Cuánto amor propio está bien?

Cuando me volví religioso, entré en la vida religiosa como un paracaidista saltando de un avión por primera vez

3 Tiempo de lectura

Dr. Zev Ballen

Posteado en 17.03.21

Cuando me volví religioso, entré en la vida religiosa como un paracaidista saltando de un avión por primera vez, pero no sólo que me faltaba la experiencia sino que me faltaba algo mucho más esencial.

 

El primer año de baal teshuvá lo pasé preguntándole a mi Rabino todo lo habido y por haber sobre lo que podía y no podía hacer. Mirando hacia atrás (hace ya 26 años), ahora me doy cuenta de que todo ese “celo” que sentía acerca de mi nuevo estilo de vida no era porque lo amara tanto. En realidad, muchas de mis nuevas obligaciones hacia Dios y a las demás personas en mi comunidad me resultaban bastante difíciles. Entonces ¿para qué las hacía? Supongo que porque buscaba la aprobación de los rabinos de mi comunidad.

 

Un día, estando sentado junto a mi rabino, se me escapó: “Sabe, Rabino, yo hice todos estos cambios radicales en mi vida – Shabat, kashrut, la forma en que me visto, y también doy caridad y trato de evitar el materialismo y a pesar de todo todavía no siento que todo esto me esté ayudando”.

 

“A qué te refieres?”

 

“Quiero decir que no me siento más conectado a mí mismo que antes. Yo pensaba que a esta altura, dado que estoy haciendo todas estas cosas que Hashem quiere que haga, pensé que me iba a sentir mucho más cerca de Él pero la verdad es que me siento igual que antes.

 

También pensé que a esta altura me iba a querer más a mí mismo, pero no es verdad y tampoco quiero a los demás como debería. Sigo sin querer la persona que soy si bien hago todo lo que tengo que hacer. No me gusta en términos generales la forma que pienso ni cómo pienso de los demás y no me siento más cerca de Dios que cuando empecé”.

 

Mi Rabino dijo: “Zev, no te preocupes. Ya llegará a su debido momento. Lo principal para el hombre judío es que estudie. Así que estudia con mucha alegría, lo máximo que puedas. Y también es importante que repases lo que estudias y lo recuerdes. Esto es lo que Dios espera de ti. Si estudias, finalmente serás una persona feliz”.

 

Y luego me dijo: “Y haz actos de bondad con los demás. Da caridad y verás que con el tiempo, vas a acercarte mucho a Dios y a la gente de la comunidad a la que estás ayudando”.

 

Y eso fue lo que hice. Bajé las horas de trabajo para poder pasar más tiempo estudiando en la yeshivá y aumenté las horas de servicio comunitario, pero aún no me sentía más cerca de Dios ni sentía que me amara a mí mismo o a los demás más que antes.

 

¿Qué era lo que estaba faltando en mi entrenamiento de paracaidistas judío?

 

No es que el consejo que hubiera recibido fuese incorrecto. Es como alguien que inicia un programa de gimnasia muy vigoroso pero todavía no aprendió lo que es una buena nutrición. En realidad, a mi dieta le faltaba la nutrición que más necesitaba: el amor propio. Yo sé que esto suena bastante raro, pero permítanme explicarles.

 

La mayoría de la gente siente que por lo menos se ama a sí misma. Después de todo, se pasa todo el día ocupándose de sus necesidades o de las necesidades de sus hijos, etc. Pero eso no proviene del amor sino de la preocupación por uno mismo y por los demás. La preocupación no es amor.

 

Existe un poder de amor que es mucho más profundo, que es simple, puro e incondicional. A este nivel, nos amamos a nosotros mismos simplemente porque nos amamos. Esta es la clave para poder sentir amor por los demás y por Hashem.

 

Existe un proceso de tres pasos para poder revelar tu propio amor propio.

 

El primer paso consiste en tener emuná en que todo lo que Hashem te está dando es ciertamente lo mejor para ti en este momento. Una vez que internalizamos que todo lo que Hashem hace es para nuestro propio bien, podemos pasar al paso siguiente, que es “ser feliz con tu parte”. Esto no significa solamente que estamos satisfechos con las circunstancias externas de nuestras vidas sino que podemos relajarnos y estar contentos con quienes somos por dentro. El estar contento con tu parte y el amor propio van siempre de la mano. Pero antes de poder amarte a ti mismo, debes estar en un estado calmo en el que te aceptas tal como eres.

 

La aceptación de uno mismo es un producto de la emuná en Dios. Esta, a su vez, revela tu “estar contento con tu parte”. Una vez que te amas a ti mismo, has alcanzado la raíz de tu alma. A la raíz de tu alma, tu “amor propio” no es simplemente amarte “a ti mismo” en forma egoísta sino que es algo mucho más grande. Tu “yo” y por lo tanto tu misión en la vida, son mucho más grandes que tú. Ahora puedes ver que el concepto secular de “yo” no se aplica a nosotros. Has alcanzado la interfase de tu “yo” en el pueblo judío, Hashem y Su Torá. Ahora es posible que ames a cada persona y te sientas conectado con amor a cada precepto.

Escribe tu opinión!

Gracias por tu respuesta

El comentario será publicado tras su aprobación

Agrega tu comentario