Quien dijo que tienes que tener exito?

¿Cómo definirías el éxito? ¿Tener un doctorado? ¿Estudiar en la universidad? ¿Tal vez tener una tarjeta de crédito Visa Platinum? ¿O haber viajado a Burma?...

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Rabino Erez Moshé Dorón

Posteado en 05.04.21

¿Cómo definirías el éxito? ¿Tener un doctorado? ¿Estudiar en la universidad? ¿Tal vez tener una tarjeta de crédito Visa Platinum? ¿O haber viajado a Burma? ¿Qué, solamente fuiste a Europa, como todos los demás? ¡No me digas que todavía no viajaste a ver el mundo!

¿Quién dijo que tienes que tener éxito?

Rabi Najman de Breslev contó una historia:

Una vez un hombre contrató obreros para que llenaran barriles, pero estos estaban tan llenos de agujeros que todo lo que vertían dentro de ellos al final terminaba filtrándose. Los tontos de los obreros dijeron: “Dado que todo se filtra, ¿de qué sirve que nos esforcemos tanto para llenarlos?” y abandonaron sus puestos. Pero entonces un obrero sabio dijo: “¿Y a mí qué me importa si todo se filtra? Yo recibo mi paga por jornada de trabajo. Y mi sueldo no se va a ver afectado si los barriles al final quedan vacíos”.

En el mundo tan precipitado en el que vivimos, la gente prefiere trabajar con un contrato en vez de trabajar por hora. “Déjenme que termine el trabajo y me vaya a casa”. Cuántos de nosotros trabajamos alguna vez por hora y nos descubrimos a nosotros mismos fijándonos a cada rato en las agujas del reloj, ¡esperando que por fin llegara la hora en que pudiéramos perforar nuestra tarjeta de tiempo e irnos a casa!

A todos nos encanta ser personas creativas. Tenemos propensión a juzgar a los que trabajan por hora que viven con los ojos pegados en el reloj como pobres empleaduchos, como topos que no ven más allá de su rutina diaria.

¿Qué harías si te ofrecieran cien dólares por hora por llenar los barriles en la extraña fábrica de Rabi Najman? ¿Acaso llenarías barriles todo el día sin ningún motivo? ¿O tal vez le informarías al administrador que en la fábrica hay un problema y que están sufriendo grandes pérdidas? ¿Te burlarías de esos empleados a los que no les importa nada y siguen con sus inútiles esfuerzos? ¿Acaso ridiculizarías la mala administración de la fábrica?

Con unas breves palabras, Rabi Najman nos da vuelta todos los conceptos. Aquel al que llamaríamos “empleaducho” es en realidad el “hombre sabio”. Y aquellos a los que consideraríamos personas racionales, que se niegan a trabajar sin ver los resultados de sus esfuerzos él los llama “necios”.

El éxito

Una vez, en un vuelo interurbano, estaba yo sentado junto a dos directores ejecutivos de dos grandes compañías que tenían una necesidad obsesiva de impresionarse el uno al otro respecto a cuál de los dos tenía la casa más grande, el sueldo más grande, las opciones de crédito más grandes.

¿Cómo definirías el éxito? ¿Tener un doctorado? ¿Estudiar en la universidad? ¿Tal vez tener una tarjeta de crédito Visa Platinum? ¿O haber viajado a Burma? ¿Qué, solamente fuiste a Europa, como todos los demás? ¡No me digas que todavía no viajaste a ver el mundo!

Para que nos consideren un éxito, tenemos que saber absolutamente todo -comunicaciones, pasatiempos, leyes, seguridad, economía. Tenemos que demostrar qué tan alto hemos escalado en la escala del estatus y la fama. En público, estamos tan hinchados de nosotros mismos que rebosamos… Pero cuando estamos a solas, verdaderamente a solas, cuando no hay nadie a quién impresionar, díganme la verdad: ¿acaso no nos sentimos vacíos?

Hay un cuento muy viejo de un hombre que quería ser sabio. Este hombre se pasó años enteros viajando a ver a un famoso sabio, que era conocido en todas partes por su gran sabiduría. Antes de que le contara cuál era su deseo, el anfitrión le sirvió una taza de té. Vertió más y más té. El té rebalsó de la taza y se derramó por toda la mesa y entonces empezó a gotear al suelo.

“¿Qué está haciendo?”, exclamó el hombre. “¿Acaso no ve que la taza está llena y que no puede seguir vertiendo más té?”.

“Sí, hijo mío”, susurró el sabio. “Tú has descripto tu propia situación perfectamente. Estás tan lleno de ti mismo que no queda más lugar para nueva sabiduría o conocimiento. Si deseas ser sabio, primero tienes que vaciar la taza”.

Rabi Najman nos cuenta acerca de una fábrica, pero no es una fábrica de barriles, sino una fábrica de personas. Aunque los barriles se queden vacíos, ¡los obreros están llenos! ¡Los barriles fueron diseñados para tener agujeros, no es la situación la que tiene que cambiar… Los que tenemos que cambiar somos nosotros!

Queremos tener éxito en todo lo que hacemos, eso es algo natural. Y cuando fracasamos, tendemos a darnos por vencidos, eso también es algo natural. Pero si nos negamos a darnos por vencidos, entonces vamos a cambiar. Vamos a desarrollar fuerza de carácter, abnegación, y un gran espíritu.

“Aprendan a estar vacíos”, nos aconseja Rabi Najman. “No simulen estar llenos. Cuando verdaderamente estén vacíos, cuando se haya vertido todo el contenido de los barriles, ahí van a poder llenarse”.

En el otro mundo, en el mundo que describe Rabi Najman, recimos nuestra “paga” por el esfuerzo, por la buena voluntad, no por los resultados. Nuestro mundo interno no se mide por el número de barriles que contamos, sino por el auto-sacrificio y la lealtad que manifestamos al tratar de llenarlos.

Imagínense cómo sería si educáramos a nuestros hijos de esta manera, alabándolos por el esfuerzo que invirtieron para alcanzar el objetivo, mostrando al mismo tiempo falta de interés por los resultados. No les exigiríamos que fueran más capaces, más exitosos ni más talentosos. Admiraríamos lo único que verdaderamente tiene importancia: su sincero deseo de ser buenos. ¡Qué felices que serían! Tendrían confianza en sí mismos y creerían en sí mismos. Serían personas creativas y libres de elegir un camino en la vida, a su propio ritmo, cada uno según sus propias capacidades.

Imagínense si nos educáramos a nosotros mismos de esta manera. No despotricaríamos contra nosotros mismos un día tras otro por no ser tan inteligentes como X, tan buenos mozos como Y o tan ricos como Z. ¿Y qué problema hay si no viajamos a conocer el mundo, si nunca alcanzamos el grado de capitán, si nunca obtuvimos un título? Aunque el crédito de nuestra cuenta bancaria sea bajo, aun así podemos ser felices, porque estamos haciendo lo mejor que podemos. No estamos compitiendo con nadie más. Estamos contentos con lo que tenemos y eso nos causa alegría.

“Cuando realmente estén vacíos, cuando se vacíen los barriles por completo, ahí es cuando podrán empezar a llenarse”.

Adaptado de “El Día se Ríe de la Noche” de Rab Erez Moshe Dorón –

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1. Yaakov

2/17/2019

No lo entendí

Perdón pero no entendí el mensaje en el fondo.

2. Yaakov

2/17/2019

Perdón pero no entendí el mensaje en el fondo.

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