Rab Jaim Yosef David Azulai – El Jida

El Jida fue una de las figuras más fascinantes y polifacéticas de la historia judía

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Grupo Breslev Israel

Posteado en 08.03.21

(Yerushalayim, Eretz Yisrael, 1724 (Sivan) – Livorno, Italia 1806) Popularmente conocido como Jida, la abreviatura de Jaim Yosef David Azulai. El Jida fue una de las figuras más fascinantes y polifacéticas de la historia judía. Nacido en Jerusalén, se convirtió en un erudito de primer rango y escribió obras clásicas en halajá como Shaar Yosef, Birkei Yosef y Majzik Beracha. Estudió con Rabí Jaim Ben Atar (Ohr HaJaim), convirtiéndose en su discípulo más cercano y más leal. Sin embargo, esos días sublimes se vieron truncados cuando, después de menos de un año, el Or HaJaim falleció. Después de estudiar la parte revelada de la Torá, el Jida se dedicó a estudiar los secretos místicos de la Cabalá con Rabí Shalom Sharabi.

 

En 1753, a la edad de 29 años, viajó a Europa como emisario de las comunidades de Eretz Yisrael y nuevamente en 1772 de parte de la comunidad de Hebron. Cada viaje duró más de 5 años. El Jida se desempeñó como rabino de El Cairo (Egipto) durante cinco años y completó su segundo viaje a Livorno (Italia), donde permaneció el resto de su vida.

 

Dondequiera que fuera, el Jida se aseguraba de inspeccionar las bibliotecas importantes y así fue como se familiarizó con varios miles de manuscritos. De estas visitas surgió su obra bibliográfica y biográfica clásica notablemente compacta e informativa, Shem HaGuedolim, que contiene biografías de 1300 eruditos y una descripción de 2200 libros. En total, escribió alrededor de cien volúmenes de todos los ámbitos del judaísmo.

 

Más allá de su erudición, el Jida poseía una personalidad radiante, impresionante, pero a la vez sumamente modesta. Esto se refleja en el diario detallado de sus viajes, Maagal Tov, en el que atribuye todo el honor que recibió al hecho de que representaba a la Tierra Santa. Y tampoco se toma los insultos a la ligera, ya que pueden afectar el honor de Eretz Israel.

 

Es interesante notar que el Noam Elimelej, Rabí Elimelej de Lizhensk,    comentó que Dios siempre mantiene la situación equilibrada. En el momento en que vino Mendelssohn y escribió sus explicaciones heréticas sobre el Jumashv, Dios envió al Jida a contrarrestar el daño, con sus libros sagrados y el fortalecimiento de nuestras creencias básicas.

 

El Jida se mostraba sumamente interesado por todo lo que veía y oía en los muchos países a los que viajó y sentía curiosidad por conocer lo nuevo y lo exótico. Siempre tuvo cuidado de no insultar a nadie y de evitar controversias. Estudió musar con asiduidad y siempre trabajaba para mejorar su carácter. Se quejó de aquellos que solo estudian Talmud y poskim y no aprecian suficientemente el estudio de Tanaj, Mishná y musar. El Jida se enteró del fallecimiento de su esposa mientras estaba en Túnez y se vio obligado a ocultar su muerte por temor a que la comunidad lo obligara a volver a casarse. Lamentándose en soledad, escribió que su esposa Rajel era "quizás única en la generación … en sabiduría, honor, intelecto poderoso y asombroso, gracia, belleza, gran recato y extraordinaria pureza".

 

La tumba del Jida está en Har HaMenujot, Jerusalén.

 

 

 

 

 

 

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