El sorteo

El que cree en la Supervisión Divina tiene que tratar de descubrir qué es lo que Hashem quiere de él

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Rabino Shalom Arush

Posteado en 01.08.21

Un joven alumno me contó que tenía que viajar junto con su familia desde Tiberíades a Jerusalén y en el auto no había lugar para todos los hermanos de la familia. Él estaba muy cansado y quería viajar en auto para no tener que depender de los autobuses. Sus padres hicieron un sorteo para decidir cuáles de los hijos iban a volver con ellos en auto. Este alumno, que gracias a Dios se acercó a la yeshivá,

 

Le pidió a Hashem con todas sus fuerzas y Le dio las gracias, tal como nosotros enseñamos, y finalmente ganó el sorteo. Este alumno aprendió que el que tiene emuná sabe que todo lo que le pasa a la persona contiene un mensaje relacionado con su objetivo en la vida, con su relación con el Creador.

 

Por supuesto que todo lo que hace Hashem es con un objetivo, que es que la persona se acerque a Él, porque solamente para eso Hashem creó el mundo. Por eso, el que cree en la Supervisión Divina tiene que tratar de descubrir qué es lo que Hashem quiere de él y en cada cosa que pasa tiene que saber que es una absoluta bondad del Creador, que hace todo para acercarlo a Él. Cada persona puede sentir en carne propia esta ley en miles de episodios que le ocurren en la vida cotidiana.

 

La ley establece que cada dificultad o problema se puede solucionar por medio de la emuná y entonces uno ve la mano de la Supervisión Individual. En el caso que hemos citado vemos que ya desde el comienzo Hashem le dio a este joven tanto la carencia como la voluntad: la carencia –que no había lugar para todos– y la voluntad –que él quería viajar en auto, para que por medio de ambas se dirigiera a Hashem en plegaria y fortaleciera su emuná. Y así agregó otro ladrillo más al edificio de la emuná que tiene en el corazón.

 

       Lo mismo sucede con cada uno de nosotros: todos los problemas, las dificultades, los desafíos y las aflicciones que se le presentan a la persona a lo largo de la vida tienen todos un mismo objetivo: consolidar en su corazón el edificio de la emuná por medio del poder de la plegaria y el fortalecimiento de la voluntad, porque si uno no es consciente de que todo lo que le sucede es para que se acerque al Creador, entonces uno se vuelve arrogante y sigue siendo débil de emuná.

 

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