La justicia está en manos de Hashem

Los juicios son una clásica prueba de emuná. Como en cualquier otro desafío en la vida, hay que tener en cuenta las reglas de la emuná, que todo es para bien, que todo proviene de Hashem y que todo es con un propósito. Además, el hecho de que uno esté en esta situación indica que tiene deudas espirituales que necesitan rectificación.

Debemos saber que el resultado de un juicio en realidad se determina en el Cielo. La persona que se presenta ante un juez o un jurado está simultáneamente siendo juzgada en la Corte Divina, la cual escudriña cada una de las deudas y cada uno de los méritos de esa persona. Una vez que la Corte llega a un veredicto, Hashem infunde el veredicto de “Arriba” en el corazón del juez de “abajo”.

Aunque uno haga todo lo posible por ganar en la corte contratando los mejores abogados, buscando los mejores testigos y las mejores evidencias, y preparando con cuidado los argumentos, el verdadero creyente sabe que uno no puede engañar a la Corte Divina. Ningún abogado por mejor que sea puede modificar la verdad de las propias faltas tal como quedaron registradas en el Cielo. Por eso, para ganar el juicio, primero tenemos que ganar en el juicio de Hashem.

A veces, una persona siente que tiene un caso resuelto y el éxito asegurado. Otras veces, uno siente que no tiene chances de ganar. Pero ambas sensaciones son falsas, porque uno no sabe si es inocente o culpable en la Corte Divina, que es la que determina el veredicto en la corte humana. Por eso, la mejor forma de prepararse para un juicio es hacer introspección, confesarle a Hashem todas las faltas que haya podido cometer, arrepentirse de sus faltas y hacer un firme compromiso de mejorar a partir de ese momento. La teshuvá bien hecha mitiga y hasta neutraliza los juicios estrictos y el individuo es declarado inocente de todo cargo.

Pero incluso un veredicto favorable es una prueba de emuná, y debemos saber que podemos atribuirlo a la suerte, al sistema legal o a la astucia del abogado.

Y si el veredicto es negativo, la prueba es aún más grande. La decisión desfavorable no es resultado del mejor abogado del otro, o de los errores que cometió nuestro propio abogado. En ese caso, tenemos que aceptar el veredicto (tanto Divino como humano) con amor y con emuná, y aumentar nuestro esfuerzo de hacer teshuvá y rezar, hasta que los problemas se solucionen.

No hay nada que acerca a la persona a Hashem tanto como pasar las pruebas difíciles de emuná en este mundo a veces tan confuso.