El camino a la automejora

El principal foco del servicio espiritual es no olvidar nunca las bondades que los demás hicieron con nosotros.

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Rabino Shalom Arush

Posteado en 16.03.21

“La reprimenda penetra más profundo en el hombre de entendimiento que cien azotes en un necio” dice el Rey Salomón en Proverbios 17:10.

 

Rabí Yojanán, el Sabio Talmúdico, cita a Rabí Yosi: “Un sentimiento de culpa en el corazón del hombre es mejor que una cantidad de azotes”.

 

En otras palabras: la persona que da impulso a su propio arrepentimiento ante el Creador solamente necesita una reprimenda para mejorar su conducta. Pero el necio, que no pasa revista a sus actos, no tiene idea de por qué está sufriendo. Y no se despierta de su letargo a pesar de la insistencia Divina.

 

El principal foco del servicio espiritual es no olvidar nunca las bondades que los demás hicieron con nosotros. Esas bondades en realidad son regalos del Creador.

 

El más grande pecado que atrapa al ser humano es el pecado de la arrogancia. La persona arrogante piensa que tiene derecho a todo lo que se le antoje y que no tiene ninguna responsabilidad para con los demás, ni siquiera con Hashem, Dios no lo permita. Por lo tanto, uno debe dirigir su energía a alcanzar la gratitud en todos sus aspectos y a dar las gracias con todo el corazón.

 

Ni siquiera el estudio de la Torá es capaz de lograr un cambio en el individuo si no va acompañado de plegaria personal, de introspección y de arrepentimiento, incluso si uno tiene por maestro a un gran rabino. En el desierto, el Pueblo de Israel oyó la Torá del Santo Bendito Sea. Aprendieron la Torá del más grande rabino y profeta de todas las épocas: Moisés. No estaban ocupados ni preocupados con otros temas, que es la excusa que usa tanta gente hoy en día para explicar por qué no estudian Torá y  no se arrepienten. En esa época no existían los bancos ni las cuentas del almacén ni las hipotecas. No tenían necesidad de lavar la ropa. Tampoco tenían necesidad de coser ropa nueva, ya que esta crecía junto con ellos. Todos tenían tiempo libre para estudiar la Torá, incluyendo las mujeres. Y estudiaban, pero eso no los cambió!

 

El principal objetivo de estudiar Torá es traducirla en acción. Hashem nos ordenó que incorporemos lo que estudiamos al corazón, tal como escribió en la Torá: “Y sabrás hoy y lo internalizarás en tu corazón” (Deuteronomio 4:39). Dios nos ordena que apliquemos lo que aprendemos al servicio Divino, o sea, la plegaria y la automejora.

 

La persona que ve que no ha mejorado lo suficiente no puede decir que “no tuvo suerte” o que le falta talento o capacidad. Además no debe pensar que si tuviera milagros, cambiaría. La persona no cambia cuando ve milagros a menos que haga despertar su alma y saque conclusiones prácticas sobre cómo mejorar su carácter. Nuestros Sabios dicen: “Si te esfuerzas y obtienes resultados, puedes creerlo. Si no te esforzaste y obtuviste resultados, no lo creas”. Ni los milagros ni el estudio de la Torá por sí solo pueden cambiar a la persona a menos que esta haga un esfuerzo consciente por mejorar

 

Lo primero que hay que hacer es evitar todas las quejas, el lloriqueo, la tristeza y la desesperación, como si fueran la peste. Y sería bueno dedicar por lo menos un tercio de su sesión de plegaria personal diaria a expresar su gratitud por las numerosas bendiciones de Hashem. Todo ese esfuerzo ciertamente  eliminará todas las formas de insatisfacción y allanarán el camino al refinamiento del carácter.

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