del proceso de enrolamiento consiste en varios exámenes médicos.

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David Perlow

Posteado en 05.04.21

Levanté la mano: “Rabino, yo sé por qué la Torá es verdad!”.

 

El Rabino preguntó: “Explícanos por favor”.

 

“Bueno, es muy fácil. Solamente fíjense en la vida de nuestro patriarca Abraham. Él lo hizo solo! Él se hizo solo la circuncisión!”. Todos se quedaron callados… entonces continué explicando que únicamente alguien que realmente está viviendo una verdad puede llegar a hacer algo tan poderoso por amor a Dios. Hace falta estar en un nivel espiritual muy elevado para hacer algo como eso; no muchos podrían alcanzar ese nivel.

 

Unos cuantos años más tarde inmigré a Israel y rápidamente me enrolé en el ejército. Parte del proceso de enrolamiento consiste en varios exámenes médicos. Al completarlos todos, los médicos te dan lo que se llama un “número de perfil”. Basándose en este puntaje, sabes más o menos cuáles son tus opciones en cuanto a ser un soldado de combate. Entonces ¿cuál es la conexión entre todo esto? Muy simple: ¿sabían que el puntaje más alto que puede obtener un soldado no es 100, sino 97? Suena raro, ¿no? Lo más lógico sería que alguien en perfecto estado físico recibiera un 100, no? No en un ejército judío. El puntaje más alto que uno puede recibir es 97 y es porque hemos sido circuncidados y por lo tanto nuestros cuerpos ya no están “completos”.

 

Ahora hablemos de emuná…

 

Ahora bien, entre nosotros, ¿quién puede realmente sacarse un 100 en la vida, en el matrimonio, en la educación de los hijos o en el trato con el prójimo? Muy pocos, poquísimos… ¿Y por qué esto es importante? Cuando uno se piensa que tiene un 100 se olvida de darle las gracias a Hashem por cada pequeño éxito que tiene en la vida cotidiana. Y ahí es cuando empiezan los problemas, pero todo es para bien! Lo principal es no empezar a perseguirte por tu propia imperfección, ya que todos podemos alcanzar un puntaje de 97 haciendo teshuvá, plegaria y deseando mejorar. Permítanme explicarles.

 

Sean francos: ¿cuándo en su vida personal obtuvieron las mayores ganancias espirituales – cuando lo tenían todo o cuando tenían solamente dolor y luchaban por un problema de salud, de dinero o cualquier otra índole? ¡Miren lo que pasó con nuestros maestros! El Rabino Arush, por ejemplo, pasó por un total trastorno personal y emocional antes de llegar a ser quien es hoy. La gente que él más amaba fue asesinada en la guerra. Si él hubiera tenido una vida fácil, ¿acaso ustedes piensan que iba a ser quien es hoy? Es posible, pero yo sé que en mérito de sus momentos más difíciles hoy es quien es y estoy seguro de que Le da las gracias a Hashem por aquellos momentos. A pesar del dolor indescriptible que tuvo en ese momento…

 

Ahora miren bien su vida y traten de recordar cuándo fue que por accidente dijeron algo que no deberían haber dicho, ya sea a sus esposas y después pasó lo que pasó? Después leyeron los libros de la paz matrimonial, En el Jardín de la Paz, si son hombres, o La Sabiduría Femenina, si son mujeres, y entonces pusieron en práctica los consejos de esos libros y ahora viven en paz bendita con sus seres más amados. Pero hizo falta un poco de amargura (o mucha…) para que se dieran cuenta que tenían que hacer algo con ustedes mismos. Si no hubiera habido la oscuridad, es posible que siguieran casados pero no disfrutando del matrimonio. En mérito de haber trabajado para mejorar, ahora gozan de una relación mucho más cariñosa y gratificante.

 

Entonces ¿cómo implementamos esto en la vida? Gracias a Dios, tenemos tiempo cada semana, cuando llega el santo día de Shabat (שבת) para reflexionar y ponernos al día en lo referente a nuestra conexión con Hashem. Ese proceso se llama en hebreo teshuvá (תשובה). Ahora fíjense en las letras de ambas palabras. Vemos que comparten la misma raíz, formada por las letras  ש ב y ת. Esto nos enseña que existe una relación entre ambos conceptos.

 

Así que este año, ahora que ya terminaron las Altas Festividades, tenemos que juntar toda esa fuerza espiritual que hemos acumulado y tenemos que mantenerla en el invierno frío que está por llegar. Sigan preguntándose a ustedes mismos: “¿Cómo puedo fortalecerme en plegaria, en emuná, en cuidarme de lo que hablo, en amar a Hashem”. Si son sinceros, Hashem ciertamente los escuchará.

 

Siempre recuerden que Hashem no espera que seamos perfectos. Solamente quiere que hagamos el esfuerzo de vivir nuestra emuná. Este año no nos engañemos pensando que estamos lo más bien y que ya alcanzamos un 100. Más bien, aspiremos a alcanzar un 97. Con ese deseo ciertamente podremos renovar nuestro judaísmo y aferrarnos al Bendito Creador.

 

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