Falsos amigos

¿Te enteraste ya de que…? ¿Aún no te dijeron que…? ¿Sabes qué le pasó a…? día a día escuchamos este tipo de comentarios y no podemos evitar prestar atención. Con el pretexto de escuchar aunque sea un poquito, solo para saber de qué están hablando, no sea que estén hablando de mí y no me entere.

Hay miles de excusas para hablar de los demás: no le vamos a hacer daño a nadie, es mejor estar informado que ser un tonto que no se entera de nada, en realidad queremos hacer un favor, lo que pretendemos es enterarnos del caso para poder emitir un juicio de opinión plenamente fundamentado… no nos engañemos, cuando prestamos oídos a los chismes estamos haciendo algo que reporta más perjuicios que beneficios.

Estas situaciones son típicas en todo tipo de ambientes, en la oficina, en clase, en casa, en el supermercado, en cualquier sitio escuchamos hablar de los demás. A veces me pregunto por qué será tan intrigante escuchar un chisme sobre la vida de otra persona. La mayoría de las ocasiones llego a la misma conclusión: al hablar de los demás nos olvidamos de los problemas que tenemos nosotros mismos y eso, en cierto modo, alivia a la persona. Hoy en día hay todo tipo de distracciones que ayudan a la persona a evadirse y olvidar sus problemas, es todo un eslogan. Pero lo que realmente tenemos que hacer es ponernos manos a la obra y solucionar los problemas que tenemos en la vida. No es que haya que vivir obsesionado con los problemas que surgen en la vida con la pareja, el dinero, la familia, la dieta… sino que son cosas a las que debemos enfrentarnos y poner un remedio. ¿De qué sirve ignorar los problemas? Cuando uno vuelve de ese periodo de inconsciencia las circunstancias de la vida siguen estando ahí, exactamente en el mismo punto. Nadie vino y solucionó la pelea con tu pareja, no surgió de una seta un gnomo que puso 20.000 dólares en tu cuenta bancaria y, definitivamente, tus hijos no aprendieron solitos a poner orden en su habitación.

Hay que encontrar un equilibrio para solucionar los problemas sin perder la salud mental. Uno tiene que reflexionar sobre la situación en la que se encuentra su vida y sopesar cuáles son las opciones que están al alcance de su mano para poner en práctica la solución más eficaz. Esto, por supuesto, se consigue a través de plegaria, hitbodedut, introspección y trabajo personal. De más está decir que de vez en cuando necesitamos un descanso, pero este reposo puede ser dar un paseo tranquilamente, tal vez ir a la playa o al parque o a un lugar en el que nos sintamos en paz y podamos tomar decisiones con claridad de mente.

Lo que, definitivamente, no nos va a ayudar a superar las situaciones que se plantean en nuestra vida es olvidarnos de lo que sucede y volcarnos en “arreglar” la vida de otros hablando sobre sus problemas. Esto es un falso amigo, como las palabras que en inglés que se parecen a alguna palabra en español pero significa otra cosa totalmente distinta; por ejemplo la palabra contest en inglés significa concurso y no contestar, por eso es un falso amigo: parece algo que no es. Pues bien, hacer lashón hará es algo así porque pareciera que es algo bueno, que hablando de la vida y atributos de otras personas vamos a ayudarles pero en realidad no es así. Hay casos en los que la halajá judía permite hacer lashón hará, pero son muy pocas las ocasiones en las que está permitido hablar de los demás y muchisísimas las que queda prohibido.

Por tanto, cuiden su boca y sus oídos. Cuando empiecen a hablar mal de otra persona giren la conversación hacia otros derroteros o simplemente abandonen la conversación y, si es necesario, también la sala. Aun a riesgo de parecer maleducados deben evitarlo. Al fin y al cabo, los demás tampoco deben juzgarle si sale de una conversación en la que están criticando a otra persona.

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